Qué debes hacer cuando un jefe desconsiderado te deja esperando

Si decides irte, tendrás la satisfacción de haber preservado tu dignidad

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30 de enero de 2020 a las 16:08

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Por Pilita Clark

El otro día un amigo mío hizo algo que yo siempre he querido hacer, pero que he sido demasiado cobarde para intentar. Él no esperó a un director ejecutivo muy desconsiderado quien lo había dejado esperando para una reunión. El resultado fue tan alentador que me hizo pensar que más personas deberían hacer lo mismo.

Mi amigo, Ken Hudson, es un consultor de negocios australiano y hace dos semanas se presentó en la oficina de una organización razonablemente bien conocida en Sídney para una reunión de media hora con su director ejecutivo.

El director ejecutivo había confirmado la reunión a la 1:00 pm en un correo electrónico personal dos días antes, por lo que Hudson, quien había llegado antes de tiempo, le dijo a la recepcionista que le avisara que estaba en el vestíbulo y que estaba feliz de esperar hasta la hora programada.

A la 1:10 pm, todavía estaba esperando. A la 1:15 pm, estaba molesto. ¿El director ejecutivo definitivamente sabía que estaba allí? "Él sabe", dijo la recepcionista. Dos veces. A la 1:20 pm, sin noticias del director ejecutivo y con otra reunión a la que tenía que asistir, mi amigo se fue.

Esa noche, publicó una pregunta en LinkedIn: ¿era razonable irse después de haber estado esperando 20 minutos sin explicación para una reunión de 30 minutos? ¿O eran éstas las nuevas reglas del juego? "Estaba realmente interesado en la respuesta", me dijo la semana pasada, explicando que había estado fuera de la vida corporativa diaria durante años y, por lo que sabía, era ingenuo esperar la puntualidad en el apresurado mundo de los negocios de hoy.

La gente en LinkedIn le aseguró que había hecho lo correcto y que el comportamiento del director ejecutivo era deprimentemente común. Muchos dijeron que habían adoptado una regla para irse después de haber esperado 15 minutos. El propio director ejecutivo pareció confirmar la sabiduría de este enfoque. Envió un correo electrónico al día siguiente para disculparse y organizar una nueva reunión, esta vez de una hora.

Aun así, no quedé completamente convencida. Por un lado, mucho depende de quién estés tratando de ver. Angela Merkel y el Papa Francisco se encuentran entre los muchos líderes que se han quedado esperando para el notoriamente impuntual Vladimir Putin. Tenían pocas opciones. Yo también esperé la noche en que me senté hasta la 1:15 de la mañana en una habitación de un hotel en La Habana con un ministro de Asuntos Exteriores esperando una reunión con Fidel Castro, quien finalmente suspendió la cita. Si el director ejecutivo del Financial Times está leyendo esto, sabe que puede hacerme esperar más de 15 minutos cada vez que quiera, siempre que quiera mantener mi trabajo. Sin embargo, cuanto más pensaba en el asunto, más podía ver que sí había momentos en los que irte cuando te han dejado esperando tiene sentido.

Para empezar, los estudios sugieren que una reunión que no comienza a tiempo es problemática. En una reunión que comienza incluso 10 minutos tarde, la frustración que siente la gente parece extenderse a la reunión misma, escribe el académico estadounidense Steven Rogelberg en su libro de 2019, “La sorprendente ciencia de las reuniones”.

AFP

Es más probable que las personas se interrumpan mutuamente y, en general, las reuniones tardías producen menos ideas nuevas o buenas. Esto es lamentable teniendo en cuenta que los estudios del profesor Rogelberg también muestran que las reuniones tienden a comenzar tarde 50 por ciento de las veces.

Las cosas pueden ser diferentes cuando se trata de una reunión individual, especialmente una entrevista de trabajo. Pero incluso entonces, estar esperando sin ningún motivo debería ser una advertencia de que ésta es una organización que debes evitar. En última instancia, el mejor argumento para irte cuando te han dejado esperando es la profunda satisfacción de preservar tu dignidad, especialmente si es posible seguir el ejemplo del inversionista escocés, Hugh Hendry.

Hendry es un ex administrador de fondos de cobertura que una vez voló del Reino Unido a Brasil para reunirse con el director ejecutivo de una compañía en la que uno de sus fondos tenía una participación de casi 5 por ciento.

Cuando llegó, lo mantuvieron esperando en una oficina con paredes de vidrio desde la que podía ver al director ejecutivo, según afirmó después en el sitio web de noticias para inversores, ValueWalk. Finalmente, una mujer joven sin experiencia práctica en el negocio salió para decirle que el director ejecutivo estaba ocupado pero que ella podía responder sus preguntas.

El furibundo Hendry sacó su teléfono y le dijo que tenía el número de su operador comercial en marcación rápida y que vendería 1 por ciento de su inversión por cada cinco minutos que su jefe no se materializara.

"Él no se apareció, por lo que pensé, 'jódete' y vendí todo”, dijo. "Tuve suerte porque en realidad las acciones tuvieron un desempeñó terrible". Podría haber sucedido al revés, por supuesto. Pero incluso si así hubiera sido, estoy segura de que el dolor de la pérdida habría sido mitigado por la simple alegría de la venganza.

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