Los dinosaurios

“No somos reaccionarios. Nuestra forma de vivir es la acción y tenemos la mochila vacía de pasado. La vaciamos antes de arrancar”, sostuvo el Dr. Luis Lacalle Pou el 25 de junio de 2013 en el Cine Metro de Montevideo al lanzar su candidatura para las elecciones del 2014 y presentar el sector Todos con el que ganó las elecciones presidenciales cinco años más tarde.

La frase dicha por el entonces diputado por Canelones fue interpretada como un grito generacional de rebeldía ante el pasado oscuro de la década del setenta en que Uruguay sufrió violencia política, terrorismo, represión y una brutal dictadura militar que finalizó en 1984 con el Cambio en Paz que lideró Julio María Sanguinetti.

Para recuperar la democracia el pueblo uruguayo debió unirse, sufrir juntos, tener estrategias coordinadas, militar en la clandestinidad, rechazar una reforma de la Constitución para perpetuar a los militares en el poder, marcar votos por el cambio en las internas de los partidos en 1982, congregar un Río de Libertad en el Parque de los Aliados, padecer proscripciones de líderes como Wilson Ferreyra Aldunate y Líber Seregni y hasta pactar con los militares para poder asegurar la transición. 

Resulta inconcebible que pese a lo que costó recuperar la democracia y la convivencia a 46 años del golpe de Estado siguen apareciendo dinosaurios que siguen aferrados a un tiempo de enfrentamientos y de enconos ideológicos sin comprender que el mundo se transformó, el Uruguay avanzó por las vías democráticas procesando con esfuerzo y dificultades los traspasos de mando, cambiando la banda presidencial entre partidos distintos, personas e ideologías diferentes.

Lo lamentable es que comentarios en Facebook de ignotos militantes ignorantes de Cabildo Abierto, editoriales incendiarias de sectores retirados de las Fuerzas Armadas o declaraciones delirantes de quienes dicen ser exmilitares generan tormentas perfectas para desviar la atención del momento histórico que vive el país y la ejemplar democracia uruguaya.

Las gigantes mayorías democráticas del Uruguay de todos los sectores repudian estas proclamas y estos discursos nefastos. Ni medios, ni académicos, ni políticos ni el ciudadano de pie puede dudar en rechazar estas posiciones antediluvianas y peligrosas. No es bueno tampoco pagar por ellas más de lo que valen.

Es la propia democracia, la fortaleza del sistema político y los partidos los que deben neutralizar inmediatamente las posturas de los dinosaurios y enfocarse en otras señales mucho más importantes, positivas y de fondo que están ocurriendo en este soleado noviembre en Uruguay.

Lacalle Pou, un líder joven que representa claramente un recambio generacional, que tendría diez años cuando terminó la dictadura militar, tomará las riendas de un país que tiene todo el potencial para ser un faro en una América Latina que atraviesa momentos complejos, como la tiranía de Nicolás Maduro en Venezuela.

El desafío del presidente que asumirá el 1° de marzo es no cargar en la mochila nade que venga de los dinosaurios que solo tienen el pasado de donde agarrarse para sobrevivir y tener algo que permita que alguien repare en ellos. En esa tarea el nuevo presidente tiene que ser claro, marcar el rumbo y todo el país debería apoyarlo para de una vez por todas ponerse de pie y avanzar más ligeros de equipaje hacia el porvenir.