¿Qué distingue a las personas exitosas de las demás? Más allá de lo que pueda presumirse, la inteligencia no lo es todo: se trata de ciertos hábitos que, sostenidos en el tiempo, producen un resultado diferente al de la mayoría.
Las personas de mentalidad fuerte tienen desarrollada su autoconfianza y la mantienen en acción permanentemente; son decididas, van por sus objetivos, crean soluciones todo el tiempo y mantienen alta su valoración, sin que por esto sean desconsiderados con los demás.
Al mismo tiempo, ejercen un fuerte poder de influencia, que les permite alcanzar más rápidamente lo que se proponen; tienen un nivel de energía superior a la media, son disciplinados y enfocados.
¿Siempre fueron así? ¿Se nace fuerte mentalmente o es un atributo que se puede desarrollar? La respuesta es que, por lo general, han crecido en entornos familiares que los han alentado a tomar decisiones y ser fuertes; o vienen de infancias vulnerables y hasta de experiencias de abuso y sometimiento, y han podido dar la vuelta a ese momento de sus vidas para transformarse en una persona de las que llamamos habitualmente “de mentalidad fuerte”.
El proceso de desarrollar una mente fuerte ha sido puesto a prueba desde siempre por la ciencia: se han hecho experiencias con soldados puestos en situaciones límite, deportistas de élite y personas con alto nivel de presión, por ejemplo, los mediadores en casos de secuestros o actos de terrorismo.
En todos los casos, hay al menos cinco aspectos en común que, si se transforman en hábitos, le permitirán tener una mentalidad más fuerte, lo que traerá como consecuencia, una personalidad más decidida y mejor plantada para tomar decisiones y alcanzar los objetivos.
Quienes tienen una mentalidad fuerte procesan la información emocional de una manera asertiva; ven detalles que a otros se les pasa por alto, por el simple hecho de dejarse arrastrar por las emociones. Poseen un gran autocontrol, que no significa que tapen lo que les pasa sino que saben encauzar mejor los desbordes. Al ver y vivir las cosas sin el estallido emocional pueden tomar mejores decisiones.
Es usual que tengan un alto nivel de enfoque en las tareas. Neuronalmente establecen conexiones (sinapsis) que conectan gran cantidad de información en línea con las metas que persiguen, ya sean personales o laborales. A su vez, por lo general están conectadas con un principio rector, algo superior y superador, que le da sentido a su existencia.
Una persona mentalmente más fuerte que la media tiene muy desarrollada su resiliencia, que es la habilidad de superar enormes desafíos. Una base es que superan rápidamente las frustraciones y decepciones, y se basan en el principio de la acción: el hacer para ellos es fundamental, por lo que cuando ven indicios de que su ánimo tiende a decaer, se permiten sentirlo y vivenciarlo, aunque saben cuál es su umbral para mantenerse fuerte y continuar con lo que se han propuesto. Es una combinación entre intuición, sabiduría interior y humildad para aceptar su falibilidad.
La mayoría de las personas buscan la gratificación instantánea. El ser de mentalidad fuerte también lo tiene presente, aunque no lo pone como su objetivo inmediato. Puede vivir superando las barreras porque sabe que hay una recompensa, una gratificación esperándolo al final de la experiencia. Por eso puede afrontar situaciones que a cualquiera le parecerían extremas y salir airoso. Ese foco se sustenta en una gran autoconfianza que los motiva y los mantiene alertas en su posición de autoliderazgo interno, como soporte emocional.
Esta habilidad es clave para marcar una diferencia sustancial en su nivel de determinación para tener una mentalidad más fuerte. El miedo es una emoción que se puede transformar en impulso hacedor. Si se dejás invadir por pequeños temores, esto se agiganta y se acumula: es como una batería a la que está sobrecargando de miedos.
La mejor forma de desactivarlos es la acción, empezando por aquello que más lo desafía y limita. Una vez que vence esa barrera que construyó, podrá atravesar prácticamente cualquier situación que se presente, porque tendrá la autovaloración, la persistencia y el poder interior suficiente para hacerlo. Comience por pequeñas cosas que lo atemoricen, pruebe y siga adelante con otras mayores.
Fuente: Daniel Colombo (El Cronista - RIPE)
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