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Sobre las cinco perillas educativas (3)

Cinco perillas educativas como manera de abordar las urgencias de la coyuntura en el marco de una visión estratégica de mediano y largo plazo

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23 de julio de 2020 a las 05:00

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En artículos anteriores (24/06/20 y 8/7/20), planteamos cinco perillas educativas como manera de abordar las urgencias de la coyuntura en el marco de una visión estratégica de mediano y largo plazo. Las primeras tres - cultura colaborativa entre política y ciencia, abordaje de las vulnerabilidades y modo híbrido de enseñanza, aprendizaje y evaluación – ya fueron analizadas. Analizamos ahora la cuarta y quinta.

La cuarta perilla tiene que ver con valorizar el cuidado como una dimensión clave de las vidas de personas y colectivos. A escala mundial, y directamente vinculado al impacto de la pandemia, los trabajos asociados a cuidados de salud son parte de discusiones crecientemente ancladas sobre cuáles trabajos son entendidos como esenciales en una sociedad y de qué forma se puede acompasar su estatuto laboral, muchas veces subvalorado, a una imagen societal de creciente valoración de su importancia.

Como dice el sociólogo francés François Dubet (Sciences Humaines, 2020), la pandemia pone en el tapete la contribución que cada uno realiza a la vida de la sociedad. Nos estamos dando cada vez más cuenta que lo esencial para nuestra supervivencia y desarrollo, puede ocupar un lugar secundario en la atención de la política pública y de la sociedad en su conjunto. Es momento de revalorizarlo.

Particularmente en educación, la pandemia está llevando a incentivar y fortalecer culturas y prácticas de cuidado que compromete a diversidad de comunidades educativas y locales, así como a las familias. Mencionamos cuatro aspectos que entendemos que van en una dirección positiva.

En primer lugar, tal como señalan la UNESCO y la OIT (2020) así como la ANEP (2020), el foco del cuidado yace en abrigar y concretar una visión de conjunto que hacen al bienestar físico, psicológico y socioemocional de docentes y estudiantes (UNESCO/OIT, 2020; ANEP, 2020).

En segundo lugar, se trata de repensar roles y funcionalidades de las infraestructuras, los equipamientos y los espacios educativos para garantizar apego a principios y prácticas preventivas y de cuidado sustentadas en la triangulación de evidencia científica. No es cuestión de aferrarse a un modelo prescriptivo y único de funcionamiento del centro educativo sino de contextualizar, bajo criterios universales, las medidas que puedan adoptarse en cada centro educativo y medir sus impactos. Ciertamente este aspecto se sustenta en una revalorización del liderazgo del centro educativo en asegurar las condiciones y los procesos para el logro de resultados educativos de calidad para todos los alumnos en condiciones dignas.

En tercer lugar, uno de los mayores desafíos estriba en planificar cuidadosamente la complementariedad y la circulación entre los diversos espacios - aulas, recreativos y otros de dentro de la escuela y de la comunidad de su entorno -  para garantizar que el alumno pueda participar de diversidad de experiencias de aprendizaje bajo un marco de resguardo de su seguridad y de apuntalamiento de su bienestar.

Los espacios de un centro educativo no están dados como fijos sino pueden tener propósitos múltiples en función de la propuesta educativa. Un cambio de chip se requiere en las maneras de entender y usar las infraestructuras físicas y los equipamientos.

En cuarto lugar,  los cuidados y asuntos conexos a los mismos, pueden constituir un tema transversal que permita trabajar bloques de competencias y conocimientos de manera disciplinar e interdisciplinar en los niveles de educación inicial, primaria y media. El cuidado como tal forma parte de concepciones y de prácticas de estilos de vida sostenibles y saludables que son vitales para el bienestar y el desarrollo integral de la persona.

Asimismo, la quinta y última perilla, versa sobre la transformación de la educación y del sistema educativo que es, en definitiva, el asunto más complejo y necesario de conexión de la coyuntura con una mirada de más largo aliento. Identificamos cuatro órdenes de prioridades en torno a la transformación.

Primeramente, la imperiosa necesidad de idear y plasmar un modo híbrido de enseñanza, de aprendizaje y de evaluación que integre actividades presenciales y a distancia de apoyo a los procesos de aprendizaje de cada alumno. Dicho modo proporcionaría el marco de referencia para repensar ciclos educativos así como seleccionar, jerarquizar y apuntalar contenidos educativos congeniando disciplinariedad e interdisciplinariedad.

El mismo permite localizar la propuesta educativa bajo el liderazgo de los equipos directivos y el compromiso de las comunidades educativas de cada centro en asumir responsabilidades y tomar decisiones respecto a las sinergias entre el para qué y en qué educar y aprender con el cómo, cuándo y dónde de hacerlo.

En segundo término, se propone avanzar en la progresiva implementación universal de una modalidad de atención socio- educativa, integral e unitaria, entres las edades de cuatro a 14 años, y con foco en una primera etapa, en las zonas identificadas como vulnerables y atendiendo a la especificidad de los contextos. El norte de referencia de la propuesta yace en ensanchar y democratizar oportunidades de aprendizaje así como asegurar unicidad, fluidez y completitud de los aprendizajes.

La existencia de una modalidad unitaria no implica, en modo alguno, uniformidad de ofertas y ambientes de aprendizaje, sino diversidad de propuestas que surjan de los propias comunidades educativas locales y bajo criterios universales garantes de equidad y de calidad en oportunidades, procesos y resultados educativos.

En efecto, se trata de progresar hacia propuestas educativas que integran lo que hoy se vivencia y se evidencia como fragmentación de enfoques de aprendizaje, de temas y de contenidos entre la educación primaria y la media, y sus impactos educativos y socialmente regresivos.

En tercer término, se propone transitar hacia una educación de adolescentes y jóvenes entre 15 y 18 años, donde se fortalezca la formación integral de la persona y una formación ciudadana comprehensiva integrando y ampliando las formaciones que actualmente brindan por separado la educación secundaria y técnico-profesional así como integrar experiencias de educación no formal (por ejemplo, en las artes, la cultura y los deportes). Se debe tener en cuenta que la fragmentación hoy existente va a contrapelo de enfoques educativos que confieren sentido e integran piezas de conocimiento para resolver diversos desafíos y situaciones de vida así como mutila las posibilidades de adolescentes y de jóvenes de seleccionar contenidos educativos de su interés que cruzan a diversidad de áreas de aprendizaje y disciplinas.

Qué razón “superior” existe para impedir que un estudiante no pueda elegir e integrar contenidos por ejemplo, de arte, humanidades, ingeniería e inteligencia artificial que responden a sus motivaciones e intereses.

No nos olvidemos que un buen sistema educativo es aquel que reconoce y apuntala el potencial de talento y de aprendizaje de cada alumno.

En cuarto y último término, se sugiere implementar una iniciativa país en las alfabetizaciones entendidas como fundamentales que nos permita dar un salto de calidad en preparar a las generaciones futuras en el ejercicio de la ciudadanía así como para actuar competentemente frente a desafíos que implican crecientemente la integración de diversos tipos de conocimientos.

Las alfabetizaciones fundamentales implican varios aspectos entrelazados:  (i) el manejo solvente de la lengua materna en las producciones oral y escritas así como de comunicarse fluidamente en inglés;  (ii) el conocimiento integrado de las ciencias a través de STEAM (por sus siglas en inglés, Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas) y de las áreas humanas y sociales; (iii) una formación ciudadana que asuma la interdependencia entre el mundo global y el local;  y (iv) el fortalecimiento de la actividad y la educación física, la recreación y el deporte para fortalecer estilos de vida saludables.

En síntesis, el manejo integrado de las cinco perillas constituye un marco posible de referencia para idear una nueva generación de políticas educativas.

Implica voluntad política y técnica entrelazada pero más importante aún, generosidad y audacia en forjar un porvenir venturoso que ilusione y comprometa a las generaciones más jóvenes. 

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