José María Alvarez-Pallete, CEO de Telefónica de España.
Laura García

Laura García

Analista Financiera

Miradas > España, Europa y Latam

Telefónica pide desregulación tech y el mapa de las telcos se reconfigura

En su discurso del Día del Inversor, el CEO de Telefónica, Álvarez-Pallete, retomó la iniciativa. Anunció una OPA por la porción de la filial alemana que no controla. La fusión MásMóvil-Orange y la entrada de los británicos con la compra de Vodafone son movimientos que afectarán su posición en España. Además de los saudíes, el Estado español ahora también quiere tener presencia.
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09 de noviembre de 2023 a las 03:39

Esta vez las sorpresas correrían por su cuenta. En julio, el calculado asalto Saudi -marinado por meses a sus espaldas- para hacerse con el 9,9% de Telefónica, lo habían dejado completamente fuera de juego, justo después del anuncio exaltado del primer Día del Inversor desde 2012. 

José María Álvarez-Pallete necesitaba recuperar su GPS. Quizás no sea azaroso, más allá de lo corporativo, que las siglas de su plan estratégico para los próximos tres años sean ésas (Crecimiento, Rentabilidad y Sostenibilidad).

En un proceso aún incierto de consolidación del sector que redefinirá la competencia y de cambios en la composición de los propios accionistas, el presidente de Telefónica esta vez tenía que estar en control.

Y lo hizo. Primero con el anuncio previo al evento, una embestida que le aseguró un clima de iniciativa. Telefónica informó el lanzamiento de una OPA sobre el 28% del capital que no controla de su filial alemana, una operación por un máximo de 1.970 millones de euros, el mayor desembolso en efectivo de la era Pallete.

La decisión llega después de un revés tan duro que la empresa precisaba un gesto que ratifique el compromiso. Tras perder a su principal cliente mayorista, el operador móvil virtual (OMV) 1&1 en manos de Vodafone, Telefónica Deutschland se desplomó 17% en Bolsa y sus acciones caen más de un 25% desde principios de año.

En mayo, llegaron a cotizar por encima de los tres euros, mientras que a fines de octubre, marcaron un mínimo anual de 1,56 euros. Este fue, por supuesto, un incentivo para comprar la participación restante.

La movida, en realidad, es una marcha atrás. Telefónica colocó en Bolsa parte del capital de su filial alemana en el año 2012, bajo la presidencia de César Alierta, para acelerar la reducción de deuda.

 

Una normativa obsoleta

 

Álvarez-Pallete también acertó en el tono de su mensaje. Muy asertivo, casi impaciente e irritado en lo que hace a la necesidad de equiparar a la industria de las telcos con las tech en plena transformación digital. 

El pico de inversión en despliegue de redes ya ha quedado atrás, tras el esfuerzo realizado en los últimos años en la fibra y el 5G, explicó el presidente de Telefónica.  

“En tres años nos veremos beneficiados por los apagados de las redes antiguas”, indicó.

“En este nuevo mundo digital, el sector necesita urgentemente una completa desregulación. La mejor forma de garantizar la autonomía estratégica de Europa y del sector de las telecomunicaciones es un marco regulatorio adaptado a las necesidades de los nuevos tiempos”, dijo Pallete.

En el caso de 5G, Telefónica prevé alcanzar una cobertura del 90% de la población española en 2026; del 60% en Brasil, del 99% en Alemania, y del 70% en Reino Unido.

De cara al futuro, Pallete destacó los servicios de banda ancha ultrarrápida y la baja latencia, la programación basada en inteligencia artificial y los servicios en la nube. 

El presidente enfatizó también la actividad de los desarrolladores, que forma parte de la iniciativa lanzada por las telcos junto con la patronal GSMA. 

“Telefónica está preparada para crear la nueva generación basada en servicios con API”, destacó.

Telefónica calcula que para 2026 la venta de APIs (herramientas de software para ajustar las funciones de las redes a medida de los desarrolladores de aplicaciones) generará un mercado potencial de 4.000 millones de euros en los diferentes mercados en los que la operadora trabaja, afirmó.

Es la primera vez que Telefónica cuantifica el volumen potencial de este mercado.

En febrero, durante el Mobile World Congress (MWC) de Barcelona, toda la industria de las telcos apostó por lo que se considera una nueva fuente de negocio para las operadoras: se trata de la posibilidad de aprovechar las capacidades de las nuevas redes de 5G, para poner en manos de los desarrolladores de aplicaciones y servicios unas herramientas de software (denominada API) que les permitirían poder modificar a su voluntad los parámetros de esas redes.

Esta iniciativa, que necesariamente debía ser transversal a toda la industria (era obligatorio que las API fueran estándar en todo el mundo) se bautizó con el nombre de OpenGateway y se convirtió en el anuncio estrella del MWC.

 

El caso argentino

 

Telefónica ha sido adjudicataria de un lote para desplegar las primeras redes 5G de Argentina valorado en 175 millones de dólares (unos 165 millones de euros). 

América Móvil y Telecom Argentina se han llevado otro lote cada una que duplica el logrado por la operadora española.

En plena incertidumbre electoral, Argentina ha adjudicado por primera vez redes de quinta generación (5G) para todo el territorio nacional en una licitación de la que formaron parte los tres principales operadores de telecomunicaciones en Argentina: Movistar (Telefónica), (Claro) América Móvil y Personal (Telecom Argentina).

El Estado argentino se embolsará 875 millones de dólares (825 millones de euros) por esta licitación de la banda del espectro radioeléctrico para servicios de tecnología 5G.

Las tres compañías adjudicatarias obtendrán una concesión para disponer de la frecuencia de 5G en algunas zonas del país durante un plazo de 20 años. A cambio, estas compañías deberán desplegar estaciones de 5G en localidades de hasta 30.000 habitantes, y establecer un servicio para los sectores de bajos ingresos.

 

Concentración y competencia 

 

Mientras el Día del Inversor busca animar al alicaído accionista, nadie ignora la estrategia conjunta del fondo soberano de Arabia Saudita en colaboración con Morgan Stanley, ahora sometida al visto bueno gubernamental para lograr el 9,9% del capital y convertirse en el principal accionista de la emblemática compañía española ni la reacción oficial que, a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), estudia ingresar con una participación del 5% para preservar una empresa de carácter estratégico. 

Claro que hay que ver si los saudíes resignan su 5% y el Gobierno recluta inversores afines que pongan 1.000 millones de euros sobre la mesa. 

Y esto en paralelo a los movimientos tectónicos de los rivales, de los que depende en gran medida el negocio de Telefónica en España. 

Es el caso de cómo se resolverá finalmente la fusión de Orange y MásMóvil, una operación presentada en julio de 2022, atrapada en la burocracia de Bruselas, y que va a desbancar a Telefónica como primer operador en España en clientes de móvil y banda ancha. Un gigante valorado en más de 18.000 millones de euros.

El negocio en España supone el 50% de la valoración que Barclays -y muchos bancos de inversión- hacen de Telefónica.  “Pensamos que el mayor riesgo a la baja para Telefónica es cómo termina el proceso de concentración en España”, señala la entidad británica.  

Unas condiciones duras, que parecen probables, podrían dar lugar a una pérdida material de ingresos mayoristas para Telefónica.

Si el espectro sobrante es para  Digi, el cuarto operador rumano, le permitirá reforzar su presencia en las zonas en las que ya es fuerte.

Además, en Bruselas insisten en que cuando venza el acuerdo que Digi tiene con Telefónica para su acceso a la red fija, la nueva Orange-MásMóvil conceda un acceso preferente.

Como si la industria estuviera aburrida, la gestora británica Zegona compró Vodafone España por 5.000 millones de euros.

 

Consentir al accionista

 

Viene golpeado. La caída de la acción. Las noticias sacadas de la galera, que toman desprevenidos a los propios. Por eso, un premio siempre es bienvenido. La remuneración al accionista de un dividendo de cómo mínimo 0,30 euros por acción en el periodo 2023-2026.  

En el conjunto de los cuatro ejercicios incluidos en el estratégico rondaría los 6.880 millones de euros. 

La operadora, además, abre la puerta a acelerar la reducción de deuda o lanzar planes de recompra de acciones con los posibles excesos de caja o el reciclado de activos.

El beneficio de Telefónica creció un 9,3% en el tercer trimestre, hasta los 502 millones de euros, mientras que los ingresos se estancaron en 10.321 millones (un 0.2% menos).

En el acumulado de los nueve meses, los ingresos, de 30.499 millones, aumentaron un 2,4% mientras que el beneficio neto se situó en 1.262 millones con una caída del 15%. 

En la sesión bursátil, cedió un 0,46% a 3,68 euros. Mientras Telefónica respete los 3,50 euros hay esperanza, dicen los analistas. 

El papel, aún con todo el trajín que atravesó en el medio, sigue exactamente igual que a mediados de febrero.

La acción no logra batir la resistencia de los 3,50 euros y desde entonces se ha apoyado una y otra vez en esa "zona de soporte". Un cierre con claridad por debajo de los 3,50 euros, y si además es en clave semanal, activaría una clara señal de debilidad en el valor.

Por ahora no volvió siquiera a los niveles previos a la pandemia y cotiza lejos de los más de 6 euros de principios de 2020 o de los cerca de 8 de finales de 2018.

 

Diversificar los mercados

 

En junio de 2021, Telefónica cerró una operación histórica en Reino Unido, con la integración de su filial O2 y Virgin Media, división de Liberty Global, valorada en 35.800 millones de euros. Es la mayor fusión de la historia del grupo, si bien no supuso desembolso alguno.

Pallete no reveló nada en su presentación sobre qué va a hacer  con su participación del 50% de Virgin Media O2.

La operadora y Liberty pactaron un periodo de tres años de bloqueo de las acciones, que concluirá en junio. A partir de entonces, tanto Telefónica como Liberty tendrán derecho a activar una OPV para vender acciones.

En Brasil, Telefónica culminó, junto a América Móvil y TIM, la compra de los activos de telefonía móvil de su competidora Oi, en concurso desde 2016. En este caso, el desembolso del grupo español rondó los 1.000 millones de euros, e incorporó en torno a 12 millones de líneas. 

La transacción, en términos generales, supuso la reducción del número de operadores de red móvil de cuatro a tres.

En el caso de España, la principal adquisición realizada en estos cuatro años fue la compra del 50% del capital de la antigua Prosegur Alarmas por cerca de 300 millones de euros. Era la mayor compra en España de la operadora.

 

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