Fútbol > HISTORIAS

Mario Alles: entrenó con Manga, jugó con Maradona e hizo emocionar al presidente argentino

Mario Alles cuenta sus anécdotas con Manga, el Pulpa Etchamendi, lo que disfrutó jugando con Maradona en Argentinos, cuando salvó a este club del descenso atajando un penal y mandó a la B a San Lorenzo y la emoción del presidente de Argentina
Tiempo de lectura: -'
24 de enero de 2021 a las 05:00

Llegó a las inferiores de Nacional y entrenó con Manga y el Pulpa Etchamendi le mostró un arma cunado lo llevaba en su auto. Firmó un contrato en una casa mortuoria al lado de los féretros, un contratista llevó recortes de diarios, lo que se hacía en la época, para que lo contratara Argentinos Juniors. Jugó con Maradona, atajó un penal para que Argentinos no descendiera y mandó al descenso a San Lorenzo. El actual presidente de Argentina, Alberto Fernández, fanático de los bichos colorados, contó hace poco que ese fue el partido que más lo emocionó en su vida de hincha, más aún que cuando su club ganó la Libertadores. Entró a la cancha y al primero que abrazó fue al arquero Mario Alles, el protagonista de esta historia. Hoy, 40 años después, quieren que viaje cuando termine la pandemia a regalarle el buzo de arquero de aquella tarde al presidente argentino. Fue campeón de América, del mundo y de la Interamericana 1988 y de la Recopa con Nacional en 1989. También fue ayudante técnico en la selección uruguaya. Una historia con principio y final feliz.

Tenía 17 años cuando llegó desde Rosario, Colonia, a Montevideo. Después de jugar de zaguero en baby, ya fue arquero hasta su despedida.

Llegó directo a las inferiores de Nacional, nada menos. Allí estaba una gloria del club como el Pato Galvalisi y también lo entrenaba Walter Brienza, entrenador alterno de Washington “Pulpa” Etchamendi.

“Fue terrible, una presión tremenda, con gente dentro de la cancha, le pegaron a Seré con una bandera. Ganamos casi en la hora con un gol de Carlitos De Lima. Lo arbitró Arpi Filho que se retiraba ese día. La gente de América le hizo un homenaje con plaqueta, y nosotros decíamos: ‘Acá somos boleta’. Pero ganamos”.

El Pulpa quería que entrenaran con la Primera, porque todavía estaba Manga, el fenómeno brasileño del arco, para que lo vieran trabajar.

Una vez, el Pulpa lo llevó hasta su casa en el auto con otros juveniles. “Le gustaba estar protegido”, recuerda Alles a Referí. “Veníamos de Los Céspedes y decía: ‘Por esta zona hay que cuidarse’. Abría la guantera del auto y tenía un arma. Nosotros, con 17 años, nos pegábamos un julepe bárbaro”, dice con una sonrisa.

Juan Ramón Carrasco estaba comenzando y ya se veían las condiciones que tenía. “En alguna oportunidad estuvo a punto de quedar libre, Brienza lo defendía a muerte por su nivel y siempre decía ‘Carrasco es de esos jugadores que va a triunfar sin duda alguna en el fútbol’. Tenía una visión bárbara”.

Manga impresionaba en los entrenamientos. “Le gustaba que le remataran fuerte 10 veces seguidas, se enojaba mucho cuando algún jugador la tiraba a colocar. ‘Si tiran a colocar me voy’, decía”.

En 1973 le hizo un gol de arco a arco a Racing. “Yo sí lo vi desde la Platea América porque había ido con otros juveniles. No soy como los que dicen que estuvieron y no. No había casi nadie en el estadio porque era entre semana y llovía”.

"La semana previa al partido contra Boca, su arquero Hugo Gatti, había dicho que Diego era incomparable con Pelé, porque era un gordito patas cortas. El Zurdo López le preguntó qué pasaba. Diego le contó y López le dijo: ‘Hoy lo tiene enfrente. Tiene la posibilidad de que el Sr. Gatti no hable más’. Diego se levantó y nos comentó a todos: ‘Estoy muy angustiado. Si puedo, hoy le hago cuatro goles’, ¡y le hizo cuatro goles! Ganamos 5-3. El número 1, lejos”.

Se fue a préstamo a Sud América y de ahí a Central en 1976 que estaba en la B. Dos años después pasó a Fénix con Jorge Daniel Cardaccio –luego sería compañero suyo en el Nacional campeón de todo de 1988 y 1989– y Sergio Peluffo.

La firma de su contrato parece de película. El presidente albivioleta era Juan Carlos Bugallo, quien ocupó ese cargo durante muchísimos años.

Bugallo era el dueño de la empresa funeraria Francisco González en la avenida General Flores y hasta allí hizo ir a Alles. “Me hizo ir a Francisco González para firmar el contrato. Pasé por la sala en donde están los féretros a la venta. Todo muy lúgubre. Por suerte, con el equipo disfrutamos de dos años muy buenos”, explica.

Entre 1978 y 1979 tuvieron una gran campaña con Fénix. Fuera de los grandes, el club chico que llegaba tercero entonces, ganaba la Copa Montevideo. La obtuvieron esos dos años con Héctor Giorello y con el Cata Roque como técnicos, en cada temporada.

Mario Alles cuando jugaba en Fénix en 1978 y 1979; a su lado, Julio Montero Castillo, en tanto que los últimos de abajo son Voltaire García y Horacio Italiano

Había que conseguir dinero porque eran tiempos difíciles para los clubes –nada ha cambiado con la época actual– y entonces Fénix se fue de gira por Venezuela, México y Centroamérica. Claro, hacían viajes interminables en ómnibus entre distintas ciudades y en carreteras complicadas.

“Eran viajes peligrosos porque había lugares de mucha altura y bordeando los caminos. El ómnibus pasaba raspando las curvas y mirabas para abajo y era tremendo. Montero Castillo era el más chistoso y para darnos tranquilidad, decía: ‘Bueno, en la próxima curva hay novedades’”.

En Venezuela enfrentaron a Portuguesa de Jairzinho –el brasileño campeón del mundo en México 1970 y cuarto en Alemania 1974–, con Omar Garate –el actual ayudante técnico de Carrasco en Fénix– de arquero y Nelson Marcenaro, quien luego sería campeón de la Libertadores 1982 con Peñarol.

Recuerda Alles: “En ese partido, Jairzinho en una mala caída, tuvo fractura de clavícula. Les ganamos”.

“En la selección conocí más de cerca a Enzo, al Chino, a Paolo, muy positivo, una persona excelente, Eber Moas también, Fonseca que había sido mi compañero en Nacional, Marcelo Saralegui también. Haber conocido a Enzo me gustó porque me pareció una persona excelente. Desgraciadamente los resultados no se dieron. Nos faltó también esa cuota de fortuna que a veces hay que tener”.

Montero Castillo siempre fue un personaje. “Le gustaban los Volkswagen escarabajo. Un día apareció en el Capurro: ‘Vengan que les quiero mostrar la nueva máquina’, y era un escarabajo nuevo, blanco, divino. Al otro día llegó y nos dijo: ‘Vengan que les quiero mostrar la máquina’ y estaba toda chocada. Era un personaje, pero muy bueno para el grupo. Una suerte haberlo conocido. Jugaba muy bien, no era como decían muchos que solo pegaba”.

En aquel equipo estaban entre otros además, Héctor Roux, Voltaire García y Horacio Italiano.

“Contra Nacional, veníamos complicados y Héctor Giorello se me acercó en la semana y me dijo si me animaba a patear un penal si se daba. Se dio a los 5 minutos del segundo tiempo con el partido 0-0. Héctor Santos trabajaba con los arqueros de Fénix y me dio un consejo: ‘Cuando veas que cobran penal, no salgas corriendo. Tomate tu tiempo, pensá bien dónde lo vas a patear, no dudes’. Me tomé tanto tiempo que cuando llegué a la otra área, Raúl Möller de Nacional le decía a Rodolfo (Rodríguez, el golero) y como para jugarme psicológicamente en contra: ‘Rodolfo, el arquero te va a patear, no creo que el arquero te haga un gol’. Tenía pensado pegarle fuerte cruzado, pero en ese trayecto de la Ámsterdam a la Colombes fui pensando que él iba a pensar que yo iba a hacer eso. Acomodé la pelota y cambié la decisión en el áire. Fue despacito a la izquierda. Por suerte fue gol. Ganábamos 1-0 y el árbitro nos cobró dos penales en contra que fueron tres. Uno se lo atajé al Polilla (Alfredo) De los Santos, y lo hizo patear de nuevo y fue gol, y el segundo también lo convirtió él. ¡Lo que eran los arbitrajes en aquella época en contra de los clubes chicos! Recuerdo que a Alberto Bica le habían hecho uno de los penales y desde el suelo se reía porque no había sido nada”.

Mario Alles en familia y con sus siete nietos en la actualidad

En 1978 pateó dos penales más, a Guillermo Flores de Defensor y a Rodríguez de Sud América, en donde jugaba Antonio Alzamendi. Ambos fueron goles, como el pateado ante los tricolores.

Un año después, Fénix tuvo la valla menos vencida sacando a Peñarol que había sido el campeón. Llegó la posibilidad e ir a jugar Newell’s con Luis Cubilla de técnico. Estaba el uruguayo Alberto Carrasco de arquero y tenía la chance para irse para Argentinos Juniors. “Tuvo que hacer una revisación médica y no pasó y volvió a Newell’s. Bugallo se puso en contacto con Marcos Lubelsky y le dijo que ya que no podía ir al equipo de Rosario, quedaba abierta la chance para ir a Argentinos”.

Lo que fue jugar con Maradona

A diferencia de estas épocas en las que el video impera, entonces los empresarios futbolísticos llevaban recortes de diarios para colocar a los futbolistas en el exterior. Y así sucedió con Alles.

En enero de 1980 se hizo el pase en el Hotel Argentino de Piriápolis porque Argentinos vino a Maldonado a jugar amistosos. La época de firmar entre los féretros había quedado atrás.

"El partido que más me emocionó no fue cuando ganamos la Libertadores, fue cuando nos salvamos del descenso contra San Lorenzo. Yo estaba en la tribuna rodeado de hinchas rivales y cuando Alles atajó el penal. Me levanté, me insultaban y cuando terminó, la emoción más grande que tuve fue que pude ingresar a la cancha a festejar con los jugadores', dijo el actual presidente argentino, Alberto Fernández. "Y contó que lo primero que hizo fue abrazarme”, explicó Alles

Miguel Angel López –gloria de Independiente– era el técnico.

“Ahí en el Hotel Argentino de Piriápolis conocí al fenómeno. Cuando lo vi al Diego (Maradona), por más que no era quien fue después, el mejor del mundo, venía de ser campeón de Japón con la selección juvenil”, recuerda.

Mario Alles junto a Diego Maradona, Jorge Porcel y Moria Casán en Argentinos Juniors

Alles no fue titular enseguida, debió esperar su momento. Debutó contra Tigre en cancha de Atlanta y ganaron 2-1. Después vencieron 1-0 a Independiente y Olguín erró un penal.

“El tercer partido es el que más recuerdo, porque fue el mejor de mi carrera, contra Estudiantes. Ganamos 1-0 y el diario Clarín me dio el puntaje máximo. Con el club tenía un arreglo que yo me hacía cargo del apartamento, pero finalizado ese encuentro y por lo que atajé, el presidente Próspero Cónsoli y el vice Luis Segura –después fue presidente de la AFA–, me dijeron que de allí en adelante el club se hacía cargo del apartamento”.

"Los penales contra PSV en la final de la Copa Intercontinental fueron un sufrimiento bárbaro, con Jorge (Seré) que atajó tres penales. Tuvo un año brillante”

El campeón aquel año fue River con Fillol, Passarella, Tarantini, Merlo, J. J. López, el Beto Alonso, ya alternaba Ramón Díaz, Pedro González. “Le ganamos los dos partidos. Nosotros fuimos vicecampeones. Para Argentinos era un logro increíble, la mejor posición de su historia hasta ese momento”, explica.

Y agrega: “Ese año Diego voló, fue el goleador del Metro”.

Fue el mismo año que Hugo Gatti, el arquero de Boca, dijo que Diego “era un gordito patas cortas y que no podían compararlo con Pelé”.

Diego Maradona la tarde que le hizo cuatro goles a Hugo Gatti en Boca y le ganaron 5-3 con Argentinos Juniors

Justo venía el partido con Boca en cancha de Vélez y en el hotel Diego entró a la charla técnica con la revista en la que había leído el artículo debajo del brazo. "El Zurdo López le preguntó qué pasaba. Diego le contó y López le dijo: ‘Hoy lo tiene enfrente. Tiene la posibilidad de que el Sr. Gatti no hable más’. Diego se levantó y nos comentó a todos: ‘Estoy muy angustiado. Si puedo, hoy le hago cuatro goles’, ¡y le hizo cuatro goles! Ganamos 5-3. El número 1, lejos”.

Concentraban en el Hotel Torres por Chacarita que no tenía restorán. “Teníamos que ir a una cantina a cinco cuadras: la cantina de David. Íbamos caminando. Era un placer ir escuchándolo, pero lo que contaba era en aquella época era sobre todo, cómo le había ido en el Mundial de Japón”.

“Al Pulpa Etchamendi le gustaba estar protegido; veníamos de Los Céspedes y decía: ‘Por esta zona hay que cuidarse’. Abría la guantera del auto y tenía un arma. Nosotros, con 17 años, nos pegábamos un julepe bárbaro”

Diego tenía gestos con todo el grupo, pese a su juventud. En Argentina se festejaba el Día del Amigo y Alles recuerda que “él fue habitación por habitación entregando un obsequio para cada uno. Un excelente compañero, siempre defendiéndonos. El Maradona que conocí, fue el mejor”.

En este video se aprecian los cuatro goles de Maradona a Gatti en una tarde imborrable para el exastro argentino:

Hay muchísimos goles espectaculares de Maradona. Ni que hablar el que le convirtió a los ingleses en México 86. Para Alles, después de ese, él le vio hacer uno del que no hay registro en video.

“Le vi hacer uno de los mejores goles pero lamentablemente no hay imágenes. Fue a Talleres de Córdoba en cancha de Atlanta en 1980. Desde la mitad de la cancha empezó eludiendo jugadores. El arquero era Óscar Quiroga, se la tocó por el costado, se le fue larga, y desde ahí metió un chanfle con Galván y Van Tuyne en el arco y la pelota pasó por encima de Van Tuyne, pegó en el ángulo del segundo palo y se metió. Pese a que era visitante, Talleres llevaba mucho público. Los cordobeses se levantaron todos para aplaudirlo”.

Cuando Alles lo salvó del descenso

En enero de 1981, se fue Maradona a Boca con Argentinos vicecampeón. En esa época, no había promedios y bajaban los tres últimos de la temporada. Empezaron los problemas, los celos, las lesiones y los cambios de entrenadores. Empezó López, llegó Juan Carlos Lorenzo que duró dos partidos y renunció, y José Varacka, quien se había ido al descenso con Chacarita y Gimnasia. Tenía ese estigma.

Quedaban dos partidos y tenían que ganarle a Unión para llegar con chance a la última fecha con San Lorenzo que era local en cancha de Ferro. Ya estaban descendidos Sarmiento de Junín y Colón, y faltaba uno que podía ser Talleres, Argentinos o San Lorenzo.

“Bugallo, el presidente de Fénix, me hizo ir a la casa mortuoria Francisco González, que era de su propiedad, para firmar el contrato. Pasé por la sala en donde están los féretros a la venta. Todo muy lúgubre. Por suerte, con el equipo disfrutamos de dos años muy buenos”

Talleres ganó su partido y el sábado 15 de agosto de 1981, (justo el día del 77 aniversario del club), “no me olvido más de esa fecha”, se jugaba el encuentro decisivo con los de Boedo.

Alles explica: “Cuando salía a la calle dos semanas antes, los hinchas de San Lorenzo me veían caminando y me gritaban de todo. El kiosquero de la esquina y su hermano eran fanáticos y me volvían loco: ‘¡Uruguayo, se van a la B!’, me gritaban de lejos. Mi señora me pedía que no saliera más”.

Y añade: “Concentramos toda la semana previa en Moreno. A ellos les alcanzaba el empate, nosotros llegamos un punto abajo 28 a 27. Llegamos a la cancha de Ferro y era todo de San Lorenzo y atrás de un arco, era la tribuna que solo le habían dado a la gente de Argentinos”.

San Lorenzo empezó a todo ritmo ese partido decisivo. La mano venía complicadísima. Ellos dominaron los primeros minutos. Y cerca de los 15 minutos le pitaron un penal a favor.

El penal de su vida: con esa jugada, Mario Alles salvó a Argentinos Juniors del descenso y mandó a San Lorenzo a la B

“Se me apareció Héctor Santos que había sido entrenador de arqueros en Fénix y me decía todo lo que tenía que poner en la balanza para atajarlo. Lo pateaba Delgado, el ‘9’ y se me apareció la voz de Héctor Santos: ‘Mirá cómo se paró. Si se para derecho, el 80% van cruzados’, y se paró derecho. La voz de Héctor me iluminó. Me tiré a la derecha, la atajé y di rebote, quedé en el suelo, le quedó para fulminarme, me dio para incorporarme y con la pierna izquierda logré tapar el segundo remate”, dice.

En este video se aprecia claramente la doble atajada de Mario Alles en el penal, quien enseguida fue saludado por todos sus compañeros:

Después llegó un penal a favor y Carlos Salinas, quien había llegado con Mario Zanabria y Carlos Randazzo desde Boca por parte del pase de Maradona, marcó el 1-0 para el bicho. “El técnico de San Lorenzo era el Toto Lorenzo, quien había dirigido dos partidos a Argentinos ese año y los conocía a todos. Por eso, la gente del club no quería que lo pateara Salinas, que además, era muy amigo de Lorenzo”.

“En el hotel de Tokio estábamos juntos con PSV cuando jugamos la final de la Copa Intercontinental; desayunábamos y almorzábamos a la misma hora con ellos en un salón enorme. Nos separaban con paneles. Pinocho (Vargas), el Pato Castro y Héctor Morán, hacían pelotitas de servilletas y las tiraban por arriba de los paneles para joderlos. Ese grupo de Nacional fue espectacular, siempre lo digo”

Alles explica que después metieron “la bañadera y ganamos. En el último minuto, en San Lorenzo había entrado el uruguayo Daniel Godoy, quedó mano a mano conmigo, la pelota dio en el travesaño, picó en la línea y otra vez en el travesaño y la rechazó Franceschini que había venido de Boca. El destino también jugó. Por suerte, entre los palos, Ese día tenía un santo conmigo”.

Tanto fue así lo del santo que al otro día, el diario Clarín tituló: “San Alles 1-San Lorenzo 0”.

Casi toda la prensa ese día estaba en La Bombonera porque Boca jugaba con Racing y se iba a coronar campeón del Metropolitano con Maradona.

El buzo con el que Mario Alles salvó a Argentinos Juniors del descenso al atajarle el penal a Delgado de San Lorenzo, al que mandó a la B

“El año pasado me llamó un periodista de una radio argentina y me dijo: ‘Mario al presidente argentino, Alberto Fernández hace poco le preguntaron como hincha de Argentinos, cuál era el partido que más recordaba y todos pensamos que iba a decir cuando Argentinos fue campeón de América y contestó, ‘el partido que más me emocionó fue cuando nos salvamos del descenso contra San Lorenzo. Yo estaba en la tribuna rodeado de hinchas rivales y cuando Alles atajó el penal. Me levanté, me insultaban y cuando terminó, la emoción más grande que tuve fue que pude ingresar a la cancha a festejar con los jugadores. Y contó que lo primero que hizo fue abrazarme”.

Hay un exdirigente de Argentinos que busca la posibilidad de que Alles vaya después de la pandemia a Olivos y le entregue el buzo de arquero con el que atajó ese día, que está muy bien guardado.

“El Cata Roque me sacó del arco para jugar el clásico de la final del Uruguayo 1986; la angustia era tan grande, que ni siquiera fui al estadio”

“Fue una noche inolvidable. Éramos candidatazos a descender. Ese día, salió campeón Boca. Nos fuimos a festejar a la cantina de David y Boca festejó también ahí, y estaba Maradona y festejamos juntos. Para él fue un festejo doble”, recuerda Alles.

¿Y qué pasó con el kiosquero y su hermano? “Yo pensaba: ‘Ojalá se me dé y pueda contestarles otra cosa. Al otro día del partido, salí a caminar con mi hijo mayor Flavio que tenía un año y medio (hoy tiene 40) y yo me decía, ‘tenemos que pasar por el kiosco de los amigos de San Lorenzo’. Cuando me vieron llegar, le decía a Flavio que era bien chiquito y con ellos presentes: “A partir de ahora este kiosco se va a llamar ‘San Descenso’. ¡Me habían vuelto loco 15 días!”.

En 1983 tuvo nada menos que a Ángel Labruna como entrenador. El mismo que sacó campeón a River 18 años después de no conseguirlo, en 1975. El notable arquero Ubaldo Fillol, que había estado con él en River, campeón del mundo con Argentina en 1978, se había peleado con el presidente de los milloarios, Aragón Cabrera, y Labruna aprovechó para llevarlo a Argentinos, por lo que Alles se quedó en el banco.

“Un arquerazo, aprendí mirándolo. Muy buen compañero”, añade.

Con Labruna había viajado una vez en auto y el técnico le habló de su pasaje por Rampla como jugador. Alles no lo sabía.

En enero de 2016, Argentinos Juniors homenajeó a Mario Alles en el Parque Franzini

Labruna se enfermó ese año, lo internaron y en pocos días falleció. Fue un golpe para el grupo.

En 1984 pasó a Estudiantes y estaba Luis Islas de arquero en un plantel que tenía, entre otros, a Alejandro Sabella. Tuvo como técnico a Eduardo Luján Manera, quien años después dirigió a Nacional.

Tras un pasaje por Defensores de Belgrano en el que la revista Solo Fútbol lo eligió como mejor arquero de la B, firmó con Nacional, tras una llamada de Rogelio Ramírez en enero de 1986.

Debutó en la Copa Montevideo en un clásico que ganaron 1-0 con un gol de Jacinto Cabrera en la hora. En la final contra River argentino le atajó un penal al Beto Alonso, otro a Enzo Francescoli y otro a Montenegro y Nacional fue campeón.

“Para conseguir dinero para Fénix, fuimos a una gira por Venezuela, México y Centroamérica. Eran viajes peligrosos porque había lugares de mucha altura y bordeando los caminos. El ómnibus pasaba raspando las curvas y mirabas para abajo y era tremendo. Montero Castillo era el más chistoso y para darnos tranquilidad, decía: ‘Bueno, en la próxima curva hay novedades’”

El Uruguayo de 1986 fue muy especial. Peñarol y Nacional se pusieron de acuerdo debido a que no se presentarían en la primera fecha por desavenencias con la AUF. Pero el sorteo deparó que los tricolores tuvieran fecha libre y Peñarol no se presentara ante Huracán Buceo. Los dos grandes acordaron que en caso de que la diferencia en la tabla fuera de un punto, jugarían una final.

En la última fecha hubo un error compartido entre el Vasco Ostolaza que la tiró para atrás y Mario Alles, y así llegó el gol de la victoria del rival de entonces, Huracán Buceo.

Eso llevó a que el Cata Roque le dijera a Alles que no iba a jugar la final, por lo que jugó Velichco.

Aquella final que se jugó el 6 de enero de 1987 la ganó Peñarol por penales.

“La angustia era tan grande, que ni siquiera fui al estadio”, explica Alles.

Mario Alles cuando defendía a Nacional

Después de Roque, llegó primero Sergio Markarian, luego el profe José Ricardo De León y posteriormente, Roberto Fleitas.

“Ahí se armó un equipo y vinieron Seré, Revelez, Mario López, más adelante vino Hugo De León, el Pato Castro, Pinocho Vargas”, cuenta.

El grupo humano “fue fundamental” y Nacional ganó, con Alles en el banco, la Copa Libertadores, Intercontinental e Interamericana 1988, y la Recopa 1989. Alles fue titular y ganó además el Torneo Competencia 1989.

Era otra Copa la Libertadores, muy distinta a la de ahora. “Contra Newell’s en la fase previa, le cortaron la cabeza a Pintos Saldaña y se armó un lío. Le decíamos al comisario deportivo que el partido no se podía jugar, que era una barbaridad, pero lo siguió”.

Jugar contra América de Cali en 1988 era complicadísimo. Ya el año anterior, Peñarol había pasado de todo en el Pascual Guerrero.

“A Manga le gustaba que le remataran fuerte 10 veces seguidas, se enojaba mucho cuando algún jugador la tiraba a colocar. ‘Si tiran a colocar me voy’, decía”

“Fue terrible, una presión tremenda, con gente dentro de la cancha, le pegaron a Seré con una bandera. Ganamos casi en la hora con un gol de Carlitos De Lima. Lo arbitró Arpi Filho que se retiraba ese día. La gente de América le hizo un homenaje con plaqueta, y nosotros decíamos: ‘Acá somos boleta’. Pero ganamos”.

La noche previa no los dejaron dormir. Era un bombardeo tremendo. “Venían a las 11 de la noche y se iban. Luego a la 1 volvían y se iban. Lo mismo a las 3. Les hice un cartel que decía ‘Delegación de América de Cali’ para que no nos tiraran, pero no paraban más”.

Sobre la final de Tokio contra PSV Eindhoven recuerda que compartían hotel con los holandeses. “Desayunábamos y almorzábamos a la misma hora con ellos en un salón enorme. Nos separaban con paneles. Pinocho (Vargas), el Pato Castro y Héctor Morán, hacían pelotitas de servilletas y las tiraban por arriba de los paneles para joderlos. Ese grupo de Nacional fue espectacular, siempre lo digo”.

Los penales fueron “un sufrimiento bárbaro, con Jorge (Seré) que atajó tres penales. Tuvo un año brillante”.

Años después, en 1997, suplantó al Pichón Núñez –quien lo había dirigido en Nacional con el que ganó la Recopa 1989– con Juan Ahuntchain en la selección, como ayudante técnico y entrenador de arqueros.

Mario Alles como ayudante de arqueros en Defensor Sporting

Alles cuenta: “Era un ambiente complicado, con directivos con peleas internas en la AUF, se jugó el mejor partido de las Eliminatorias contra Argentina. Nunca vi a una selección uruguaya dominar tanto a Argentina. Nacho González era el arquero. Tuvimos chances de todo tipo y terminó 0-0".

Entre otros, tuvieron en ese plantel al Chino Recoba, Paolo Montero, Enzo, Bengoechea, O’Neill, Abreu y el Polillita Da Silva, pero no tuvieron suerte.

“Venía complicada con malos resultados, nos tocó agarrar en un momento difícil”, explica.

Y añade: “Conocí más de cerca a Enzo, al Chino, a Paolo, muy positivo, una persona excelente, Eber Moas también, Fonseca que había sido mi compañero en Nacional, Marcelo Saralegui también. Haber conocido a Enzo me gustó porque me pareció una persona excelente. Desgraciadamente los resultados no se dieron. Nos faltó también esa cuota de fortuna que a veces hay que tener”.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...