Letrero de Ocean Park en la entrada del balneario

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"Pedía por favor que no me mataran": el testimonio de Gabriel, el vecino de Ocean Park torturado por cuatro argentinos

"Yo solo pedía que por favor no me mataran", relató la víctima de la agresión
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11 de julio de 2023 a las 13:14

El jueves a las 15:30 Gabriel Pérez salió con su bicicleta y una mochila de su casa en el balneario Ocean Park para trabajar. Junto con su familia, el hombre de 46 años elabora y sale a vender conservas y productos orgánicos como salsa de tomates cherry o mermeladas.

Pérez pensó que ese jueves iba a ser uno más, pero todo cambió cuando en el medio de la calle cuatro argentinos lo abordaron, lo agredieron y lo llevaron a prepo a una comisaría acusándolo como "otro más" de los responsables de varios robos ocurridos en la zona.

Una semana después, aún con heridas, Pérez dijo a El Observador que decidió hablar con los vecinos del balneario de Maldonado y con los medios para que "no pasen más" casos como este, y para que los responsables "paguen" por lo que le hicieron.

"Pedía por favor que no me mataran"

Cuando apenas se había alejado una cuadra y media de su casa, a Gabriel le cerró el camino una camioneta Ford Ranger blanca con matrícula argentina, ocupada por una mujer de la misma nacionalidad a la que el hombre conocía de la zona. Era la misma mujer que hace dos semanas le preguntó si había visto a su mascota que se había perdido y que le había comprado una planta.

Sin embargo, ese día la mujer abordó a Pérez diciéndole que era "uno de los chorros". No tuvo tiempo para contestarle antes de que llegara una camioneta Peugeot con tres argentinos. Según Pérez, uno es el novio de la mujer, y es líder de una banda de "motoqueros", y el otro es un argentino que "alquila una casa cerca del mar". Al tercero nunca lo había visto.

Relató que dos de los hombres lo tiraron al suelo y lo mantuvieron agarrado, uno de las piernas y otro del cuello, intentando estrangularlo mientras le ponía las rodillas en la espalda. El suelo estaba mojado porque había llovido el día anterior: Gabriel quedó ensopado y con el agua de una cuneta de la calle en la cara.

"¿Dónde está lo robado? ¿Quiénes son los que roban acá?", fueron las preguntas que empezaron a hacerle los argentinos, mientras lo golpeaban y continuaban apretándolo contra el suelo. "Yo solo pedía que por favor no me mataran, y les dije que no sabía nada", respondió.

A los minutos pusieron de costado en el suelo a Gabriel y continuaron pegándole en la cara, hasta que lo cargaron "como una bolsa" y lo subieron a la Peugeot. Al entrar, aún agarrado y con las rodillas aún en su espalda, vio unos machetes que parecían nuevos y una soga. "Pensé que me iban a matar, estaba al lado de la ruta. Lo menos que pensé fue que me iban a llevar al destacamento".

Tras cinco minutos dando vueltas por el balneario, la camioneta estacionó frente al destacamento de policía de Ocean Park. Los argentinos bajaron a la fuerza a Gabriel y lo metieron en la sede policial.

Mientras pedía a los gritos que le sacaran a esas personas de encima porque lo estaban "matando", uno de los argentinos lo empujó y le dijo a los policías: "Ahí trajimos a otro más". 

Gabriel no es el primer caso de una persona detenida por ciudadanos en Ocean Park. Según indicó, hubo otros dos casos, aunque no sabe si están vinculados entre ellos o incluso si están conectados a los cuatro argentinos. Dijo que "han aumentado los robos" en el balneario, y que una alerta por WhatsApp sobre esta situación llevó a una especie de "psicosis" en la zona, aunque "nada justifica" lo que le pasó.

Un policía le puso unas esposas, algo que nunca le había pasado en su vida –no tiene antecedentes–, y lo encerró en un corredor con rejas. Los cuatro argentinos ya se habían ido.

"Me dijeron que hiciera justicia"

Pérez estuvo 20 minutos tras las rejas, hasta que un móvil llegó para trasladarlo a declarar en Piriápolis, a menos de 20 kilómetros del balneario. Lo llevaron dos policías, un hombre y una mujer, que le decían que su traslado eran "órdenes de arriba" porque lo conocían. Trabajó con el hombre, era su vecino. La mujer era policía comunitaria del balneario, y es vecina de su hija, que vive a pocos kilómetros con su madre.

Gabriel vive hace 13 años en Ocean Park, un balneario pequeño en el que se conocen todos. Además de la venta de conservas, también realiza "changas", obras, en casas de vecinos que incluso le dejan la llave y comida cuando viajan al exterior. 

Antes de llegar a la comisaría de Piriápolis los policías llevaron a Pérez a una policlínica para que le brindaran primeros auxilios. Le dieron dos calmantes por vía oral y continuó su camino hasta la dirección de Investigaciones del balneario. Allí le sacaron las esposas y lo enviaron "al calabozo". "Les decía que no podía ser, que cuándo me iban a sacar", relató.

Gabriel seguía herido, estaba mojado, tenía frío, pero esperó otras dos horas encerrado hasta que lo sacaron para declarar. Contó su historia a los policías, aunque no pudo leer la transcripción de su declaración porque "la letra era chica" y tenía "el ojo todo inflamado".

Se quedó una hora y media más hablando en esa oficina con los policías. "Me dijeron que no podía ser la manera en que lo habían hecho (los argentinos), y me dijeron que hable de lo que pasó, que hiciera justicia", contó Pérez.

De la nada, un efectivo le dijo "bueno, vámonos", y lo llevaron de vuelta a Ocean Park. 

La búsqueda de justicia y los argentinos "neonazis" que ya no están

La primera noche tras la agresión Gabriel no pudo hablar con nadie de lo sucedido por el miedo y por el cansancio, que lo llevó a caer "desmayado" en su cama. Al otro día comenzó a contar su historia a los vecinos, a los que está "agradecido" por su ayuda para buscar justicia.

Pérez denunció a los argentinos, y criticó que con la feria judicial la Fiscalía de Maldonado todavía no ha actuado. Este martes irán con los vecinos a las oficinas de Fiscalía para consultar el avance de la investigación, y no descartan contratar un abogado para cuando tenga que declarar.

Sin embargo, el hombre lamentó que los agresores "ya no están más en el barrio", y podrían estar en Argentina o en otro país. Lo único que supieron de ellos fue por un mensaje por WhatsApp que enviaron al grupo de los vecinos del balneario diciendo: "A Gabi no le pegamos".

El medio FM Gente entrevistó a Pérez y aseguró que los argentinos eran un grupo de "neonazis". La víctima dijo que no los definió de esa forma, sino que lo dijeron "algunos vecinos" que "no están acostumbrados a este grado de violencia, como (pasa) en Rosario", con gente que incluso está "armada ilegalmente".

Aunque Gabriel no puede asegurar que los argentinos sean "neonazis", detalló que forman parte de "un grupo de motos" de cerca de 100 personas. Su líder es el novio de la mujer involucrada, y quien le propinó la mayoría de los golpes. Los vecinos le contaron que ya estuvo involucrado en varios episodios de violencia en distintos lugares del país como San José y El Pinar. También agredió a un vecino en un parador que tenía en Solanas.

Hoy a Gabriel solo le sigue doliendo la espalda, en la zona donde le pusieron las rodillas, y aún no puede abrir la boca del todo. Recién este lunes, a cuatro días de la agresión, se le fue el dolor de cabeza. "Lo que aún me queda es una rabia. Tengo una angustia. Esto no me lo voy a olvidar nunca".

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