Federico Waksman largó el lunes la Mini Transat, una regata de cruce al Oceánico Atlántico en un velero chico (6,5 metros de eslora), en dos etapas en las que recorrerán 4.021 millas náuticas (7.447 kilómetros) y en donde no tendrá ningún tipo de comunicación con tierra por lo que deberá guiarse con un mapa de papel.
Waksman, de 31 años, es industrial mecánico, y desde hace dos años se está preparó para esta competición y en los últimos meses ha ganado numerosas regatas, liderando el ranking del circuito Mediterráneo de 2020. Su preparación la completó navegando en las costas atlánticas de Francia desde donde la flota de 90 barcos partió el lunes desde Les Sables D'olonne rumbo a Lanzarote, en las Islas Canarias, donde llegarán tras recorrer 1.257 millas náuticas, unos 2.500 kilómetros.
El tiempo estimado para este recorrido es de 10 días.
Cada competidor debe estar todo el tiempo amarrado al barco porque una caída al agua implica sería fatal en cuestión de segundos.
Para estar permanentemente alerta al cambio de velas, a la rotación de los vientos y al dominio del barco no se pueden permitir siestas mayores a 30 minutos.
La velocidad es todo. Por esa razón deben llevar el menor peso posible. La comida es deshidratada y el agua se consigue con una máquina potabilizadora.
El espacio habitable del barco es de apenas dos metros cuadrados. Pero el agua entra y la humedad y el frío en el cuerpo es una constante durante todo el recorrido.
Waksman será el primer uruguayo en diputar esta competencia radical.
Pero a diferencia de otras competencias como el Dakar, esta regata no deja huellas ni genera ningún impacto medioambiental: “Utilizamos la energía fotovoltaica del sol para cargar las baterías y noptimizamos su uso para obtener el mayor rendimiento. En su paso por el océano, el barco no genera ningún tipo de emisiones, combustibles fósiles ni residuos plásticos”, contó el uruguayo.
La comunicación es otra de las grandes limitantes para los competidores. No se puede tener ningún tipo de contacto con tierra y lo único que pueden usar es una radio VHF con un alcance máximo de unos 50 kilómetros. Solicitar asistencia implica una automática descalificación. Las únicas comunicaciones que reciben son la clasificación diaria y un parte meteorológico.
Para guiarse, Waksman llevará un mapa de papel en la inmensidad del Atlántico.
La segunda pierna (o tramo) largará el 29 de octubre y las llegadas al destino final, San Francisco, en la Isla Guadalupe, se esperan a partir del 9 de noviembre en adelante. Este recorrido será de 2.764 millas náuticas, un poco más de 5.000 kilómetros.
Día y noche, contra vientos y marea, un uruguayo lucha contra la inmensidad del océano por una hazaña.
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