Lula da Silva exhortó a la UE desde París a dejar de lado la “arrogancia” y cerrar un acuerdo de libre comercio

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Los presidentes se reúnen con una agenda que incluye el postergado acuerdo con la Unión Europea

Buscarán consensuar una respuesta a las nuevas exigencias ambientales incluidas por los europeos al acuerdo alcanzado en 2019, condiciones especialmente rechazadas por Brasil
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03 de julio de 2023 a las 05:03

Sin un proyecto detallado para responder a las exigencias ambientales de la Unión Europea (UE) en las negociaciones por un acuerdo de libre comercio, los presidentes de la Argentina, Alberto Fernández; de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Paraguay, Mario Abdo, y de Uruguay, Luis Lacalle Pou, se darán cita en la ciudad de Puerto Iguazú.

El objetivo, entre otros, es consensuar en el seno del bloque, que representa el 62% de la población de la región y el 67% de Producto Bruto Interno (PBI), una postura para avanzar en la negociación de un tratado que lleva más de dos décadas negociándose y que ahora, en virtud de las nuevas exigencias de la UE, parece cada más lejano.

Durante el encuentro, Lula da Silva recibirá la presidencia pro tempore del bloque, en momentos en que crece la insatisfacción de Uruguay con sus socios debido a las trabas estatutarias del protocolo fundacional del Mercosur, que data de 1991, que le impiden al gobierno de Lacalle Pou avanzar hacia un Tratado de Libre Comercio con China por fuera del bloque. Y coincidente también con la solicitud que presentó Montevideo a adherirse al Acuerdo Transpacífico sin la anuencia de los demás socios.

El pasado 23 de mayo, Lula Da Silva expresó su rechazo a lo que funcionarios de su gobierno calificaron en la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Global, celebrada en París, como “imposiciones neocoloniales de la Unión Europea”, ocasión en la que el mandatario reclamó para el establecimiento de acuerdos de libre comercio más equitativos entre los países de ambos bloques.

Según los analistas, las negociaciones tomaron un giro drástico. Hace apenas unas semanas, la titular de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, y el presidente de Brasil habían acordado cerrar el postergado acuerdo. Sin embargo, ahora todo parece estar frenado por los puntos incluidos en el acuerdo mediante una carta anexa por la parte europea, donde la UE fija las sanciones para los países en caso de no cumplir con los acuerdos climáticos establecidos por el Acuerdo de París en 2015, un tema que afecta fundamentalmente a Brasil.

Diversas fuentes diplomáticas del Mercosur anticiparon que del encuentro en Puerto Iguazú no saldrá una respuesta detallada a las nuevas exigencias europeas que, desde que se filtraron en marzo pasado, crearon una nube de desconfianza mutua y ponen en duda cualquier finalización del acuerdo alcanzado en 2019, Acuerdo que, de sellarse, todavía restaría ser convalidado por las legislaturas de todos los países involucrados.

“Estamos muy cerca de presentar nuestras evaluaciones a los socios del Mercosur, pero damos por sentado que no alcanzará el tiempo para lograr una conclusión”, señaló Mauricio Carvalho, secretario de Asuntos Económicos y Financieros de la cancillería brasileña, cartera que bajo la presidencia de Lula da Silva lideró las críticas al bloque europeo de 27 países por formular exigencias ambientales adicionales para el sector agropecuario.

“No es posible tener una asociación estratégica y que haya una carta adicional amenazando a un socio estratégico”, dijo el mandatario brasileño durante el foro realizado en París y consagrado a la financiación de la lucha contra el cambio climático. En la audiencia estaban, entre otros, el mandatario francés, Emmanuel Macron, y el jefe del gobierno alemán, Olaf Scholz.

Uno de los principales motivos de la demora en alcanzar un acuerdo en los últimos años fueron, precisamente, las preocupaciones europeas sobre la deforestación de la Amazonia bajo el gobierno de Jair Bolsonaro y los temores de los sectores sudamericanos proveedores de materias primas, los más sensibles del bloque ante las nuevas exigencias, pero también de la industria manufacturera con origen en recursos naturales.

Con respecto a la protección de los sectores sensibles, Lula da Silva reflexionó durante su participación en la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Global sobre cómo la UE debería dejar su postura proteccionista si lo que se deseaba era llegar a un acuerdo. Francia fue uno de los países que más trabas impuso históricamente a las negociaciones debido a su alto proteccionismo en su sector agrícola.

“Me parece normal que Francia intente defender su agricultura, pero deben entender que otros países también tienen derecho a defender la suya”, dijo el mandatario. Volviendo al tema de los nuevos puntos incluidos sobre el incumplimiento de los acuerdos climáticos, Lula da Silva declaró que los mismos buscan castigar a los países latinoamericanos y que considera dichos requerimientos “inaceptables” debido a que, según argumentó, “ningún país respetó los acuerdos de Copenhague o de París”.

En síntesis, los analistas destacan que el reclamo del Mercosur, expresado por el presidente brasileño, se basa una mayor flexibilidad para todos los países, en especial para los latinoamericanos, si lo que se desea es la firma y ratificación del acuerdo entre ambos bloques.

Luego de más de dos décadas de complejas y duras negociaciones, la UE y el Mercosur alcanzaron un acuerdo de libre comercio en 2019, que permaneció paralizado por resistencias de los sectores agrícolas de algunos países europeos y ahora también de sus pares sudamericanos. De hecho, las críticas que realizó Lula da Silva contra las nuevas demandas europeas opacan el optimismo expresado por Von der Leyen en la gira del pasado mes de junio por América latina, que incluyó Buenos Aires y Brasilia.

El jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, reconoció esta semana que el nuevo documento “no fue bien recibido” por los países sudamericanos y afirmó que Europa espera todavía una “respuesta concreta" a sus pedidos. Por su parte, Lula da Silva abrió otro frente, asegurando que Brasil “no cederá” en proteger a su industria local en el capítulo de compras gubernamentales.

Sin embargo, su gobierno persiste en mantener las negociaciones. La mayor economía latinoamericana quiere llegar a un “buen resultado equilibrado y adecuado para las dos partes”, aseguró Carvalho. Para Bruno Binetti, experto en asuntos internacionales del Diálogo Interamericano en Washington, “lo máximo” que puede salir de la cumbre es “una agenda concreta ante la UE”, una agenda que incluiría “exigencias”.

Sobre este escenario de fondo, se destaca la molestia de Uruguay, la economía más pequeña en volumen junto con la de Paraguay. Su canciller, Francisco Bustillo, planteó que es necesario “cambiar el estatus” de su país en el Mercosur, argumentando que “no hay interés de Brasil, de la Argentina, ni de Paraguay en terminar de profundizar y avanzar en el esquema de integración”.

Por lo pronto, luego de Puerto Iguazú, los países sudamericanos tendrán una nueva cita con los europeos. Será cuando los miembros de la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) se reúnan en la cumbre del 17 al 18 de julio en Bruselas, la primera en ocho años.

(Con información de agencias)

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