JOHAN ORDONEZ / AFP

Monedas latinoamericanas indican que hay daños económicos a pesar del auge de productos básicos

La divergencia refleja el riesgo político y los problemas estructurales profundamente arraigados

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20 de enero de 2022 a las 10:14

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Michael Stott

Lo que era bueno para el cobre era bueno para el peso chileno. La suerte de la moneda del mayor exportador de cobre del mundo estaba estrechamente ligada al precio de su principal producto de exportación.

El año pasado se rompió ese patrón. Los precios mundiales del cobre subieron un 25 por ciento en 2021, pero el valor del peso chileno se desplomó casi un 17 por ciento ante el dólar estadounidense, uno de los peores resultados de las principales monedas de los mercados emergentes.

La experiencia de Chile no es inusual. A pesar de la fuerte subida mundial de los precios de los productos básicos el año pasado, las monedas de las principales economías latinoamericanas se debilitaron, algunas de ellas de forma drástica.

El peso colombiano perdió un 16 por ciento de su valor ante el dólar, mientras que el sol peruano se debilitó más de un 9 por ciento. El real brasileño sufrió su quinto año consecutivo de devaluación, perdiendo casi un 7 por ciento.

Los economistas dicen que esta sorprendente divergencia — sin precedentes en los últimos años — apunta a una profunda enfermedad en las economías latinoamericanas.

"Es una noticia malísima", dijo Ernesto Revilla, economista jefe para América Latina de Citi. "Esto muestra que la región está saliendo de la pandemia con daños estructurales más profundos de lo que pensábamos".

El impacto combinado de la pandemia en la población y las economías de América Latina fue mayor que en cualquier otra región en 2020. Tras grandes dificultades para adquirir vacunas a principios del año pasado, la mayoría de los gobiernos latinoamericanos consiguieron comprar suficientes reservas durante 2021 y la región terminó el año como la más vacunada del mundo.

Sin embargo, aunque los efectos sanitarios más graves de la pandemia están desapareciendo, los daños económicos parecen mucho más duraderos. América Latina ya era la región del mundo emergente que menos crecía antes de la pandemia, logrando apenas un 0.9 por ciento de aumento interanual del producto interno bruto (PIB) en promedio entre 2014 y 2019, según datos de Goldman Sachs.

Ahora, a pesar del aumento de los precios de los productos básicos, corre el riesgo de volver a caer en un crecimiento mediocre, esta vez con nuevos problemas: la deuda adicional contraída durante la pandemia; el rápido aumento de la inflación; y un riesgo político mucho mayor, conforme los votantes castigan a los titulares y se inclinan hacia los populistas ajenos a la política.

"El mercado está tratando a América Latina como si hubiera sufrido una crisis estructural y no una crisis cíclica", dijo Revilla.

Alberto Ramos, jefe de economía de América Latina de Goldman Sachs, destacó el bandazo de la región hacia los extremos políticos en 2021. Perú y Chile eligieron gobiernos de izquierda dura y los candidatos socialistas encabezan las encuestas para las elecciones presidenciales de este año en Brasil y Colombia.

"En un periodo de repunte de los precios de los productos básicos, la correlación entre los precios de los productos básicos y la fortaleza de las monedas se ha roto debido al riesgo político, en gran medida", dijo. "En Colombia, Chile, Perú y Brasil, los riesgos políticos y normativos son bastante elevados".

Chile fue el epítome de la tendencia. El pasado mes de mayo se eligió una asamblea especial dominada por la izquierda para reescribir la constitución, la cual se considera una de las más favorables a los inversionistas en la región. Siete meses después, los votantes eligieron como presidente a Gabriel Boric, un millennial de izquierda dura y antiguo activista estudiantil.

Boric ha prometido suprimir el sistema privado de pensiones del país, aumentar los impuestos en un 5 por ciento del PIB para financiar un gran aumento del gasto público e imponerle restricciones a la industria minera.

Los inversionistas se han dado cuenta de la deriva de la región hacia los extremos políticos. Unos US$50 mil millones han salido del país desde que estallaron los disturbios políticos en octubre de 2019, según el banco central. Perú sufrió el año pasado la mayor fuga de capitales desde que se iniciaron los registros en 1970, con la salida de unos US$15 mil millones del país.

EFE
Andrés Manuel López Obrador, presidente de México

La excepción a la regla de la moneda débil en América Latina ha sido México, cuyo presidente populista de izquierda ha aplicado políticas nacionalistas e intervencionistas, pero también de libre comercio con EEUU y la disciplina fiscal. Como reflejo de ello, el peso mexicano cayó sólo un 4.5 por ciento ante el dólar el año pasado, lo que representa el mejor desempeño de las principales monedas latinoamericanas.

"México es el mejor hogar en un mal barrio", dijo Revilla de Citi, señalando la austeridad del presidente Andrés Manuel López Obrador, los niveles relativamente bajos de deuda pública del país y la probabilidad de que mantenga su calificación de grado de inversión. "Los problemas de México no son macro de corto plazo, sino de largo plazo de muy bajo crecimiento como consecuencia de las políticas económicas de López Obrador".

Estas ventajas han mantenido el interés de los inversionistas en México, al menos a corto plazo. Pero en el resto de América Latina, las perspectivas de las economías y las monedas siguen siendo sombrías.

En Brasil, la mayor economía de la región, el presidente Jair Bolsonaro ha abandonado en gran medida los esfuerzos por impulsar grandes reformas estructurales o grandes privatizaciones y está impulsando el gasto para tratar de mejorar sus pésimos resultados en las encuestas y preparar el camino para una campaña de reelección.

El pesimismo en Faria Lima, el Wall Street brasileño, es palpable. También pesa en el ánimo la incertidumbre sobre el tipo de políticas económicas que el icono de la izquierda Luiz Inácio "Lula" da Silva — quien actualmente encabeza las encuestas para las elecciones presidenciales de octubre — implementaría si es elegido.

El exministro de Economía de Lula, Guido Mantega, alegó en un reciente artículo escrito a instancias de su antiguo jefe que un nuevo gobierno de Lula debería lanzar un "ambicioso" programa de inversiones, defender políticas industriales dirigidas por el Estado y aspirar a crear un "estado de bienestar social", nada de lo cual fue bien recibido por los mercados.

Marcos Casarin, economista jefe para América Latina de Oxford Economics, señaló que "hay muchas malas noticias que ya se reflejan en las monedas de Brasil, Colombia y Chile".

Pero Casarin cree que la debilidad de las monedas de la región ante el auge de los productos básicos apunta a retos mucho mayores que el simple riesgo político. "Sólo se recibe una recompensa con una moneda más fuerte en un auge de productos básicos si el auge sirve para enriquecerse como nación", dijo.

"Los mercados están previendo que este auge de los productos básicos no trajo prosperidad, así que las divisas no merecían subir. Fue un auge para una docena de compañías de productos básicos, pero no se tradujo en una mayor prosperidad económica".

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