Jason Merritt - AFP

That’s not the way I planed it: el caso Britney Spears

Las celebrities y la planificación patrimonial; Britney Spears cambió la historia de la música pop

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21 de julio de 2021 a las 05:01

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El caso de la artista pop que vuelve a los medios cada vez que aparecen nuevas revelaciones sobre la tutela que ejerce sobre ella su padre, es un mero ejemplo de un fenómeno general presente entre celebrities de todo tipo: la poca o nula planificación patrimonial que realizan.

De hecho, de ser el de Britney un caso aislado, no estaríamos escribiendo sobre ella; pero claramente no lo es. 

Más aun, las estadísticas muestran que su caso no solo no es una excepción a la regla, sino que justamente constituye la regla en este ambiente. La excepción, en todo caso, serían los artistas y deportistas de élite que sí planifican patrimonios de manera eficiente o adecuada.

La lista de deportistas multimillonarios que en algún momento lo perdieron todo incluye a Boris Becker, Mike Tyson, Allen Iverson, Marion Jones, Björn Borg, Andreas Brehme, Iván Zamorano y muchísimos otros. Por el lado de los artistas, uno de los ejemplos más emblemáticos es el de Whitney Houston quien, pese a ser en algún momento de su exitosa carrera la artista mejor paga del planeta, falleció en una situación lamentable y con deudas por varios millones de dólares. Otros ejemplos son los de Lisa Marie Presley, Gary Coleman, Lindsay Lohan, Nicolas Cage y Kim Basinger. Incluso, últimamente, se había hablado de los severos problemas financieros que enfrentaba Lady Gaga antes de comenzar a rodar “Star is born” junto a Bradley Cooper.

“Todo lo que quiero es ser dueña de mi dinero, que esto termine, y que mi novio me lleve en su maldito auto”. La frase pertenece a Britney Spears y forma parte de la declaración de 24 minutos que realizó ante una jueza de sucesiones de Los Ángeles, Brenda Penny, el miércoles de la semana pasada. Allí fue a compartir con la mencionada jueza, y con el público en general, como se siente ante la tutela legal bajo la que ha vivido durante los últimos 13 años y por la que no puede disponer de su dinero, manejar, votar, utilizar sus redes sociales ni hacer declaraciones a la prensa sobre su situación sin previa autorización de su padre, con quien tiene una mala relación. 

La tutela comenzó en 2008 cuando Spears sufrió un colapso en su salud mental. En ese momento fue declarada incapaz de manejar sus propios asuntos y desde entonces está confinada a una medida judicial (supuestamente para su propia protección) que en Estados Unidos se denomina “conservatorship”, y que implica en la práctica que todas las decisiones económicas y muchas otras que no lo son quedaron en manos de su padre y del abogado Andrew Wallet ya que, según aseguraron los jueces en aquel entonces, Britney no se encontraba en condiciones mentales para ser autónoma. Inicialmente, se sostuvo que esta vigilancia y control sobre su vida iba a ser temporal, pero luego pasó a ser permanente. 

Por lo general, este régimen legal aplica a personas mayores que han perdido su capacidad por un tema de edad, aunque extraordinariamente se puede utilizar para gente joven, en casos de incapacidad mental. Lo habitual es que la responsabilidad recaiga en un familiar cercano a la persona que en teoría se quiere proteger, tal cual sucedió en el caso de Britney.

Bajo este régimen, decisiones como qué hacer, si trabajar o no; e inclusive si tener hijos o no tenerlos pasan a ser decisiones grupales.

En el caso de la cantante, técnicamente hablando se le han impuestos dos “tutelas” distintas e independientes: una de índole financiera y la otra personal. Argumentaron que era para “salvar su vida”, pero lo cierto es que en gran parte fue para “proteger” su fortuna.

Si bien, en alguna situación, los ejemplos que mencionamos al comienzo de esta columna (incluyendo obviamente el de Britney) pueden parecer algo extremos, la regla general es que muchas figuras del espectáculo, así como los deportistas de élite no suelen tomar decisiones inteligentes en materia de inversiones y, mucho menos, en materia de planificación patrimonial. Estos errores, como es lógico, se terminan materializando, o se hacen más evidentes, en tiempos en los cuales los ingresos no son tan grandes como en sus épocas de apogeo.

Las razones detrás de este fenómeno hay que buscarlas en que artistas y deportistas de élite tienen como característica común que producen mucho dinero durante una etapa relativamente corta de su vida y precisan que les alcance para un período de tiempo mucho mayor, durante el cual sus ingresos disminuyen en forma drástica. 

Además, ocurre que no suelen poseer conocimientos legales ni financieros ni dar prioridad a estas cuestiones en las etapas iniciales de sus carreras; compran bienes caros que se deprecian rápido (como relojes, automóviles) y/o con costos de mantenimiento muy elevados (aviones, yates, etc.); asumen la responsabilidad de mantener económicamente a terceros aun luego de su retiro; reciben mal asesoramiento al invertir;  tienen problemas con el juego, de índole familiar (ej. divorcios, hijos no reconocidos, etc.) y/o con autoridades fiscales; y/o confían en exceso en personas en quienes no debieron haber confiado.

En el caso de los llamados “child stars”, se agrega a estos factores uno mucho más relevante aun, como es el hecho de que han debido trabajar con una intensidad y bajo una presión para las cuales ningún chico puede estar mental ni físicamente preparado. Ejemplos de estrellas juveniles que han pasado luego zozobras abundan. Además de los ya mencionados Gary Coleman y Lindsay Lohan, podemos mencionar a Dana Plato (compañera de Gary en la célebre serie televisiva “Blanco y Negro”), Shia LaBeouf, Amanda Bynes, Orlando Brown, Drew Barrymore y Justin Bieber. Por suerte, algunas de estas estrellas han logrado luego encauzar sus vidas y sus carreras profesionales.

Qué podría haber hecho Britney Spears para evitar esta situación.

La situación de Britney Spears es muy especial, porque ella siguió generando mucho dinero aun luego de haber sido declarada incapaz, pero no puede decidir ni siquiera sobre una parte de dichos fondos. En determinado momento, por ejemplo, no pudo reformar la cocina de su casa porque al padre le pareció que el costo era muy alto.

En efecto, pese a la declaración de incapacidad y la tutela, al año siguiente Britney regresó a la música, lanzó más álbumes y actuó en vivo durante 10 años hasta fines de 2018, lo que incluyó presentaciones en Las Vegas entre 2013 y 2017, por las que recaudó US$137,7 millones.  Este es, particularmente, uno de los aspectos contradictorios con su supuesta “incapacidad” en el que se apoyan los integrantes de la corriente “#FreeBritney”, una acción viral y global en redes sociales que parte de creer que la artista no solo está en condiciones de ser autónoma, sino que, además, intentan visibilizar la gravedad de la situación a la que se encuentra sometida la ídola pop. 

Si bien, en lo personal, coincidimos que esta posición y lamentamos la injusta situación que vive la artista, el objetivo de esta columna es llamar la atención sobre este fenómeno que afecta a artistas y deportistas de élite y analizar qué podría haber hecho Britney Spears, y por ende qué pueden hacer otras celebrities, para evitar los estos problemas y muchos otros.

Y ojo que no se trata aquí de hablar con el diario del lunes, ya que nos vamos a referir a opciones que estaban al alcance de todos en 2008 y que utilizan a diario personas con menores recursos de los que tenía, por entonces, Britney Spears y desde ya los que se veía que iba a generar.

En el caso de la estrella pop, una de las opciones era constituir un trust revocable en el cual ella podría inclusive haber actuado como la primera trustee (o administradora) y transferir allí la mayor parte de su patrimonio; y armar luego un trust irrevocable en el cual depositar una porción de su fortuna o ingresos para que los administre un tercero de su confianza sin que ella pueda disponer de los fondos hasta que se den ciertas condiciones establecidas en el trust deed. 

El primer trust le habría permitido evitar que, ante un caso de incapacidad, su padre fuera designado administrador de sus bienes; ya que por definición ese cargo habría correspondido a la persona que la propia Britney hubiera designado como trustee suplente. El segundo trust tendría como objetivo evitar que la cantante quedara en la ruina en el caso de perderlo todo.

Para quienes no estén familiarizados con este concepto, el trust puede definirse como un “acuerdo mediante el cual una persona (settlor) transfiere la propiedad de ciertos activos a otra (trustee) para que los administre en beneficio de uno o más terceros (beneficiaries) y los transfiera definitivamente a estos (u a otros beneficiarios) al cumplimiento de un plazo o al advenimiento de una condición (generalmente –pero no necesariamente- la muerte del settlor)”. 

Este tipo de estructura permite no sólo una adecuada administración de los activos que se transfieran a ella, sino también determinar con precisión las circunstancias relativas al traspaso de la propiedad de estos a los beneficiarios. 

Otra alternativa mucho más simple, pero con efectos más o menos similares para el primer supuesto (es decir, no para el evento de que pierda toda su fortuna sino para el caso de que alguien la declarase incapaz, como finalmente sucedió), era hacer lo que se llama “Pre-designación de Guardián”, una herramienta que está disponible en Estados Unidos y que, una vez más, cualquier hijo de vecino utiliza.  

Básicamente, consiste en un papel que diga ‘si yo soy incapaz, quiero que tal persona sea mi guardián’; quien ella designe, sea su marido, su ex marido, un tío, un primo o un amigo, o un guardián profesional, para el cual se puede contratar una empresa. 

Britney Spears cambió la historia de la música pop con su primer hit ‘Baby One More Time’, lanzado el 23 de octubre de 1998, una canción y un disco con el que comenzó la leyenda y el fenómeno internacional que continúa hoy. En ella, un verso dice “That’s not the way I planned it”, lo que podría traducirse como “esta no es la manera como yo planeé las cosas”. Aunque el tema habla de un amor perdido, la línea suena premonitoria.

Dos comentarios finales antes de cerrar:

(a) Es para destacar cómo la cantante mantuvo el silencio en público todos estos años. Se trata de una muestra de madurez que en algún momento debería jugarle a favor.

(b) Más allá de las quejas esbozadas y el sufrimiento que mostró Britney en la última audiencia, en ningún momento sus abogados pidieron formalmente que termine la tutela. Si bien entendemos que este será el próximo paso en esta larga batalla judicial, dicho pedido generará una nueva discusión: si es o no necesario someter a la artista a un examen médico como paso previo a la decisión judicial. Esto es algo a lo que Britney siempre se opuso.

En la letra de una canción más reciente, la artista se refirió en concreto a la tutela mientras declaraba públicamente que estaba recuperada y era feliz. 

“No estoy mintiendo. Sólo quiero recuperar mi vida. Y han pasado 13 años. Y es suficiente. No debería estar bajo tutela si puedo trabajar y proporcionar dinero y trabajar para mí y pagar a otras personas; no tiene sentido”, declaró Britney al reclamar el fin de la tutela.

Es cierto, no tiene sentido. Y lo peor de todo es que era evitable.

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