Ricardo Piñeyrúa
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ENTREVISTA

Ricardo "El Profe" Piñeyrúa y los 30 años de 13 a 0: de los prejuicios del inicio a los momentos más emotivos

El conductor habla sobre la influencia de su histórico programa, de su trabajo en TV Ciudad y de su trayectoria, en el marco de las celebraciones del aniversario del programa deportivo
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24 de septiembre de 2023 a las 05:03

La excusa son los 30 años al aire de 13 a 0. Ricardo Piñeyrúa, “el Profe”, ha sido el capitán de esa nave desde 1993, y por lo pronto no tiene intenciones de bajarse. El viaje ha tenido cientos, miles de estaciones: algunas muy emotivas, otras absolutamente locas, otras complejas.

Es un programa que tiene entre sus emisiones más recordadas dos donde no se habló de fútbol, el que, en teoría, es el tema principal del ciclo. Una fue la transmisión del día que murió el histórico líder frenteamplista Líber Seregni; otra, un programa de seis horas donde se habló de alpargatas. Cualquier similitud con los streams más populares de la actualidad no es coincidencia, solo que en la vieja y tradicional radio.

El programa que nació como Fútbol & compañía en Nuevo Tiempo, pasó a El Espectador y cambió de nombre, que volvió a su título original cuando saltó a Del Sol y que recuperó el más conocido tiempo después, cuando la 810 AM fue adquirida por el Grupo Magnolio, ha tenido de todo. Ha sido un semillero de comunicadores que, curiosamente, en su mayoría no se han dedicado, o al menos no exclusivamente, al periodismo deportivo: Rafael Villanueva, Martín Rodríguez, Wilmar Amaral y el hijo de Ricardo, Jorge Piñeyrúa, han sido algunos de ellos.

Buena parte de esos nombres han pasado en estas semanas por los micrófonos del programa, en el marco de una celebración en cuatro partes con la que Piñeyrúa y el resto de 13 a 0 están conmemorando sus tres décadas: estas visitas, la transmisión del Uruguay-Chile por Eliminatorias del pasado 8 de setiembre, donde participaron varios exintegrantes del ciclo, y dos que están por venir. Una será un programa especial y show musical en noviembre, en Sala Magnolio, y la otra será un documental, actualmente en proceso de rodaje, que tendrá –por supuesto– trece capítulos.

Entonces, esa es la excusa para hablar con Ricardo Piñeyrúa. Los 30 años del programa. Que también, por extensión, significa hablar de su vida, de su trayectoria. Una charla en la que hubo lugar también para su trabajo en TV Ciudad, para su vida antes de los medios y hasta para el hecho de que sus hijos, Jorge y Verónica, hayan seguido sus pasos tanto en la comunicación como en la educación física.

¿Imaginabas cuando empezó el programa que podía durar 30 años?

Empecé a trabajar en radio en CX30, por 1986 en las transmisiones de (Néstor) Moreno y (Raúl) Barizzoni. Entré como una especie de segundo comentarista, participando del programa, y estuve hasta que el equipo se disolvió después del Mundial de 1990. Ahí tuve algunos pasajes por distintos lados, entre ellos en El círculo de los deportes, en Alfa FM, con Sergio Gorzy. Y ahí salió la idea de hacer algo en Nuevo Tiempo, que en ese momento se había armado con Jorge Traverso y Néber Araújo al frente. Lo invitaron a Gorzy, él se fue al tiempo, y la radio me ofreció quedarme. Y a mí me había pasado, en ese momento, un “accidente comercial” para llamarlo de alguna manera, me fue muy mal y me quedé sin nada. Y dije “bueno, la radio es lo que tengo, hay que empezar a meterle”.

Nunca proyecté las cosas como para decir “esto me va a durar toda la vida”, es más, en un mal momento de El Espectador pensé que se terminaba. No sabía si iba a encontrar otra radio, incluso tuve alguna conversación con M24 y alguna gente más hasta que justo surgió Del Sol, que fue la salvación. En estos 30 años es increíble la cantidad de cosas que hicimos, y está mal que yo lo diga, pero en realidad 13 a 0 es una marca reconocida, chau. Cuando nosotros empezamos a decirle 13 a 0, el nombre completo era 13 a 0 Radio Deportiva, y no sabíamos cuál de los dos iba a quedar, y al principio era un poco vergonzoso decirle a la gente, “bienvenido a 13 a 0”, era una cosa muy rara, pero la verdad que fue quedando y es un nombre muy especial y yo creo que hicimos un buen trabajo. Tuvimos claro a quién apuntábamos, qué era lo que pretendíamos, cómo llegar, cuáles eran nuestros objetivos y todas esas cosas ahora ya están tan naturalizadas que ni las pensamos, pero en aquel momento tuvimos como un protocolo de lo que queríamos hacer.

¿Cómo era ese protocolo?

Nuestro público era el de la Tribuna Olímpica, ese público que va al estadio, mira a su equipo, putea al juez, pero cuando sale del estadio se va para la casa y ya está, se olvidó de todo. No el que va a estar toda la semana escuchando noticias de fútbol. Había que sacarle drama al fútbol, había palabras que estaban prohibidas: fracaso, desastre, horrible. No se decía “jugó horrible”, sino “no fue un buen partido”. No discutir lo que pasaba en la Asociación Uruguaya de Fútbol, ni la política del fútbol, centrarnos en los jugadores, los técnicos, el juego y las personas. Y acá estamos.

Ricardo Piñeyrúa

¿Sintieron algún prejuicio con esa postura, quizás en los primeros años?

La primera cosa que hicimos cuando empezamos a transmitir fútbol fue no poner murgas. Nosotros pasábamos rock, o música popular. Y después hubo otras cosas que también lo generaron. Nuestros vestuaristas eran los que entrevistaban a los jugadores y técnicos. En aquella época, y todavía se sigue usando, el vestuarista les pone el auricular y los conecta con los que están en la cabina. Nosotros ya de entrada marcamos una diferencia, y claro, los vestuaristas eran Jorge Piñeyrúa y Gonzalo Delgado, que llegaban con el pelo largo y la camiseta de los Rolling Stones, y chocaban. En un período éramos los raros, no nos dejaban entrar en el círculo. Muchos años después un gran relator del fútbol uruguayo dijo “lo que pasa es que ustedes son caviar y nosotros mortadela”. Un poco exagerado, pero marcaba lo que se percibía. Hasta nos pasaron cosas como que se quisieron llevar preso a Delgado, porque creían que era un hincha, no un periodista. En ese sentido nos costó un poco, pero más con los colegas que con el público o la gente del fútbol, que empezaron a sentir que nosotros los íbamos a llamar y les íbamos a preguntar cosas que los demás no les preguntaban, y a tratarlos de otra forma menos seria, o agresiva. Tampoco era nuestro objetivo que el mundo del periodismo nos aceptara, pero, claro, también después de 30 años casi somos los más viejos, o por lo menos yo (risas).

Y el programa terminó generando una suerte de culto, un público que lleva la escucha de 13 a 0 como bandera.

Sí, esa es de las cosas más lindas. Nosotros siempre hemos tratado de tener mucho cuidado con nuestra vinculación con la gente desde dos puntos de vista. El primero es el respeto. La gente no es boba, entonces hay que tratarla bien y hay que tratar de darle un mensaje claro. Lo que nosotros decimos en el programa es lo que a nosotros nos parece, pero no es la verdad, que la van a construir escuchando las distintas posiciones, nuestras y las de afuera. La gente sabe lo que yo pienso de todo, lo he hecho el público de todo, desde la política hasta lo que sea. Y lo que yo trate de hacer durante toda mi vida fue transmitir que lo que yo decía era lo que yo sentía, y lo hago con honestidad, y no lo hago con la intención de engañar. Y el otro, era tratar de que no te gane el club de amigos, porque ese también es un peligro. Hay un grupo de gente que te escucha, que es hincha tuya, que te escribe y te dice “son unos fenómenos”, y vos te crees eso. Pero eso es una burbuja.  Entonces, siempre tratamos de tener cuidado de no ser complaciente con lo que hacemos, y de ir cambiando a medida que las cosas se modifican. Antes el vestuarista entraba con el handy a la ducha, hacían las notas abajo del agua. Eso no existe más, entonces tenés que buscar de qué manera presentar las cosas. Así como hace muchísimos años que nunca nos planteamos “¿de qué vamos a hablar?” cuando empieza el programa, hay otras que son pensadas. Y tengo la sensación de que nos alejamos cada vez más del fútbol, cada vez hablamos de más cosas pero que en realidad, en ese horario y para la gente que nos escucha, eso es más entretenido que una noticia de fútbol.

Con las visitas de los exintegrantes del programa, ¿fuiste consciente de que ha sido una escuela, de alguna forma?

Consciente no, pero me fui dando cuenta de que tenía una capacidad para elegir gente, por decirlo de alguna manera. Ahora ya no pasa tanto, pese a que cada vez hay más gente estudiando Comunicación, pero hubo épocas en que todos los días venían dos o tres muchachos. Y siempre recibo a todos. Para conocernos, porque un currículum no dice nada. A todos les pregunto lo mismo: "¿qué es lo que quisieran hacer?” Y si me dicen “me gustaría opinar de fútbol”, le digo que no, para opinar ya somos muchos. Ahí ya te das cuenta de que lo que pretende no es lo que vos querés, que es alguien que traiga algo nuevo, que refresque. Y en ese sentido creo que hemos tenido puntería. Creo que más que una escuela es dar oportunidades para que la gente haga y se equivoque, porque la única manera de crecer es equivocando, y la única manera de crecer es haciendo. Y yo siempre sentí que a medida que los demás crecen, yo crezco, entonces nunca le trabamos la salida a nadie, si tenés una propuesta, ándate. Si querés achicar el horario, achicalo. Porque eso, además, significa que si se van vendrán otros nuevos, y las cosas se renuevan y cambian.

También me llamó la atención, repasando las trayectorias de quienes han estado en estas semanas en el programa, que no necesariamente todos siguieron vinculados a la cobertura de deporte.

Hay una cosa que me causa risa en las radios porque a veces yo veo que van a hacer una transmisión, y es como si se fuera a acabar el mundo. Nosotros vamos a los peores lugares, con todas las dificultades, donde están las líneas, si hay internet, si no hay internet, como te ponen, si llueve, si no llueve, y eso también le da a quienes trabajan ahí una capacidad para resolver situaciones. Entonces después cuando tienen que hacer salir a otro medio, o en el mismo medio, hacer algo que es diferente, un móvil de política o una entrevista, lo hacen bárbaro. Yo me daba cuenta en El Espectador, que hacíamos las grandes transmisiones de las elecciones, que los pibes que hacían en los mejores móviles eran los de 13 a 0, porque estaban acostumbrados a eso. Además de que muchos hacían también otras cosas en la misma radio. Cuando hablo con la gente que viene porque quiere estar en el programa, lo que les digo es “nosotros no hacemos fútbol, nosotros hacemos radio". Te tiene que gustar la radio, si te gusta mucho el fútbol, andá a jugar. Te tiene que gustar la radio, o bueno, ahora las redes, la comunicación, no necesariamente porque te guste el fútbol vas a ser bueno en esto.

Ricardo Piñeyrúa

Cuando miras estos 30 años, ¿qué momentos, programas son las que recordás?

Hicimos cosas increíbles. Cuando empezamos, habíamos conseguido tres avisos, y uno era de unas galletas Bauducco. Y me acuerdo de que repartíamos las galletas en el Estadio. Uno que me nombran mucho fue el programa que hicimos cuando murió Seregni. Ese día no había fútbol, no sé si había huelga como ahora o qué. Yo llegué a la radio, me había llamado mi madre para decirme que había muerto Seregni y yo estaba muy angustiado. Y estaba Santiago Díaz en la radio, y me preguntó “¿qué vamos a hacer?”, y le dije para hablar de él.  Y entonces empezamos un programa en que simplemente empezamos a hablar y yo sentí que se produjo como una cosa colectiva, empezaron a llover miles de mails, de mensajes, de llamadas. Y al otro día, en el velorio, la gente hablaba del programa. Ahí sentí el valor que tiene la comunicación, como un medio en un momento determinado, por determinadas circunstancias, mucho más allá de ideas políticas, es capaz de resumir el sentimiento de una parte de la sociedad, fue tremendo. Después recuerdo la vez que casi nos pegan en la final de la Libertadores de 2011 los hinchas del Santos, las transmisiones de Sudáfrica 2010, de la primera transmisión de Álvaro González Márquez como relator. Fue en una Liguilla, se había ido el relator, y habíamos decidido probar en esos partidos. Estábamos en la puerta de la cabina en el Estadio, Álvaro me miró y me dijo “me gustaría que me probaran”. Y entró y empezó. A veces es solamente descubrir que una persona quiere hacer algo y ese era el momento para que lo hiciera.

¿Definirías a 13 a 0 como el lugar donde aprendiste a liderar?

Yo venía con experiencia, trabajé en la Asociación Cristiana de Jóvenes como líder, después fui director del sector deportivo de AEBU y ahí trabajaba con 25 profesores, con los problemas de cada uno. En ese sentido, creo que cuando llegué a la radio para empezar a hacer esto ya tenía una experiencia de trato con gente, y en trabajos donde hay egos. Hay algo que me dicen y que lo tomo y es que cuando hablo con la gente los escucho, porque me parece que en la construcción de un grupo humano es muy importante que quien tiene la responsabilidad de tomar decisiones, sepa escuchar, sepa comprender además que efectivamente los problemas de las personas afectan tu trabajo y que a veces vos ves que alguien no está bien y no cuesta nada acercarse a ver si está cansado, si necesita algo. Y es preferible que se vaya a que haga algo mal o que termine peleándose con un compañero por una pavada. Y además estoy viejo. La edad también te da más tranquilidad. Hay cosas como que empezás a percibir que no son tan importantes, decir “no dimos la noticia de...” Si no la dimos, no la dimos. El que está acá no la escuchó, y la va a escuchar cuando se la digamos nosotros.

¿Eso es dejar de lado la lógica de competencia que rige los medios?

Cuando empezamos la postura fue “nosotros vamos a competir con nosotros, no con otros”. O sea, nuestra discusión es qué es lo que hacemos nosotros y cómo lo hacemos, y qué hacemos para mejorar. No pensar cómo le gano al otro, qué hago mejor que el otro, porque si no terminás imitando cosas. Porque Álvaro es un relator que no tiene el estilo de nadie. Y la forma en que nosotros hacemos los comentarios y la forma en que hacemos los entrevistas y las cosas, es diferente. No digo que sea mejor, es diferente. Y hay público para todo. Y eso es una cosa que uno aprende acá. Nunca vas a tener la unanimidad de apoyo, porque hay gente a la que no le gusta lo que vos decís y punto. Un tipo una vez me dijo “sos muy bueno, pero sos muy aséptico. No me gusta, no hablás fuerte”. Quería que dijera que el jugador es un burro y que lo echen. Y no lo voy a hacer.

Ricardo Piñeyrúa

Hace un momento mencionabas la importancia que le das a la escucha, y eso es algo que hacés también en Ideas cruzadas, tu ciclo de TV Ciudad. ¿Te interesa llevar esa postura a tu trabajo en los medios?

Venía de La letra chica, que fue brava, nos dieron palos por todos lados. Y en un momento determinado planteé que en realidad no era lo que me gustaba. Yo no me siento periodista. Tienen otra cabeza, otra forma de pensar, lo que buscan es diferente a lo que a mí me gusta, que es descubrir lo que piensa la gente y hablar. Entonces, cuando me fui de La letra chica, les planteé que me gustaría hacer un programa que fuera un diálogo, un intercambio de ideas, pero que sobre todo fuera una conversación. Y bueno, me plantearon esto que me encanta. Obviamente TV Ciudad no tiene un gran impacto, pero hay mucha gente que lo disfruta y que descubre lo que piensan determinadas personas. Y creo que la conversación es algo que hemos perdido por la forma de vida que tenemos, por el apuro, por el enojo no conversás con lo que piensan diferentes, te peleás, te insultás. Y la construcción de ideas se da conversando, no hay otro camino. De alguna manera, lo que estoy haciendo en televisión es lo que hice durante 30 años en 13 a 0. Sale un tema y hablamos de eso.

Tus hijos siguieron tus pasos en tus dos carreras, Comunicación y Educación Física. ¿Cómo lo tomaste vos?

Jorge también hizo Educación Física, no la terminó porque empezó a trabajar en los medios y se transformó su carrera. Y Verónica también, somos todos profes de Educación Física, mi nieto mayor está estudiando Educación Física y uno de los hijos de Jorge va a estudiar Educación Física. Es la profesión de familia, porque mi padre y mi hermano también eran deportistas. A mí me encantó que lo hicieran. Yo siempre digo que Jorge no entró a los medios por mí, él llegó a Fútbol & Compañía por Rómulo Martínez Chenlo, porque no se animaba a decirme a mí. A mí me da mucho orgullo verlo porque yo sé que tiene mucha más capacidad de lo que la gente cree. Porque él también vende un personaje, pero tiene una cabeza tremenda. Y bueno, la prueba está el rol que cumple en Magnolio.

¿Es raro que sea tu jefe?

No, no.(risas). Nunca tengo un problema, y además es muy cuidadoso, muy delicado. Cuando hay algo que resolver lo hablo con Iñaki Abadie, nunca con él.

En una entrevista con La diaria del año pasado, deslizaste la idea del retiro. ¿La evalúa?

Por ahora no. Me resulta muy difícil imaginarme no haciendo nada. Hay muchas cosas que me gustan, pero la radio es… En mi casa se ríen porque dicen que cuando vengo a la radio vengo a terapia, porque no importa lo que haya pasado en el día, después que termino el programa termino de una manera totalmente distinta, con una paz... Porque en definitiva en la radio vos te abrís y decís lo que sentís y lo que pensás. Entonces me cuesta mucho imaginarme no haciendo radio. Me cuesta menos imaginarme no haciendo televisión. Quisiera seguir haciéndolo, pero no es lo mismo que la radio. Y estoy pensando en un programa de radio que sea otra cosa. Un 13 a 0 pero de otra cosa. Es muy difícil cuando llegás a mi edad y te sentís bien, porque no es lo mismo que estar bien. Hay un cuento de fútbol de un jugador que es muy bueno pero van pasando los años y cada día es menos bueno. Un tipo con tanta tranquilidad que duerme la siesta en el entretiempo. Y nadie se anima a decirle que no puede jugar más, hasta que un día no lo despiertan. Entonces y siempre digo “no me dejen dormir la siesta”.

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