Precio récord de alimentos, poco para festejar

El caos está a la vuelta de la esquina

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10 de abril de 2022 a las 05:00

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El precio de los alimentos que mide mes a mes la Organización de las Naciones Unidas a través de la FAO marcó en marzo un nuevo récord por lo alto. El pan y sobre todo el aceite son los que se disparan de una manera nunca vista antes. Por más que a lo largo de este siglo el precio alto e inédito se ha vuelto la norma. Con un clima más inestable, cientos de millones de personas accediendo a los niveles de consumo de las clases medias, crecimiento poblacional persistente y urbanización que lleva a cambios en la dieta con más proteínas y fritos consumidos, es difícil ver como los precios pueden bajar.

Si a eso agregamos un precio de los combustibles volátil, atravesando una transición a marcha forzada hacia las renovables pero que requiere cada vez más etanol de maíz y biodiesel hecho a partir de aceites, los granos usados como combustibles agregan a la suba de los precios.

Y si a eso le agregamos una guerra de gran escala entre dos países fuertemente exportadores de granos, energía fósil y fertilizantes…pues el caos está a la vuelta de la esquina. Como en su momento pasó con el covid, un cambio radical que pocos preveían, y que al principio se pensaba podría ser algo transitorio se va prolongando en el tiempo. ¿Qué pasará si hay dos años de guerra?

Esta semana el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, advirtió que la guerra en Ucrania puede prolongarse durante muchos meses e incluso años, lo que aumenta el riesgo de una guerra entre Rusia y la alianza militar occidental. En Ucrania, ambos bandos se están preparando para una gran batalla por la zona Este del país que probablemente se empantane y prolongue.

De modo que el precio de los alimentos puede seguir en su ascenso por mucho tiempo más. Y no solo eso, la causa principal de esa suba de precios, el cambio climático y la expansión permanente de la demanda, no van a cambiar. 

Casi ni se ha analizado el nuevo informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático que ya no sabe cómo enfatizar más la urgencia en la necesidad de frenar el calentamiento. “Es ahora o nunca” dicen los científicos, pero ¿quién puede prestar atención a las invisibles moléculas de metano mientras los inocentes ucranianos son masacrados como si Europa volviera a 1939?

Esta semana se supo que las emisiones de dióxido de carbono y metano siguen subiendo, el petróleo y el gas se buscan nuevamente con fervor para salir de la dependencia de Rusia y lo que es más grave -especialmente para Uruguay- las emisiones de metano en el mundo se han disparado este año. 

Por segundo año consecutivo, los científicos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) informaron que hubo un aumento récord en el nivel de metano en la atmósfera, junto con un salto significativo en los niveles de dióxido de carbono (CO2).

El análisis preliminar de NOAA de los gases de calentamiento global en 2021, publicado el jueves, se basa en mediciones tomadas en estaciones de monitoreo en todo el mundo. Encuentra que el crecimiento anual en el metano atmosférico durante 2021 fue de 17 partes por billón. Este fue el mayor aumento anual registrado desde que comenzó dicho seguimiento en 1983. Superó el récord anterior establecido en 2020, que era de 15,3 ppb.

Según la NOAA, los niveles de metano en la atmósfera ahora son 162 % más altos que durante la era preindustrial.

Por su parte, los niveles de dióxido de carbono aumentaron en 2,66 partes por millón durante 2021, lo que convirtió a 2021 en el décimo año consecutivo en que los niveles de CO2 aumentaron en más de 2 ppm por año, “la tasa de aumento sostenida más rápida” desde que se empezó a medir hace 63 años.

La última vez que los niveles de CO2 fueron tan altos fue hace entre 4,1 y 4,5 millones de años, cuando los niveles del mar eran unos 75 pies (23 metros) más altos de lo que son ahora y nuestros antepasados habitaban las copas de los árboles. 

Los agricultores son los primeros en padecer las consecuencias del cambio climático. Desde las olas de calor a las sequías o las lluvias excesivas, todo se traduce en producción perdida, menos oferta y más precio.

Cuando el clima deja producir, como se pudo este verano de Paysandú al sur, eso es una oportunidad enorme. Cuando el verano castiga como fue desde Paysandú a Paraguay, pasando por Río Grande del Sur, los cultivos quedan destrozados. 

Pero incluso a un país exportador de alimentos, que logra una buena producción esta situación complica. Genera una inflación que se acerca al 10% por el lado de los productos más sensibles para la población más vulnerable. La suba de tasas que decidió el Banco Central se buscará paliar algo que tiene causas muy profundas y globales que difícilmente vayan a cambiar por una suba de tasas que en lo local frenará a la economía, encarecerá el crédito y presionara a la baja al dólar. Es posible que ayude en una batalla de corto plazo para evitar que la inflación supere el 10% por año. Lo mismo harán la Reserva Federal y el Banco Central Europeo. 

Pero es importante entender los problemas globales que empujan la suba de precios de energía y alimentos, porque son los más graves a los que el ser humano se haya enfrentado y con la lógica bélica de la guerra fría que se ha instalado será muy difícil resolverlos en esta década.

En un contexto tan oscuro, Uruguay puede ser una llamita de esperanza verde.

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