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Sin sonrisa: siete de cada diez niños montevideanos tienen caries

Estudio de Facultad de Odontología de Udelar muestra que la prevalencia de caries en los preescolares de Montevideo se parece más al promedio de América Latina que a los países desarrollados
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06 de septiembre de 2023 a las 05:04

“Es más sencillo obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada”. Hace más de cuatro siglos, el escritor William Shakespeare describía la relevancia de los dientes como carta de presentación en sociedad. Los dientes hablan de higiene, de autocuidado, de la alimentación, de salud. Y un reciente estudio de la Facultad de Odontología de la Universidad de la República confirma que los preescolares montevideanos arrastran en sus bocas un problema que va más allá de cuestiones estéticas y normas sociales: la cantidad de caries observadas da cuenta de “la mayor enfermedad crónica no transmisible en niños”.

Porque cuando más de 600 niños de cinco años, de una muestra representativa de Montevideo de escuelas públicas y privadas, fueron examinados por odontólogos la realidad superó con creces la hipótesis planteada por los investigadores: siete de cada diez niños tenían caries, cuando en la previa estimaban que superase apenas a la mitad de la población.

“En las consultas ya veníamos observando una alta prevalencia de caries y este estudio poblacional confirmó la percepción: no solo es alta la cantidad de niños con caries, sino que la extensión de las lesiones también es alta”, explicó a El Observador la profesora agregada de Odontopediatría, Graciela García.

En promedio, los preescolares con caries tenían afectadas diez superficies dentales. Estas lesiones de caries pueden presentarse en una o varias caras de uno o varios dientes (recuérdese que a los cinco años los niños deberían tener 20 dientes de leche).

No solo eso: la mayoría eran lesiones de caries cavitadas no tratadas, casi dos superficies perdidas (no por causas naturales ni traumatismos, sino por caries), y una mínima cantidad de las lesiones de caries que fueron obturadas. “Es una mala noticia porque da cuenta de una falta de medidas preventivo-educativo-terapéuticas y de controles oportunos, observándose la aparición temprana de las lesiones y el avance de las mismas”, insistió García..

Según la Organización Mundial de la Salud, los cinco años es la edad clave para determinar el estado de salud de la dentición primaria. Se supone que casi todos los niños de esa edad cuentan con los dientes temporarios (de leche) y no dieron paso a la dentadura definitiva.

Pero que los dientes sean temporarios no significa que deba menospreciarse su afectación. La caries dental puede ser una puerta de entrada a las infecciones, al punto que algunas internaciones en niños son a causa de una lesión de caries profunda que lleva la infección al hueso que rodea al diente y a regiones lejanas al diente que le dio origen. Sin contar que los dientes de leche conservan el espacio a los dientes permanentes, permiten la correcta masticación de los alimentos, tienen influencia, entre otras tantas cosas, en el crecimiento y desarrollo de los maxilares, en la estética, la autoestima y la calidad de vida (es frecuente que los odontopediatras relaten casos niños que sufren hostigamiento escolar por cómo se ve su sonrisa).

Esos dientes con lesión de caries en los preescolares —como los niveles “alarmantes” de erosión dental que había identificado otro estudio de la misma universidad— están hablando de la dieta (o la mala dieta) de los niños.

¿Azuquita pa´l café?

A comienzos de este siglo, en Uruguay se duplicó el consumo de bebidas azucaradas. Así lo determinó la Organización Panamericana de la Salud en su último relevamiento, en el que aclara que los azúcares libres en los alimentos deberían reducirse a menos del 10% de la ingesta calórica diaria.

Porque el azúcar agregado no es un nutriente esencial, sino que lo necesario ya está en los alimentos de base. Su consumo excesivo puede causar obesidad, diabetes y caries dental.

Tanto que, según el estudio de la Facultad de Odontología, “los niños que consumen bebidas azucaradas a diario tienen 1,79 veces más probabilidades de desarrollar una nueva lesión de caries”.

En concreto, el 83,6% de los niños que consumían a diario refrescos presentaron lesiones de caries al momento del control, con una extensión de casi 18 superficies afectadas.

Estos hábitos alimenticios, dice García, podrían explicar que, en comparación, “a pesar de tener un alto índice de desarrollo humano y un programa de sal fluorada, Uruguay tiene una alta prevalencia de caries similar a la de China e India, pero más alta que la de algunos países desarrollados”.

Uruguay, a juzgar por el estado de salud bucal de los preescolares y como preveían los investigadores, se parece más a Latinoamérica que a Europa.

El contexto —cuantificado por el nivel educativo de la madre, por los ingresos del hogar, por el subsistema escolar público versus el privado— hace la diferencia. Pero los hábitos de cepillado, de quién ayuda o no al niño a higienizarse y, sobre todo, el consumo de refrescos explican gran parte del problema.

Claro que una variable se mezcla con otra: un hogar mejor informado y con mayor capital cultural es probable que cuente con mejores herramientas para la higiene y conocimientos para el cuidado de la salud general y bucal. Pero, a la vez, la enfermedad caries dental es tan “democráticas” que ante los descuidos no reconoce corte social.

En este sentido, la profesora agregada García reconoció que “a los cinco años es demasiado tarde para abordar el tema: las acciones preventivas, educativas y asistenciales tienen que darse desde antes del nacimiento, en diálogo con la embarazada (promoviendo el prenatal odontológico), con el bebé, idealmente antes de la erupción de los primeros dientes y darle más prioridad a las consultas odontológicas como parte de los controles sistemáticos de la salud integral”.

El carné de salud del niño tiene un espacio reservado para la salud bucal. Pero, en la práctica, a veces sucede que el pediatra tratante cuenta con poco tiempo de consulta, o parte de ese tiempo se destina a un diagnóstico hallado, y no se hace un seguimiento tan minucioso de la consulta con el odontopediatra. Tampoco es parte de las metas asistenciales ni de las rutinas incorporadas por muchos padres.

Esta investigación de la Facultad de Odontología aporta datos nacionales sobre estos niños para, diagnóstico mediante, poder pensar las políticas sanitarias.

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