Imagen de bulevar Artigas y la rambla en 1928

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Punta Carretas, balneario con nombre de peñasco

El barrio más austral de Montevideo contiene entre sus límites valiosas entidades que la memoria colectiva se ha encargado de conservar
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25 de enero de 2014 a las 17:26

El barrio más austral de Montevideo, que en los días de verano ofrece vientos frescos y lugares de recreación, contiene entre sus límites valiosas entidades que la memoria colectiva se ha encargado de conservar. Punta Carretas alberga la casona del poeta de la patria, Juan Zorrilla de San Martín, el Club de Golf oficialmente llamado “Parque de las Instrucciones del Año XIII”, el recuerdo de la que fue la cárcel –y muchas de sus historias–, y también la ineludible República de “Parva Domus Magna Quies”

Según Aníbal Barrios Pintos, debe su nombre a un sacerdote francés, Louis Feuilliée, que estuvo por esas tierras por el año 1708. Era investigador y biólogo y le llamó la atención “un cabo que avanzaba en el río, a dos leguas de la punta que cierra la bahía de Montevideo, a causa de las varias rocas que asoman y de otras muy escondidas que están debajo de las aguas. En alguna de ellas reconoció el diseño de una carreta, interpretación que podría ser el origen del nombre del barrio.

Más de 100 años después, el memorioso Isidoro de María ofrecía una versión similar: “Viene este nombre de la configuración atribuida a los peñascos, parecidos a carretas.” Otros dicen que los marinos, que observaban desde el río, la llamaban Punta Brava, porque es una zona peligrosa para los navegantes. Desde el año 1875, una farola advierte de las rocas que se esconden bajo el agua.

Hasta la década de 1880 la región era un desierto. En 1881 se fundó el Hipódromo del Este, pista de carreras de caballos donde funcionó el primer club hípico del país, pero en unos años desapareció ante el surgimiento del Hipódromo de Maroñas. En su lugar se edificó el Club de Golf y en 1915 en la zona se construyó la cárcel, que contribuyó a aislar aún más el barrio.

En 1904 el poeta Juan Zorrilla de San Martín, autor de la Leyenda Patria y de Tabaré, adquirió un solar a Francisco Piria. Desde el fallecimiento de Zorrilla de San Martín el 3 de noviembre de 1931, su casa se convirtió en sede del museo que lleva su nombre.

Llegaron los cambios

Algunos británicos aficionados al golf establecieron los primeros links en Punta Carretas, más adelante se asociaron con clubes de Buenos Aires, otros de Córdoba y Rosario, pero con el tiempo encontraron mejores terrenos y se trasladaron.

Casualmente en febrero de 1911, cuando don José Batlle y Ordóñez volvía de un viaje a Europa, con el barco detenido a la altura de Punta Carretas vio un terreno verde y hermoso y dijo: “Montevideo no debe perder ese espacio verde.” En ejercicio de la presidencia lo expropió pensando en la construcción de una ciudad deportiva, pero debido a las condiciones climáticas de la zona le aconsejaron que el golf era el deporte más adecuado para el lugar. Así nació el Uruguay Golf Club.

Durante muchos años la cárcel de Punta Carretas fue considerada modelo de seguridad casi inexpugnable, pero el tiempo demostró que no era así.

Desde allí se produjo una de las fugas más espectaculares de la historia, a través de un enorme boquete que comunicaba con un túnel que contaba con luz eléctrica y sistema de ventilación. Terminaba en las duchas de la cárcel y tenía su boca inicial en la vereda de en frente, en la Carbonería del Buen Trato, por donde se produjo la fuga que duró seis días en marzo de 1931.

Otras fugas por medio de túneles se produjeron en 1971, 1972 y 1986, que, fracasadas o no, hicieron que se pensara en la supresión del establecimiento. El edificio se vendió para construir el Punta Carretas Shopping Center, inaugurado en 1994. Fue la mayor transformación de la zona. Punta Carretas pasó de ser un barrio silencioso y familiar a una zona bulliciosa que modificó el estilo de sus habitantes y el valor de las propiedades.

Parva domus

La República de Parva Domus está ubicada en bulevar Artigas y Parva Domus y ocupa una amplia casona, rodeada de un parque arbolado y esculturas.

Desde hace más de 100 años existe en Montevideo como una pequeña nación independiente, con ciudadanos, sistema de gobierno, gabinete ministerial, leyes y cuerpo diplomático. Lo componen alrededor de 180 personas que quieren vivir de una manera ideal: practicar la justicia, el buen humor, la alegría, la buena voluntad. Entre los parvenses se encuentran destacados profesionales, empresarios, gobernantes; que una vez que atraviesan el umbral de la casona, que marcan dos ánforas que contienen agua del río Leteo, son todos iguales, no hay diferencias ni privilegios, tampoco pasado.

Sus leyes nunca han sido modificadas, la constitución les prohíbe hablar de política, de religión, de fútbol, de trabajo, de mujeres y menos de la importancia propia. Según afirman sus ciudadanos, intenta ser la república más humana, democrática y civilizada del mundo, posee el secreto del buen vivir y la convicción de que, como seres humanos, somos todos iguales.

Tutelando el espectáculo se eleva solemne y vertical el Faro de Punta Carretas. Como todos los días desde 1886, destellará sin faltar ni una sola vez, con un resplandor rojo y otro blanco cada cinco segundos

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