La mano temblorosa del hombre aprieta el auricular contra el oído. Con la otra sostiene una vieja bandera. A pocos metros, un joven no quiere mirar. Se lleva la mano a la cabeza. Pablo Caballero, parado detrás de la pelota. El árbitro Andrés Matonte da la orden y la tribuna de Liverpool explota. Gol. El hombre entrado en años hace flamear la bandera. El sueño es posible. Queda un penal para cerrar la definición del Intermedio en el Franzini. Es el turno del capitán de River Plate, Sebastián Píriz. Si lo mete seguirán rematando. Si ocurre lo contrario, Liverpool terminará con tantos años de oscuridad.
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