Por Sarah Stewart
La disputa entre Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos durante las últimas negociaciones sobre la producción de petróleo en la OPEP+ puso de manifiesto las crecientes discrepancias entre los dos aliados, confrontados a retos económicos que se anteponen a la amistad.
Esta semana Emiratos se opuso a la prolongación “injusta” de un acuerdo que limita la producción de oro negro, respaldado por Arabia Saudita durante las negociaciones en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y con sus países socios (OPEP+).
Después de varios aplazamientos las negociaciones se postergaron indefinidamente el lunes: un revés inusual para Arabia Saudita, el mayor exportador de crudo del mundo y la principal economía del mundo árabe.
Los desacuerdos entre los países del Golfo suelen tratarse con discreción en el interior de los palacios. Esta discordia pública inédita se inscribe dentro de un contexto más amplio, con intereses contrapuestos entre los dos países en los últimos años en diversos ámbitos.
Los observadores descartan una ruptura total. Se cree que la relación entre los príncipes herederos de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán, y de Abu Dabi (capital de los Emiratos), Mohamed bin Zayed, es buena. Se les conoce por sus iniciales MBS y MBZ, ambos gobiernan de facto su rico país petrolero y hasta recientemente llevaban a cabo una diplomacia paralela.
La disputa entre estos dos países del Golfo se debe a la rivalidad económica. Los dos intentan aprovechar al máximo las reservas de oro negro, al tiempo que preparan la era pospetróleo.
Riad ha comenzado recientemente a diversificar su economía, muy dependiente del petróleo. Su vecino ha empezado hace décadas.
Arabia Saudita “ha sufrido 50 años de letargo en el ámbito de política económica y dinamismo, ahora es el momento de ponerse al día”, estima Ali Shihabi, consejero del gobierno saudí. Según él, Emiratos debe ahora “hacer sitio”.
Arabia Saudita espera competir con Emiratos, que se ha convertido en un importante centro económico y comercial, clasificado por el Banco Mundial entre los países donde es más fácil hacer negocios.
Dubái en particular, uno de los siete principados que componen los Emiratos, tiene la economía más diversificada del Golfo (finanzas, turismo, transporte y tecnología).
Arabia Saudita lanzó recientemente una campaña para seducir a los inversores internacionales, pero su burocracia y su estilo de vida ultraconservador echan para atrás a los expatriados.
Los dos vecinos quieren “dar prioridad al futuro de (sus) finanzas sobre (su) amistad”, observa Kirsten Fontenrose, investigadora del grupo de reflexión Atlantic Council.
Este enfrentamiento viene dictado solo por las “realidades económicas” y los rumores de ruptura son “exagerados”, según esta ex alto cargo para los temas de Arabia Saudita en la Casa Blanca.
En febrero, Riad dio un ultimátum a las empresas extranjeras que quieran obtener contratos públicos en el reino: para 2024, deben instalar allí su sede regional. La mayoría de ellas ya está en Dubái.
“Hubo algunos golpes bajos de nuestro vecino, pero las divergencias permanecerán bajo control si Dios lo quiere”, asegura a la AFP un asesor del gobierno emiratí que ha pedido el anonimato.
“Están surgiendo nuevas alianzas en la región. Están emergiendo dos bandos”, agrega, sin precisar cuáles.
La primera gran fisura apareció en 2019, cuando Emiratos comenzó a retirarse del conflicto en Yemen, donde estaba involucrado junto con Arabia Saudita en una coalición militar contra los rebeldes hutíes. El país, en guerra desde hace casi siete años, es víctima de la peor catástrofe humanitaria del mundo, según la ONU.
Esta decisión creó un “malestar”, según Ali Shihabi. “Los saudíes esperaban una retirada más lenta de Emiratos y más coordinada, pero hicieron sus propios cálculos”, analiza.
La diplomacia regional también ha dividido a los dos socios. En septiembre de 2020 Emiratos concluyó un acuerdo de normalización con Israel. Arabia Saudita todavía insiste en la necesidad de resolver el tema palestino antes de dar un paso similar.
En enero Riad intentó resolver una disputa de tres años entre Arabia Saudita y sus aliados contra Catar, al que acusaban de apoyar a los islamistas. Abu Dabi se inclinó sin entusiasmo, contentándose con restablecer relaciones mínimas con Doha.
Fuente: AFP
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