Mauricio Rosencof en junio de 2021. Foto de archivo

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Rosencof: “No tengo que reconocer nada, porque todo lo que tenía que reconocer ya lo reconocí”

En su nuevo libro Con la raíz al hombro el escritor, periodista y militante político y social traza una fuerte defensa del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros
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22 de agosto de 2023 a las 05:00

Con 90 años cumplidos el 30 de junio, Mauricio Rosencof acaba de publicar Con la raíz al hombro, un libro que recuerda y recorre su trayectoria como militante social y político.

El libro es una reivindicación del Movimiento de Liberación Nacional. Mezclando recuerdos con viejos artículos de prensa y documentos desclasificados de Estados Unidos que confirman los planes de Brasil de invadir Uruguay si el Frente Amplio ganaba las elecciones de 1971, Rosencof vuelve atrás en el tiempo.

Cumpliste 90 años y publicás este libro, que rescata tu recorrido político y su experiencia en el MLN. ¿Te sentís más tupamaro que escritor, dramaturgo o periodista?
Con la humildad que me caracteriza, te repito unas palabras que hago mías. Cuando Moisés pierde el cordero y se encuentra con la zarza ardiendo, y le pregunta: “¿Y tú quién eres?”, Moisés oye de parte de la zarza ardiendo: "Yo soy el que soy".

El libro comienza contigo y Sendic coincidiendo en una huelga de los peones de las arroceras. ¿Se conocieron allí?
Nos conocíamos del movimiento estudiantil, pero como periodistas nos encontramos en La Charqueada, en 1956, en esa huelga que nos marcó. Yo estaba trabajando en la sección Justicia de El Popular y Enrique Rodríguez, que era el director del diario, me mandó allá porque había estallado una huelga de trabajadores arroceros. Iba como periodista, pero también como publicista, como organizador, como todo. Llegar era dificilísimo porque había un solo bus calandraca que iba desde Treinta y Tres y no tenía hora de salida, ni de retorno, si es que retornaba. Yo me sentía el representante de la prensa, pero en eso cayó otro periodista, con una Kodak colgando al cuello. Era el Bebe, que venía por El Sol.

El libro incluye un artículo de Sendic sobre esa huelga –muy bien escrito- publicado justamente en El Sol. Ese y otras viejas crónicas incluidas en el libro, ¿las tenías guardadas?
No, hubo que rastrearlas. Tenemos un archivo mental misterioso: entrás a tocar temas que hace tiempo no tocabas y te saltan neuronas desde algún sitio, y se van acumulando, se apretujan. Yo salí de la cárcel sin biblioteca y sin archivo.

Volvamos a la huelga arrocera. ¿Sendic y Rosencof descubren la miseria de ese interior profundo en aquella oportunidad?
Su intensidad, sí. Y eso que él era de Chamangá y yo de Florida, pero éramos citadinos. El feudalismo era un poroto al lado de esa realidad. No tenían seguridad social, ni asistencia médica, ni locomoción. No tenían plata. ¡Les pagaban con tarjeta de cartón!

Supongo que esa realidad era desconocida entonces en Montevideo.
Años después, cuando el Bebe trae a Montevideo la primera marcha de los cañeros, vos tenés que ver lo que era la plaza Libertad. La gente se paraba a mirar los peludos, ¿de dónde vienen? ¿de África? ¿de Marte? Tengo una imagen grabada: venían seis, siete peludos y uno me preguntó, al ver pasar un trolley: ¿los ómnibus van colgados de esos dos fierros?

El libro pone especial énfasis en esas situaciones. El mensaje parece ser que la Suiza de América fue un cuento, o un espejismo... ¿Qué fue?
Fue el oportunismo de una frase dicha por un periodista y que gustó para mostrar que como el Uruguay no hay. Porque la verdad es que los cantegriles fueron creciendo a partir de los pueblos de ratas que se fueron vaciando. Fijate las cosas que se cuentan de las misiones sociopedagógicas de Julio Castro. ¡Y las que yo viví! Estábamos en una marcha, había un gurisito que estaba enfermo, tenía mucha fiebre y no había médicos, ni remedios, ni un carajo. Van a “curar” al gurisito en un monte de eucaliptus. Traen una lata que había sido de duraznos en almíbar. Le ponen agua y, prenden unas brasas. El curandero selecciona las brasas y las arroja a la lata, junto con unas palabras, que son vitales. Según reaccionen las brasas, si se quedan en el fondo o suben, depende el diagnóstico. Y las palabras, que no me querían decir porque no se puede, pero finalmente me las dijeron y las recuerdo fueron: “Mal, malino; asigún entraste, tú haigas salido, yo te corto en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén”. Esa era la ASSE que tenían los pobres.

Las marchas de los cañeros tuvieron un gran impacto en la opinión pública. El libro cuenta otra historia, donde con ingenio y organización, los cañeros logran cobrar un dinero que se les adeudaba en Bella Unión. ¿Denunciar, movilizarse, organizarse no era un buen camino? ¿Era necesario tomar las armas?
No fue un pasaje automático. Ya en un comienzo se plantea el tema de la tierra: había una estancia de 30.000 hectáreas de los Silva y Rosas que no se trabajaba para nada. ¡Imaginate vos! Luxemburgo debe tener esa superficie. Nadie trabajaba esa enorme estancia, estaba totalmente baldía. O sea que nuestro inicio fue político. Los cañeros eran golpeados, palo y palo. Cuando van a los montes del Itacumbú los rodean la policía y el Ejército. La primera acción, el robo del Tiro Suizo, fue para que los cañeros tuvieran algo más que el cuchillito para picar naco.

"Con la humildad que me caracteriza, te repito unas palabras que hago mías. Cuando Moisés pierde el cordero y se encuentra con la zarza ardiendo, y le pregunta: ´¿Y tú quién eres?´, Moisés oye de parte de la zarza ardiendo: ´Yo soy el que soy´"

El libro recuerda algo que usted ya ha dicho otras veces, que viendo un campamento de peones arroceros, Sendic dijo que eran un ejército.
Acampamos en los montes del Marmarajá, en las afueras de Minas. Se desperdigan los peludos, algunos tiraban una línea en el arroyo para ver si pescaban una tararira. Tras la noche, amanece en un alba lechosa. Veo una figura que se despierta, y otras atrás, de sombreros aludos que entran en movimiento, emponchados, avivando los trasfogueros para calentar agua para el mate. Entonces le dije al Bebe: ‘La pucha, parece un ejército’. Y respuesta lacónica del Bebe: ‘Es un ejército’”.

Eso fue antes de la Revolución Cubana.
Sí, pero en esos días teníamos otra revolución. En 1954 Estados Unidos invadía Guatemala. La lucha no comenzó con el asalto al cuartel Moncada.

Pero Cuba da la idea de que se podía ganar, tomar el poder.
No.

¿No para ti?
¡Para ninguno de nosotros! ¡Veníamos de otras luchas! ¿Y de Bolivia que me decís? Si Paz Estenssoro desfilaba con un fusil al hombro…

O sea que no le das tanta importancia al efecto de la Revolución Cubana.
¡No! La vamos a ver como una más. La primera barricada contra el fascismo fue la República Española y tuvo una influencia enorme en nosotros. Es un continuado. No hay interrupción histórica.

¿Por qué elegiste este momento para publicar Con la raíz al hombro?
Porque han pasado 50 años y hay gente que hace desaparecer una parte de la historia. Y que le adjudica una intencionalidad que nunca tuvo a otra parte, y eso me provoca indignación. Y por todos los compañeros, por los desaparecidos, por los muertos.

¿Qué te indigna?
Vos oís hablar a los blancos del gobierno y hay nombres que desaparecen, totalmente.

"(El MLN) era un movimiento, no un partido. Todas las opiniones son respetables. Y además hubo problemas orgánicos porque la popularidad nos rebasó"

En el libro se recuerda al general Aguerrondo, a Aparicio Méndez…
¡Te das cuenta! Los que formó Aguerrondo son los que aparecen en la foto, entrando al Palacio Legislativo en el golpe de Estado. ¡No me vengas con versos!

Algunos tupamaros se indignan cuando no se admite que el MLN se creó para hacer una revolución e instaurar un régimen socialista, y no para “arreglar las veredas”. Recuerdo la carta de Aníbal de Lucía a Mujica, por ejemplo.
Cada maestrito con su librito. Era un movimiento, no un partido. Todas las opiniones son respetables. Y además hubo problemas orgánicos porque la popularidad nos rebasó.

¿Valió la pena entrar en la lucha armada? Porque hubo que matar gente...
Hubo que morir...

Exacto, que matar y que morir...
Hubo que caer en cana, que exilarse.

Tal cual. Y esas cosas le tocaron a muchos muchachos que los siguieron a ustedes.
Y los muchachos se hicieron cargo...

¿Y todo eso valió la pena?
La vida valió la pena. Preguntame por la cana y te digo que también valió la pena. Estamos acá.

Mujica dice eso mismo en la pregunta de Kusturica. Que todo lo que vivió lo hizo mejor. Esto también se lo he preguntado a él: ¿Y los efectos sobre los demás: aquellos que los siguieron, sus víctimas, el Uruguay todo?
Yo no salgo a polemizar con nadie. Te estoy contando mi vida. Referencias como las que decís, tengo a montones. Ando con Primo Levi acá. Su grupo guerrillero en Italia fue el primero en ir a pelear a España. Y además estamos rodeado de todo eso: desde José Gabriel Condorcanqui (Tupac Amarú II) para acá, todo lo que quieras. Y si no contá todos los alzamientos que hubo en el Uruguay en el siglo XX.

Reflexionando a propósito de su propia experiencia, Engler ha dicho algo así como que la violencia tiene que ser la última carta, porque después uno no la controla. ¿Pensás en eso?
Pienso que cuando entrás en la lucha, tiene muchos caminos, muchas situaciones. ¿Qué querés que te diga? Los uruguayos que fueron a pelear a España por la República, ¿valió la pena? Te podés hacer esa pregunta para absolutamente todo. La novela de Howard Fast, Mis gloriosos hermanos, ¿valió la pena? Es la vida. Es lo que vos tomás. Si vos ves los que están hambreados en el interior, los que Julio Castro visita en las misiones sociopedagógicas… ¡Y cuando a él mismo le encajaron el tiro en la cara, cuando lo torturaron antes de desaparecerlo… ¿el que lo hizo se preguntó si valió la pena?!

Sobre Manini y Cabildo Abierto: "Prefiero que estén organizados en un partido (antes) que en un cuartel"

¿Vos crees que hay gente que hoy reivindica un asesinato vil como el de Julio Castro?
¡Cómo no! ¿Y los que están callados y no dicen dónde están los 200 desaparecidos? Si dos por tres se dispara alguno justificando, diciendo que ellos defendieron la institucionalidad, la democracia, la ley y las buenas costumbres, ¡hasta en el Senado! ¡Pará un poco! ¡Cómo no los van a tener en Domingo Arena! ¡No me jodas!

¿Qué opinión le merece el senador Manini Ríos y Cabildo Abierto?
Es un movimiento interesante.

¿No lo ves como un partido que relativiza los crímenes de la dictadura?
Prefiero que estén organizados en un partido (antes) que en un cuartel. Además, Manini es un personaje muy especial.

¿Tenés contacto con él?
No necesariamente, pero el Ñato tuvo mucho diálogo con él. Los dos admiradores del “Tarta” Methol.

Y Mujica también lo tiene.
Y sí. En un panorama político sin ataduras, podemos votar juntos con Cabildo en las cámaras, o tener un proyecto juntos, de defensa del agua, por ejemplo. Pero permitime volver sobre si valió la pena.

Claro.
La Biblia es interesante porque habla con parábolas. Yo te voy a hacer una parábola del boliche del barrio, del quinielero, el Macho Gutiérrez que era también el filósofo del barrio. Una vuelta, en carnaval, me vio en el boliche muy bajoneado. Yo había tenido problemas con una piba, como hemos tenido todos. Y me dice: "Vos no interrogues a la vida... mirá si te contesta". Nunca sabés lo que vas a hacer en algún momento, y la será la conciencia la que te dirá qué es lo correcto. Porque los que fueron a pelear en 1904 fueron a MATAR también…

"Otros eligieron otros caminos. Nosotros elegimos ese. ¡Y sabés qué! ¡Con ese camino el Pepe fue presidente y el Ñato fue ministro de Defensa! Es decir que no estábamos tan errados en nuestras concepciones"

Por supuesto.
… y los que les respondieron fueron a MATAR también. Y decime qué movimiento no tenía un planteo de esa naturaleza.

La pregunta es si, en el momento de ustedes, no existían otros caminos.
Bueno, otros eligieron otros caminos. Nosotros elegimos ese. ¡Y sabés qué! ¡Con ese camino el Pepe fue presidente y el Ñato fue ministro de Defensa! Es decir que no estábamos tan errados en nuestras concepciones.

Vos decís que cuando la gente votó a Mujica...
...votó todo!

Vos decís que…
El objetivo no era salir a matar, eso es una aberración, pero te enfrentás con situaciones... Decime una cosa, ¿y los niños que en las cañadas del norte y en las arroceras y en todo en el interior, que mueren antes de tiempo, ¿esa no es una forma de fusilamiento? ¿Por qué su promedio de vida es menor? ¿Por qué ellos no tienen derecho? No conocían el chocolate. En una de las cuatro marchas, había un gurí loco de la vida porque había encontrado un triciclo al que le faltaba una rueda, ¡pero le importaba un carajo! ¿Y por qué él no tiene derecho? Los cantegriles, los asentamientos, vinieron todos de los pueblos de ratas. La gente ya ni recuerda que existían. Uno grita con la voz que tiene.

¿Era el signo de la época?
Todas las épocas tienen uno. Aquella América estaba rodeada de dictaduras, la guerra, todo eso tocaba... Ahora si me planteás el matar como método, no. En las negociaciones con los militares nuestro planteo era pasar a ser un partido legal e institucional, deponíamos las armas, eso era parte de la negociación. Se pelea hasta donde se puede.

Pero en el camino habían pasado algunas cosas que...
Y siempre en el camino pasan cosas. Qué querés que te diga...

En 1997 la ETA secuestra a Miguel Ángel Blanco, un concejal del Partido Popular. Mujica, Fernández Huidobro y Marenales le envían una carta pidiendo que no lo maten. Ese texto, que supongo habrá redactado Fernández Huidobro, tiene una frase histórica: "Llevamos con orgullo las heridas contraídas en combate y con vergüenza las que alguna pésima vez propinamos a enemigos prisioneros o víctimas inocentes". ¿Coincidís?
Eso es un pensamiento constante. No es algo que inventamos después. Son mis sentimientos y mis pensamientos de siempre. Cuando llegás a eso es porque no te dejan otra alternativa.

Una de las que más duele es la muerte de Pascasio Báez.
Sí.

¿Por qué decidieron matarlo?
No quiero entrar en eso, ya lo hemos explicado muchas veces...

Tú y Engler estaban en ese momento en la dirección del MLN.
Sí, pero nosotros no tomamos la decisión. Eso es harina de otro costal.

¿No lo decidió la dirección del MLN?
No.

La información que yo tengo…
No quiero entrar en cuestiones de diferencias internas porque no es ético.

¿Y el 14 de abril?
Es otra historia. También está dentro de esos ruidos.

¿Hoy te pesan esos hechos?
Hoy esos acontecimientos están presentes como parte de una lucha. Porque vos agarrás un combatiente de cualquier lado y le vas a preguntar, así, a boca de jarro, y cuándo le tiró a Fulano y lo mató ¿no se arrepiente? Ese es otro tema que lo hemos discutido mucho, charlado mucho y publicitado mucho.

¿El 14 de abril?
Yo escribí sobre eso y hablé sobre eso, pero es una cosa que retorna.

Son una serie de hechos...
Son banderitas que tienen y que siempre aparecen.

¿Pero reconocés el error en esos casos?
¡No tengo que reconocer nada, porque todo lo que tenía que reconocer ya lo reconocí y no quiero reconocerlo otra vez! Y te voy a poner un ejemplo, que si te da el cuero metelo: cuando el 40 aniversario del golpe, Ope Pasquet hace un planteo formidable en la Cámara diciendo que el Partido Colorado tenía que hacer la autocrítica. Un partido colorado que en la dictadura tuvo un ministro como Juan Carlos Blanco.

Y Jorge Batlle trató a Pasquet de imbécil, lo recuerdo perfectamente. ¿Vos en este caso te ponés del lado de Batlle o de Pasquet?
Te estoy contando. ¡¿Por qué me tengo que poner del lado de alguien?!

No te calientes.
No, no. Me recuerda una anécdota, hoy estoy para las parábolas. Una vez había uno tan entusiasmado con esto de la autocrítica que le dijo a otro compañero: vos sentate ahí que yo voy a hacerte la autocrítica. Ese es el planteo que nos hacen los que nos piden la autocrítica. ¿Por qué no se preguntan ellos las cosas que hicieron y las que no hicieron? ¿Por qué no nombran que Aguerrondo fue su candidato a presidente? ¿Por qué no nombran que Aguerrondo fue el fundador de los Tenientes de Artigas en la época golpista? ¿Cuántas muertes tienen los Tenientes de Artigas de esa época? ¿Y cuantos desaparecidos? ¿Y por qué? ¿Por qué no le preguntan a Lacalle Pou si su sector político no se arrepiente de haber tenido como candidato al general Aguerrondo? No vamos a ningún lado por ese camino.

Hace un par de años estuve en Bella Unión. Se había regularizado y hecho una obra importante en el barrio Las Láminas, que en 2004 había sido denunciado como un foco de pobreza extrema, hambre y alta mortalidad infantil. Pero, enfrente, había crecido un nuevo barrio de ranchos precarios, de costaneros y nylon, y allí otra vez campeaba la miseria. O sea, después de todo, de Sendic, la guerrilla, de gobiernos de todo signo y color, aquello seguía estando…
¡Sigue estando! Las cosas llevan más tiempo de lo que uno desea. Estaba leyendo que en los tiempos de Artigas la campaña estaba despoblada. Y el problema era el afincamiento. Y la reforma agraria que propone Artigas no prospera en el Cabildo de Montevideo porque está presionado por una nueva organización de tenedores de tierras. ¡Qué me contursi, Pascual! Todo esto ya viene desde entonces.

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