Rama, Rodó y la Biblioteca Ayacucho de Venezuela

Doctor en ciencia política y periodista. Autor del libro “Venezolanos en el Uruguay” (2019).

Corre el año 1974 y en Venezuela el proyecto del recién electo presidente Carlos Andrés Pérez empuja un desarrollo sin parangón apoyado en el aumento del precio del petróleo. El país crece a un ritmo acelerado. La democracia está en su clímax y la economía le acompaña con una prosperidad prodigiosa. Se ejecutan obras de toda índole y se ambicionan plataformas de incidencia hemisférica para posicionar a la nación como faro del bienestar democrático en América Latina. Buena parte de la región está sometida a dictaduras militares. Dirigentes políticos, periodistas, intelectuales, académicos huyen al extranjero. Venezuela acoge a miles. El país es una locomotora que no descansa. Genera empleo, prosperidad y estabilidad política a quienes salen despavoridos por la mano dura del gendarme. 

Cuando Pérez llega al poder miles de uruguayos ya llevan varios años exiliándose en Venezuela. Se ubican rápidamente en las universidades, en empresas públicas y privadas, y surgen emprendimientos de todo tipo. Llegan con sus ganas de trabajar, su técnica y su deporte. Y también con su literatura y sus ideas políticas. El talento uruguayo se integra y es parte de la sociedad, al igual que argentinos, chilenos, brasileños, centroamericanos, europeos, asiáticos…

En 1972 el escritor y editor uruguayo Ángel Rama se había radicado en Venezuela. Poco después recibió la nacionalidad venezolana porque el régimen uruguayo le había retirado su pasaporte. Ese mismo año, en un congreso universitario en México, Rama expresó la necesidad de un proyecto editorial que releyera y difundiera los libros clásicos de los grandes escritores latinoamericanos. La apuesta buscaba movilizar el pensamiento en la región. Ese proyecto se haría realidad apoyado por el auge de los tiempos de Pérez. En contacto con el escritor y poeta venezolano José Ramón Medina, Rama pudo dar forma a esa idea. En 1974 Medina llevó la propuesta ante el presidente Pérez “y este, sin dudar un momento me autorizó para presentarle un proyecto de decreto y los nombres de quienes podían integrar la Comisión Directiva”, dijo Rama (*). Así nació la editorial Biblioteca Ayacucho. El nombre acordado homenajea el sesquicentenario de la Batalla de Ayacucho, dirigida por el venezolano Antonio José de Sucre en 1824. La pelea selló el final del dominio administrativo virreinal español en América del Sur. Era una apuesta latinoamericanista por todos los flancos.

Medina como presidente de la Biblioteca Ayacucho y Rama como director literario. Fundadores y principales impulsores de esta ambiciosa iniciativa con decidido apoyo estatal. De inmediato comienza a tener repercusiones y se posiciona como una plataforma de difusión de la riqueza literaria latinoamericana e inunda librerías de todo el hemisferio. Tiende redes con editoriales, medios de comunicación, intelectuales, espacios de discusión. Se convierte en un fenómeno de alto calado. La impronta de Ángel Rama se hizo fundamental en el éxito del proyecto. El uruguayo tendió contactos y estableció conexiones con el mundo literario dentro y fuera de América para diversificar las colecciones con lo más granado de la producción regional.

La Colección Clásica, el principal y más largo repertorio de libros de la Biblioteca Ayacucho, editó su primer número con una compilación de documentos y discursos de Simón Bolívar. Se llamó Doctrina del Libertador. El segundo número fue el poemario Canto general de Pablo Neruda. El tercero fue una edición conjunta de las obras Ariel y Motivos de Proteo de José Enrique Rodó. Y ahí estaba el sello de Rama. Esta colección lleva 253 números a la fecha, y se les suman otros cientos de libros de las otras colecciones de la Biblioteca.

Para el mencionado tercer número de la Biblioteca, Rama reunió dos obras principales de Rodó. Convocó a Carlos Real de Azúa para que redactara sendos prólogos en ambos textos, y él mismo, como director literario, estuvo a cargo de los comentarios sobre la edición. Un libro de uruguayos que nos habla de esas historias menudas, puntos que se unen como constelaciones, para contarnos la buena nueva del encuentro entre nuestros pueblos, de lo positivo de la integración, de que somos lo mismo, un “nosotros” más grande. Rama reeditó a Rodó, que ya era un símbolo del latinoamericanismo, y difundió su pensamiento desde Caracas a través de esta formidable plataforma. Uruguayos en un proyecto que salió desde Venezuela a todo el mundo. Latinoamericanos todos.

En estos días en los que el Día del Patrimonio celebra los 150 años de José Enrique Rodó, vale detenerse en cómo su pensamiento reformador, que penetró ampliamente en las ideas latinoamericanas, fue también un puente para el encuentro. La obra de Rodó despertó discusiones y desafió las ideas del momento. Agitó el debate en la región y el mundo. Se editó y reeditó influyendo en una inmensa cantidad de lectores.

Entre Venezuela y Uruguay no solo hay un vínculo por la recepción de exiliados al calor de las dictaduras. En los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado miles de uruguayos migraron a Venezuela. Y desde 2015 a la actualidad, a ojos vista está que miles venezolanos llegaron al Uruguay por la misma razón. Esa historia compartida es más rica de lo que creemos. Narra la vida de esas personas que fueron hasta allá o que vinieron acá. Nos hablan al oído. Reflexionar sobre esas vivencias, escribirlas, leerlas, nos hace parte, nos integra.

(*) Tomado del texto “Ángel Rama en la Biblioteca Ayacucho y viceversa”, de Facundo Gómez, publicado en 2019 en la revista A Contra Corriente.