Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > MÚSICA URUGUAYA

Niña Lobo, el descubrimiento del Pilsen Rock y lo que nadie cuenta de tener una banda

El quinteto fue la revelación del festival, que marcó el gran salto de popularidad para la banda dentro de un crecimiento constante y veloz en la escena local
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15 de agosto de 2020 a las 05:03

Descubrir. Dice la RAE que es “hacer patente”, “hallar lo que estaba ignorado” y “darse a conocer cuando por alguna razón no había sido reconocida”.

Es la noche del Pilsen Rock, el mítico festival que regresó en formato especial televisivo durante la emergencia sanitaria, y Niña Lobo, una de las cinco que integran la grilla de este evento, tiene su set entre las presentaciones de No Te Va Gustar y el Cuarteto de Nos. Una buena parte de las reacciones inmediatas, y que quedaron en la relativa posteridad de las redes sociales, repiten, “no las conocía”, “no las tenía”, “primera vez que las escucho” “sorpresa”. Fueron, entonces, un descubrimiento.

Aunque una cierta esfera ya las tenía en el radar musical, hubo tantos otros que esa noche se toparon por primera vez con las magnéticas melodías de espíritu pop, las letras directas y coreables, y la capacidad de combinar melancolía y energía roquera de Niña Lobo. Pero lo cierto es que el evento marcó un quiebre a nivel de visibilidad para la banda integrada por Camila Rodríguez (guitarra y voz), Julia Guerriero (batería), Isabel Palomeque (bajo), Camila Bustillo (guitarra) y Andrea Pérez (teclados).

Un despegue en las reproducciones en plataformas como Spotify o YouTube, y en seguidores en sus redes sociales, una aparición en el top 50 de canciones virales en Spotify con algunos de sus temas (las canciones más buscadas, compartidas y reproducidas en ese servicio de streaming musical, donde dominan los reguetones y demás temas pop del momento, por lo que haber roto esa barrera es aún más destacable), y hasta un trending topic en Twitter el día después del festival. La posibilidad de llegar a un público por fuera de los que siguen lo que ocurre en el under o en el indie local, e incluso de llegar a escuchas de diferentes generaciones. Esas fueron las partes visibles de ese salto.

Hubo otras que se dieron hacia el interior de la banda, antes del festival. El Pilsen Rock marcó también la necesidad para el grupo de pulir su sonido e incorporar prácticas al momento de tocar impulsadas por el hecho del registro televisivo y el alcance potencial que tendría, en apenas dos semanas, el tiempo entre que les avisaron que estarían en el especial y la grabación. Y todo eso, encima, después de dos meses sin ensayar a consecuencia de la emergencia sanitaria que dejó a la banda sin poder tocar en vivo, y sin el Montevideo Rock.

Antes de que el coronavirus sacudiera los cimientos del 2020, el año se perfilaba interesante para el quinteto. Presencia en un festival masivo como el organizado por la Intendencia de Montevideo, la apertura de uno de los shows de la banda argentina El Mató a un policía motorizado en el Auditorio Adela Reta (ahora postergada para noviembre), varios toques previstos, invitaciones a tocar en Argentina y hasta una propuesta de gira por España.

Más allá del lamento por lo perdido, la pandemia le trajo también un descanso necesario a Niña Lobo. Unos meses para respirar. Porque casi no habían tenido oportunidad, si se tiene en cuenta el crecimiento que ha tenido el proyecto en comparación a su período de existencia.

Niña Lobo tiene poco más de un año de recorrido. En febrero de 2019 se terminó de conformar la banda con la incorporación de la tecladista Andrea Pérez y en marzo grabaron sus primeras canciones que recién salieron al mundo en junio del año pasado.

Sentada a la mesa de una cafetería y librería del barrio Cordón, Camila Rodríguez dice que el año pasado las cinco pensaban que todo iba muy rápido. “Estábamos tocando en lugares que nos estaban dando mucha exposición para el nivel que teníamos. Recién ahora me pasa por primera vez que salgo de un último ensayo y que lo que me pone nerviosa son temas de logística y no cómo vamos a tocar. Vas aprendiendo, como todo en la vida, y aparte, una cosa es tocar en una sala de ensayo, y otra es en vivo, que se va aprendiendo con la experiencia. Y me pasa hoy de sentir eso, que tiene una cosa positiva, pero también tengo el síndrome del impostor, de sentir que un día alguien se va a dar cuenta de que somos una mierda, y que tuvimos suerte. Que es obvio que no, porque trabajamos mucho para esto, pero está ahí esa sensación”.

A su lado, Camila Bustillo agrega que esa sensación “es algo que te acecha mucho más cuando sos una mujer. Vivís el síndrome del impostor todo el tiempo, en el ámbito profesional sobre todo. Como que todo el mundo, todo el tiempo te está poniendo en duda, y te lo llegás a preguntar, y sentís que tenés que encarar el doble para que la gente te dé el mismo reconocimiento”.

Camila Rodríguez: Yo tenía cero expectativa. No es que decía que no lo iba a escuchar nadie, pero capaz que pasaba eso como capaz que lo escuchaba todo el mundo. Era la primera vez que ponía todo de mí en un proyecto, mis letras, mis canciones, me abrí con ellas. Y cuando pasó toda esa respuesta fue muy shockeante. Mismo por eso el año pasado fue un año intenso, la rosca de sacar dos EP, tocar acá y allá, pero también emocionalmente fue intenso porque de la nada nos tuvimos que parar en un escenario sumando cinco toques en mi vida, aprender cómo estar en una banda, sin haberlo hecho nunca. Fue una bola re linda pero re intensa, de cosas nuevas, de crisis internas de cada una, de decir "ah, mirá, tener una banda es difícil, es difícil el vínculo, hay que trabajarlo, hay que hablarlo".

¿Por qué creen que hubo una respuesta tan buena y tan rápida?

CR: Fue una conjunción de muchísimo trabajo, pasión y ganas. Y una alineación de los astros. Llegamos en un momento en el que era necesario que hubiera una banda como nosotras, en muchos sentidos: una banda de pibas que se paran y hacen música y no dan explicaciones en ese sentido. Llegamos en un momento en el que el indie está empezando a resurgir y se está armando una escena acá. Se estaba pidiendo una banda nueva, con gente nueva. Y después estaba la gente con ganas de escuchar y conectar. 

Camila Bustillo: Cuando estábamos grabando los primeros temas en marzo yo jodía todo el tiempo con que esto era una necesidad latente. La sentía. No solo faltaba una banda que tuviera mujeres, sino también a nivel de sonido y letras, algo que es súper honesto y va directo al punto. El indie tiene mucho de eso, pero creo que en la música en español hay mucho artista que va por la poesía, la metáfora, y a veces precisás que una canción te diga "me siento así y asá" y chau. Y si tiene una melodía linda, y una música que acompaña y te hace sentir cosas, ya está. Para mí eso era necesario, no sé si había eso acá. 

***

Lo habitual cuando una banda de rock se forma es que sus integrantes tengan una amistad previa. Se conocen en el barrio, en una institución educativa o donde sea, y se ponen a tocar juntos. En el caso de Niña Lobo, fue al revés. Se conocieron en la banda y después se hicieron amigas. Conectadas a través de un amigo en común por sus ganas compartidas de hacer música, las dos Camilas pasaron tres meses compartiendo sus canciones y grabando juntas sin saber casi nada de la otra. Bustillo considera que de todas formas, fue lo mejor que podía pasarles en ese primer momento. “Cuando nos juntás a Camila y a mí, decimos ‘vamos a hacer música, no hablemos de nuestros sentimientos’ (risas) pero creo que eso fue necesario en un primer momento. Porque también le permitía a Camila tener su proceso creativo sin que alguien anduviera indagando qué eran estas canciones. Ir directo a lo que importa, la melodía, la estructura. Y después sí, semanas después fuimos todas a lo de Julia y nos empezamos a preguntar por la vida. Y ahí me di cuenta de que no sabía mucho de las demás”.

La rápida sucesión de eventos hizo que el vínculo entre el quinteto evolucionara lentamente, sin demasiado margen entre grabaciones, recitales y ensayos para que lo humano ganara terreno. Aunque tampoco es que fuera un vínculo estrictamente profesional, hubo a lo largo de los meses un camino de descubrimiento mutuo y de entender cómo funciona la dinámica interna de una banda. Ahí jugó su papel, de nuevo, el covid-19, que además de obligar a ajustes musicales favoreció con el freno impuesto a la actividad cultural que las cinco músicas llevaran su amistad a un nuevo escalón.

“Todas pasamos momentos de crisis y lo que está pasando es muy fuerte para todas las personas. Y al pasar eso nos hizo unir un montón. Veníamos en la misma rosca, de repente se paró todo, y empezamos a conectarnos, y a buscar formas de mantener esa conexión estando todas encerradas. En los últimos meses nuestro vínculo pasó a otro nivel, a veces pienso que capaz antes eran mis amigas de Niña Lobo y ahora somos amigas primero que nada. Son amigas con las que comparto una banda y no al revés”, resume Rodríguez. 

En las primeras semanas de la emergencia, cuando el encierro era más estricto, hicieron un podcast, Lobcast, y en el primer episodio compartían anécdotas y se hacían preguntas entre ustedes. Daba la sensación de que todavía estaba eso de que se estaban conociendo entre ustedes y dejando que el que lo escuchara las conociera.

CR: La idea del podcast fue mía (risas) y cuando pensé el primer capítulo lo pensé desde ahí, que habíamos compartido tantas cosas y la gente no nos conocía. No conocía el vínculo que teníamos. Tener una banda es como tener una relación con cinco personas, y es algo de lo que nadie habla. Nadie te lo advierte, o te prepara. 

CB: Es la relación más intensa que vas a tener en tu vida. Vas a ver a estas personas más que a tus hermanos, más que a tu pareja. 

CR: Y se va a mezclar lo profesional con lo emocional. Yo soy medio pesada con esas cosas, hablar las cosas que no se hablan. Entonces quería generar eso, que la gente vea que somos personas, y obviamente estamos atravesadas por un millón de cosas. La gente piensa que sos como un robot, que va y toca, y que tuvo suerte, y ya está. ¡No! Ahora me animé, pero yo desde que tengo 5 años me preparo internamente para esto. Todas, en realidad. Y a veces tenés que ir a ensayar y ese día te pasó algo horrible, o tenés que tocar y estás mal. Y no se habla mucho de eso. Capaz es parte de la idealización del rockstar, que tiene una vulnerabilidad, pero no es una persona con conflictos y sus cosas. El podcast fue querer mostrar lo que no mostrás en la música.

***

En el camino de Niña Lobo está la edición física de un disco que reúne los dos primeros grupos de temas publicados en formato EP y la participación pendiente en el Montevideo Rock, que será vía streaming. Más lejos está la grabación de su primer álbum de larga duración, y algunos otros proyectos que prefieren no adelantar por el momento.

Hay también objetivos, como el de cruzar fronteras para salir del reducido mercado uruguayo.

Y también la intención de experimentar y buscar nuevas posibilidades sonoras. Camila Rodríguez aprovechó los últimos meses para estudiar  y para componer. Pérez y Guerreiro también empezaron a escribir sus canciones. “Siempre las crisis mueven cosas, y cuando se mueven cosas, y tenés el impulso de canalizar las cosas a través del arte, lo vas a hacer”, dice la cantante y guitarrista. “No estamos dejando que el crecimiento que tenemos nos afecte mucho, pero obviamente pesa. En lo que más estamos trabajando es en proponer algo nuevo, porque es algo que a nivel personal también lo querés, no solo hacer canciones como las que hicimos hasta ahora. Evolucionar, experimentar cosas nuevas, y sabemos que la gente también lo quiere. No quieren que te quedes siempre en el mismo lugar. Hay presión, pero no dejamos que nos afecte mucho”.

Y Bustillo complementa: “Hay presión, sí, pero siempre está mucho mejor distribuida entre cinco personas, que también son un apoyo moral porque están viviendo la misma experiencia que vos”. 

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