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Más trabajadores denuncian acoso en los Centros MEC

La directora nacional de los Centros MEC, Glenda Rondán, desmiente acoso contra trabajadores y mala adjudicación de horas docentes
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10 de febrero de 2019 a las 05:00

La Asociación de Trabajadores de Educación y Cultura, el sindicato de ese ministerio, tiene a estudio al menos seis supuestos casos de acoso y violencia laboral ocurridos en los Centros MEC desde que Glenda Rondán asumió su dirección en 2015. Un documento interno del sindicato lista más de 30 casos de renuncias, ceses o pedidos de traslados de funcionarios de esa dependencia en ese período.

Dos dirigentes sindical es consultados no negaron la existencia del documento, pero dijeron que se trata de un insumo interno de trabajo, sobre el cual no quieren expedirse ni hacer declaraciones. “Conozco los pormenores de algunos casos, conozco el caso de los Centros MEC, hemos planteado algún acoso, pero la directiva del sindicato aún no tiene una posición. Lo vamos a tratar a fines de febrero”, dijo el dirigente Ricardo Larraya.

Williams Martínez, presidente del sindicato, confirmó la existencia de una lista con varios casos denunciados como acoso o violencia. Explicó que es parte de un relevamiento hecho para conocer y sistematizar la situación de Centros MEC. Adujo que la lista no se ha divulgado ni publicitado porque es de uso interno y contiene información sensible y privada de algunos funcionarios.

Glenda Rondán, directora de Centros MEC, dijo que no existen denuncias de acoso laboral en su contra. “Que haya denuncias contra otras personas, no sé. Pero contra mí no hay ninguna”. “El sindicato pidió una reunión conmigo sobre este tema, pero aún no la han tenido”, agregó. “Acá hay gente que ha renunciado porque se ha sentido incómoda, pero el acoso es otra cosa”, agregó.

Uno de los casos descritos en el documento interno sindicales el vivido por Antonela Sastre, una funcionaria que renunció tras recibir una “amenaza directa de la directora en reunión de equipo de que si sigue con el sindicato ‘le hará la vida imposible’”. Sastre -que trabajó en Centros MEC entre 2008 y 2015- dijo a El Observador que tal descripción refleja bien -en líneas generales- lo que ocurrió en una reunión de trabajo con la directora.

La funcionaria participaba en el sindicato y tomó la palabra en esa reunión. Dijo que muchos funcionarios cobraban por 25 o 26 horas semanales cuando trabajaban 30 y a veces más. En cambio, otros recibían beneficios salariales no claros. “Todos cobrábamos por horas docentes, pero algunos compañeros más afines a Rondán habían recibido un montón de horas y sus sueldos habían aumentado un montón. Y a nosotros nos había aumentado el trabajo y cobrábamos lo mismo que siempre. Nos gustaba el trabajo y teníamos un compromiso muy fuerte, pero cuando empezamos a ver que contrataban gente que llegaba a hacer no se sabía qué y que a otros que trabajaban cerca de la directora les aumentaban el sueldo...”, dijo Sastre. 

Ante el planteo, Rondán tuvo una reacción intempestiva. “Me trató como a una niña y soy una mujer adulta. Fue una situación muy violenta”. Poco después Sastre renunció. Sobre este caso, Rondán afirmó: “Lo único que le dije es que me hubiera gustado que no viniera a esa reunión, pero se lo dije de buena manera”. 

Tras la renuncia de la funcionaria, la directora intentó convencerla de que no se fuera, sin éxito. “Cuando concursamos para entrar a Centros MEC fue porque nos había gustado el proyecto, era una política pública que estaba buena. Me motivaba trabajar en el territorio y la política de inclusión”, relató Sastre, quien disfrutó de su trabajo mientras esa oficina fue dirigida por Roberto Elissalde y su adjunta Karina Costa.

Gente llorando

El testimonio de Sastre es apoyado por otros extrabajadores de Centros MEC. En cuanto a la molestia por cómo se repartía el dinero, varios entrevistados explicaron que Rondán impuso un manejo discrecional y poco claro. Natalia Nieto, excoordinadora en Treinta y Tres, relató que “horas docentes que ya habían sido adjudicadas para proyectos concretos fueron retiradas sin que estuviera claro qué destino tomaba ese dinero”.

Otra excoordinadora -que pidió que su nombre no se incluyera por miedo a no volver a trabajar en ninguna dependencia estatal- afirmó que Rondán “desestimó los proyectos locales y puso a gente de su entorno a trabajar y a ganar muchísimo”. Rondán negó esas denuncias y señaló que en Centros MEC hay administrativos pagos con horas docentes, pero que ya lo estaban antes de su llegada. “En Centros MEC tengo solo a dos personas cercanas a mí. Adriana Orlando que está en comisión y Fernando González que es mi adjunto”.

En cuanto a la tensión laboral, Fernando Nicrosi, un trabajador de las fiscalías que en 2014 trabajó en comisión en los Centros MEC de Florida y en 2015 en su sede central, relató que con la llegada de Rondán se vivía un clima de zozobra. “La gente lloraba en los rincones, otros renunciaban. Era como una especie de duelo, algo que se moría. Al principio no entendí mucho, pero me fui dando cuenta: todo lo que habían hecho Elissalde y Acosta, incluso en el modo de administrar el dinero, iba a quedar en nada y Centros MEC iba camino a transformarse en la típica oficina pública”. 

Cuando trabajó en Florida, aún antes de la llegada de Rondán, Nicrosi ya había detectado problemas. “En Florida, los artistas se elegían con un criterio muy personal, con mucho amiguismo, muy poco serio, muy poco técnico. Vi contratos eternizados, nombres que se repetían todos los años”, dijo.“Todo esto lo cuento con dolor. Yo siempre fui de izquierda, pero ahora estoy en el bando de los indignados. Yo tenía otra idea, otra ilusión”, expresó.

Denuncias de amiguismo

Estas denuncias se suman a las de cuatro excoordinadoras de Centros MEC ya publicadas por El Observador, y negadas por Rondán y la ministra María Julia Muñoz. Dos excoordinadoras de Centros MEC, Mónica Botti y Lourdes Núñez, han iniciado juicios ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo por entender que sus contratos no se renovaron en base a evaluaciones sesgadas en su contra.

Botti, excoordinadora de Centros MEC en Cerro Largo, denunció que eso ocurrió luego de que Muñoz, Rondán y el diputado del Frente Amplio (MPP) por Cerro Largo, Alfredo Fratti, le ordenaron militar desde Centros MEC por el partido y ella se negara. Muñoz y Rondán dijeron que eso no ocurrió, pero Fratti admitió a El Observador que sí se le ordenó a la funcionaria que coordinara sus actividades con él, lo que no corresponde a un cargo técnico como el de coordinador.

Núñez no quiso contar los pormenores de su conflicto. Ana Giménez dijo que renunció a ser coordinadora en Rocha tras pedírsele que comenzara a militar por el Frente Amplio. Nieto, excoordinadora de Treinta y Tres, relató que desde la llegada de Rondán a la dirección de Centros MEC todo se volvió turbio y comenzó a reinar el amiguismo. 

Aunque no aceptó hablar con El Observador, la ministra Muñoz dijo a Canal 12 que las denuncias no eran ciertas y se explicaban por el despecho de quienes perdieron su trabajo en Centros MEC.

Técnicos y políticos

También dio su testimonio Valeria Escribano, quien fue coordinadora en Tacuarembó mientras Elissalde dirigió Centros MEC. Su experiencia apunta a que las presiones del aparato del Frente Amplio por Centros MEC comenzaron antes de la llegada de Rondán.

Escribano vivía en Paso de los Toros y era conocida por ser de izquierda. Sin embargo, siempre tuvo claro que el cargo de coordinador de un Centro MEC era técnico y no político. Había accedido al puesto por concurso y lo había revalidado varias veces así.

“Lo que me pasó más de una vez es que el diputado del Frente Amplio por Tacuarembó, Edgardo Rodríguez, que es del MPP, fue muchas veces a pedir apoyo para murgas o a cosas cercanas a actos donde se iba exponer algo del Frente Amplio”, relató. “Yo me negué por una convicción personal, y además porque el Ministerio de Educación y Cultura no trabaja para él”.

Rodríguez -según relató Escribano- la denunció ante el ministro Ricardo Ehrlich. En un caso muy similar al ya denunciado por Mónica Botti, a Escribano se le habría reprochado no ir a la mesa política del Frente Amplio de su departamento e inaugurar un evento cultural junto con el intendente del Partido Nacional.

Según Escribano, Rodríguez también denunció que ella contrataba a su pareja de entonces para espectáculos musicales. Pero sostuvo que no era ella quien contrataba a ese músico. Las protestas del diputado llegaron a Ehrlich, quien la habría respaldado, relató la excoordinadora. “Pero mi relación con Elissalde se resintió”, relató. “Él tendría que haber salido a desmentir las cosas que se dijeron. Además me dijo que ya que yo era del Frente, podía ir a la mesa política y tratar de solucionar el problema. Pero mi cargo no era de confianza, yo lo había ganado por concurso. No correspondía”.

Poco después, por primera vez Escribano -que fue coordinadora entre 2009 y 2013- perdió el concurso y se quedó sin el cargo. “Nadie me saca de la cabeza que todo fue por las denuncias de este diputado. Nadie me apoyó entre mis compañeros en ese momento, porque nadie sabía que esto pasaba”, dijo. “Luego le empezó a pasar muchos”.

Rodríguez dijo a El Observador que él no hizo ninguna denuncia sino un pedido de informes respecto a la repetida contratación como músico de la pareja de Escribano. Negó, en cambio, haberle pedido cualquier favor político.

Formas de hacer política

Elissalde dijo a El Observador que siempre respaldó a Escribano ante las presiones que recibía. Y qué él a su vez contó con el respaldo de los ministros Jorge Brovetto, María Simón y Ehrlich. “El que la respaldó fui yo. Nunca dejé que nadie se metiera con su trabajo”, manifestó. Agregó que tiene un recuerdo excelente de Escribano y que la decisión de cesarla fue técnica.

“Mi impresión es que la forma de hacer política de los partidos tradicionales, de alguna manera, formó a varias generaciones de políticos, incluso del Frente Amplio. Sobre todo en el interior”, señaló. “El entendido era que si antes los gobernantes facilitaban todo para que los blancos y los colorados tuvieran cargos, ahora nos tocaban a nosotros.Y algunos diputados podían entender que ahora los trabajadores del Estado tenían que servir al Frente Amplio departamental”, agregó. “Pero en todos los casos respaldé la autonomía de los coordinadores, sin saber cuál era su filiación política”.

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