FAO - Ganadería y Clima

Luisina, la agrónoma que se define como una mujer rural en construcción

Luisina Torres, hija y nieta de trabajadores rurales, es la ingeniera más joven de los profesionales del equipo del proyecto Ganadería y Clima

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12 de diciembre de 2021 a las 05:01

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A la ingeniera agrónoma Luisina Torres –de 28 años– el gusto por el campo le corre por las venas. Es hija de maestros rurales y nieta de productores lecheros, se crió yendo de las escuelas rurales en Rosario (Colonia) a la casa de sus abuelos paternos, en campaña, donde su abuela –apodada “la jefa”– le enseñó muchas de las cosas que hoy pone en práctica en su profesión. Le gusta la producción ganadera y está segura de que quiere que su futuro transcurra en el campo.

“La jefa”, como la recuerda, fue para ella una gran referente de mujer rural, al igual que su madre, una maestra y directora a la cual admira por cómo se desempeñó en su rol de liderazgo en las instituciones en las que trabajó.

Luisina se considera una mujer rural en construcción. “Me estoy construyendo, tengo una pata bastante firme de ese lado y la otra casi por pasarla”, comentó a El Observador, utilizando como metáfora el alambrado, elemento  que conoce bien por su trabajo, por el que visita frecuentemente predios ganaderos para asesorar a productores familiares.

Es la ingeniera más joven que integra el proyecto Ganadería y Clima, una iniciativa que busca mitigar el cambio climático de los sistemas ganaderos con un enfoque de género.

En el marco de este proyecto, ha conocido a muchas productoras ganaderas, de las cuales rescata el esfuerzo en el trabajo, la sensibilidad y la mirada “diferente” que tienen al momento de tomar decisiones.

Para ella, muchas mujeres vinculadas al campo están hoy muy empoderadas en el sector productivo, por cómo han desempeñado sus roles.

“Las mujeres rurales potencian y tienen una capacidad muy integral de ver los sistemas productivos, creo que son fundamentales porque aportan una mirada cuidadosa, que considera el todo, que es muy importante para los sistemas”, indicó.

Siempre en el agro

Su etapa escolar la pasó en escuelas rurales y para ella el mejor momento del año era cuando se iba a lo de sus abuelos en el campo a pasar las vacaciones. Cuando terminó ciclo básico, “un poco sin saber en lo que se estaba metiendo”, según recordó,  decidió irse de Colonia a estudiar a la Escuela Agraria de Flores. Allí el interés por el campo se incrementó, siempre con las bases del apoyo familiar que había recibido de sus padres y de sus abuelos –un capataz de estancia y una productora de quesos–.

Fue en la escuela agraria donde comenzó a tomarle el gustito a la producción ganadera, y cuando se mudó a Montevideo para estudiar en la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República (Udelar) reafirmó la idea de que quería desarrollar su carrera en torno a los ganados y no a los cultivos.

Con base en esas ideas fue definiendo los perfiles de su paso por la universidad y finalmente los resultados de su carrera, de la que se graduó con una tesis sobre ese rubro productivo.

En sus estudios de facultad puso el foco en la ganadería de cría porque considera que “tiene un enfoque más familiar”, contó.

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Luisina está segura de que en el futuro quiere seguir trabajando en el campo.

Construir en colectivo

Una vez que terminó agronomía sabía que quería trabajar en torno a los productores rurales y en un vínculo con quienes todos los días hacen a la realidad del campo. “El acercarme a las personas es parte de una construcción que me ha marcado bastante, que viene por mis padres maestros, que tienen un lado de cercanía con las familias por su formación”, comentó.

Para ella la escuela rural acerca “muchísimo a las personas de otro modo” y esa es la mayor herencia que siente obtuvo de sus padres, el gusto por los vínculos y por el “construir en colectivo”.

Al final de su carrera universitaria se unió al grupo de extensión rural de la facultad y reafirmó que trabajar con productores familiares era lo que quería. En el equipo de Ecología del Pastoreo, en el marco del cual se desarrolla el proyecto Ganadería y Clima, encontró la complementariedad entre dos de sus partes favoritas de la agronomía: el trabajo de extensión y la producción.

“Trabajar con las familias es un momento para acompañar desde otros lados”, sostuvo, y subrayó que el diálogo no se centra únicamente en los aspectos productivos, lo que le parece muy interesante, porque la producción es parte importante de la vida de quienes la llevan a cabo. “Es muy gratificante”, mencionó.

Una vez por mes viaja desde su casa en Paysandú a predios ganaderos en Salto y Artigas, donde analiza los procesos de trabajo de los productores. “Viajo unas cuantas horas, pero la satisfacción de hacer algo que me gusta no tiene valor”, destacó.

Un oficio apasionante

En el proyecto Ganadería y Clima –en el que encontró su primer trabajo como egresada y asesora técnica– trabaja con un enfoque de coinnovación, que se basa en una relación de igual a igual entre técnicos y productores, y según rescató esa ha sido una muy buena experiencia.

Conforme ha pasado el tiempo, según confesó, se ha sentido muy feliz con su tarea.

Para esta joven su trabajo en el campo “es apasionante”, y en el marco de ese proyecto, en el contacto y el trabajo con familias productoras, ha tenido “un crecimiento exponencial”, contó.

“Cuando me propongo algo es porque realmente lo siento y me gusta. Para mí es realmente apasionante hacer lo que hago, lo disfruto e intento todos los días superarme y crecer junto a los productores y al equipo técnico, que nos apoya permanentemente y es súper valioso”, expresó.

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Luisina es hija de maestros rurales y nieta de productores rurales.

Una de las cosas que resalta de su tarea es que aprendió a escuchar más a las personas y a complementarse con las ideas de los productores ganaderos.

“A veces las propuestas hay que llevarlas a tierra pensando en las necesidades de la familia y complementando eso con los saberes de cada uno. Ha sido muy importante saber que no todo sirve para todo. Hay que sentarse con las familias, discutir y ver, llegar a acuerdos, dar marcha atrás y repensar. Es una capacidad que se desarrolla y se entrena todos los días, de que no todo es como queremos”, subrayó.

El proyecto Ganadería y Clima continuará hasta febrero de 2023 y las perspectivas de Luisina son, luego, seguir trabajando en el medio rural.

“Quiero continuar en el asesoramiento, es el lugar que me gusta y en el que voy a buscar mis oportunidades laborales y no me voy a quedar quieta”, aseguró. 

Mujeres en la dirección

“Ganadería y Clima” es el nombre abreviado del proyecto “Producción ganadera climáticamente inteligente y restauración de suelos en pastizales uruguayos”, que busca mejorar los sistemas ganaderos y mitigar el efecto del cambio climático.
Las propuestas se realizan con un enfoque de género y una de las metas es trabajar con un mínimo de 20% de establecimientos que tengan dirección femenina.
El proyecto es impulsado por los ministerios de Ganadería, Agricultura y Pesca y Ambiente; cuenta con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y la implementación en territorio del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria y la Facultad de Agronomía.

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