Diego Battiste

“Nueva normalidad” y travesía del desierto

La luna de miel, ahora sí, se acerca a su fin

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14 de agosto de 2021 a las 05:04

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La pesadilla llega a su fin. El ministro Daniel Salinas anunció que muy pronto alcanzaremos la “inmunidad de rebaño”. El rotundo éxito de la campaña de vacunación logró, finalmente, el resultado esperado. Cayó a pique el número diario de contagios y de muertes por covid-19. El temor ha vuelto a disiparse. La vida social ha vuelto a reanimarse. La tan mentada “nueva normalidad”, poco a poco, se está convirtiendo en realidad. Este cambio está llamado a tener un impacto directo y decisivo en el escenario político.

El primer anuncio de los nuevos tiempos llegó desde los expertos en opinión pública. Según Equipos-Mori, el nivel de aprobación del presidente Luis Lacalle Pou bajó del 50% por primera vez desde el inicio de su mandato. Es pronto, agregó, para sacar conclusiones definitivas. Pero este dato es consistente con la “nueva normalidad” en ciernes. El principal booster de los inusualmente altos números de aprobación de la gestión del presidente fue, justamente, el manejo de la pandemia.

Con la “nueva normalidad” comienza a “normalizarse” también el funcionamiento de la opinión pública. La luna de miel, ahora sí, se acerca a su fin. Las críticas se multiplican, suben de tono, y se vuelven más persuasivas. Entre la luna de miel del comienzo y la campaña electoral del final, cuatro años después, los presidentes y los gobiernos que encabezan deben hacer la travesía del desierto. A las críticas de la oposición (naturales, inevitables, necesarias) se agregan los no menos esperables reclamos de los propios votantes (naturales, inevitables, necesarios).

Ya lo estamos viendo. Desde el lado de la oposición hay críticas severas. Menciono apenas tres temas especialmente relevantes. Desde diciembre del año pasado a julio de este año, fue el manejo de la pandemia. A esto se sumó la campaña de recolección de firmas para derogar artículos de la LUC. Ahora mismo se viene la interpelación al ministro Luis Alberto Heber por el tema del puerto de Montevideo. Desde el lado de las bases sociales del gobierno, hemos visto durante estos días el regreso del movimiento Un Solo Uruguay cuestionando el aumento del precio del gasoil.

Cualquiera que haya seguido de cerca la campaña electoral lo tiene bien claro. Este gobierno, como el primer mandato de Tabaré Vázquez, vino a mover el statu quo. Es natural que aparezcan, de un lado y del otro, críticas y reclamos. Pero tramitarlas no puede ser sencillo. A las expectativas de cambio generadas durante la campaña se agrega la necesidad de atender las consecuencias económicas y sociales de la pandemia, en un contexto, además, de restricciones fiscales. Entre promesas de campaña y sorpresas sanitarias, la agenda del nuevo gobierno se volvió extraordinariamente desafiante.

Cuando un gobierno comienza la travesía del desierto y la aprobación de la gestión empieza a caer crecen los incentivos para que, dentro del oficialismo, aparezcan los matices, los perfiles, las disidencias. A fines de marzo escribí que el funcionamiento de la coalición estaba ingresando en una nueva etapa en la que los socios del Partido Nacional tendrían mayor protagonismo.1 Creo que esto empieza a ser más visible, y lo será todavía más de aquí en adelante. Esto es evidente en Cabildo Abierto. Lo fue, en verdad, desde la instalación del nuevo gobierno. Pero los colorados, poco a poco, también van buscando asomar la cabeza y escapar al cono de sombra del liderazgo presidencial. El ministro Adrián Peña, en reportaje concedido a El Observador a fines de julio, hizo dos afirmaciones importantes y complementarias: dijo que el Partido Colorado es el “socio más confiable del gobierno” y “la fuerza más progresista de la coalición”.

Si mi interpretación es correcta, durante los últimos meses el presidente ha venido tomando nota de esto y moviendo, poco a poco, las “perillas” de la visibilidad de sus socios más importantes. Durante mucho tiempo la presidencia ocupó prácticamente todo el escenario. De un tiempo a esta parte, empieza a abrir el juego. Pongo dos ejemplos. El primero refiere a Cabildo Abierto. Desde que el GACH salió de escena, el ministro Daniel Salinas tiene un protagonismo especialísimo. Esto contribuye, dado que estamos en el final de la pandemia, a que sea el ministro más popular del elenco. No puede asegurar que esto haya sido un efecto buscado por la presidencia. Pero, de hecho, ayuda a reforzar el compromiso de Cabildo Abierto con el Partido Nacional.

El segundo ejemplo es la instalación, el jueves pasado, de una mesa de coordinación entre la Presidencia y legisladores de todos los partidos de la coalición. La creación de un ámbito de este tipo era un reclamo permanente de los colorados al menos desde comienzos de este año. Desde mi punto de vista, la presidencia se curó en salud. Álvaro Delgado, al formalizar este ámbito, lo dejó muy claro: “Nadie va a poner en riesgo una coalición que llegó para quedarse y que es el sostén de este gobierno”.2

Consultado por La Diaria, Felipe Schipani, de Ciudadanos, expresó su satisfacción: “Si bien no es exactamente lo que nosotros habíamos planteado, estamos muy satisfechos con eso, porque es un avance muy importante, porque se genera un ámbito de diálogo entre los partidos y el Poder Ejecutivo que hoy no teníamos”.

Se viene la travesía del desierto. El gobierno prepara las carpas y llena las cantimploras. 

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1 Ver: https://www.elobservador.com.uy/nota/hacia-una-nueva-etapa-en-el-funcionamiento-de-la-coalicion-202132621190

2 Ver: https://www.elobservador.com.uy/nota partidos-de-la-coalicion-dejaron-instalada-mesa-de-coordinacion-y-marcaran-prioridades--2021812195456

Ver: https://www.elobservador.com.uy/nota/adrian-pena-el-partido-colorado-es-la-fuerza-mas-progresista-de-la-coalicion--20217232210

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Adolfo Garcé

Doctor en Ciencia Política, Docente e Investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, UdelaR

adolfogarce@gmail.com .

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