Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > DUMBO EN CINES

Tim Burton, el gran creador de fantasías góticas de Hollywood

El director de 60 años es el responsable de la nueva Dumbo, que reafirma su lugar como un autor con estética propia inserto en la máquina de los grandes estudios
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04 de abril de 2019 a las 05:00

En un extremo de la ciudad de Burbank están los estudios de los grandes conglomerados de Hollywood. Disney, Warner, Universal. En la otra punta de ese suburbio de Los Ángeles, en el que cruzar una calle te pone en Hollywood, literalmente, hay un cementerio. El Valhalla Memorial Park, donde está enterrado, por ejemplo, Oliver Hardy. En ese lugar se sentaba un adolescente que vivía en la misma calle, y que terminaría trabajando para los estudios que estaban del otro lado de su ciudad: Tim Burton.


Primero como animador, en una época frustrante en la que enloquecido por no poder imitar el estilo de la casa, llegó a caminar por los pasillos de Disney echando sangre por su boca al suelo después de que le sacaran las muelas de juicio; luego como director, productor y guionista, Burton ha logrado algo que pocos cineastas tienen en el cine actual: ser taquilleros y trabajar para los grandes estudios mientras conforman y establecen un estilo propio que los diferencia del resto.


En el caso del gótico de Burbank hay rasgos que se repiten película a película. Señas de identidad. Desde las referencias estilísticas al período victoriano y al expresionismo alemán, con el uso del blanco y el negro, los personajes pálidos, de ojos delineados y pelo negro enmarañado (como Burton), los espirales, las rayas, los circos tenebrosos, la melancolía y el romanticismo y nombres que figuran una y otra vez en sus elencos como Michael Keaton, Danny DeVito, su exesposa Helena Bonham Carter, su actual pareja Eva Green y sobre todo, Johnny Depp.


Poco de eso hay en Dumbo, su obra más reciente. Su estilo no está tan presente como en otros casos, aunque hay elementos y nombres que se repiten. Aquí queda más supeditado al mundo Disney, para el que ya había reversionado otro de sus clásicos, Alicia en el país de las maravillas, en 2010. Fue el éxito de esa versión que inició la avalancha de remakes con actores de carne y hueso, o al menos animación digital, de las películas animadas del estudio, uno de los métodos del estudio del ratón Mickey para acumular miles de millones de dólares. 
Mientras que algunas han ido por el camino de la recreación exacta, como El libro de la selva, La bella y la bestia o las próximas Aladdín y El Rey León, en el caso de Dumbo la historia es diferente, en parte para actualizar una historia que tiene aspectos que han envejecido mal (como las caricaturas racistas que encarnan los cuervos, el hecho de que el elefante se alcoholice y que los animales sean usados en circos). 


La nueva Dumbo tiene protagonistas humanos, además del elefante de las orejas gigantes, y como otras películas de Burton, deja como mensaje la aceptación del diferente, un elemento extraño que ingresa a un mundo en apariencia idílico –un elefante feo en un circo exitoso, un autómata con manos de tijeras en un suburbio de tonos pasteles o un grupo de fantasmas en una casa de campo– pero que aprende a adaptarse y a reconocer sus propios talentos. 


La aventura familiar del elefante ha sido señalada como un regreso a la mejor forma de su director, luego de algunos traspiés de la última década y media como Sombras tenebrosas, Charlie y la fábrica de chocolate o la propia Alicia, aunque todas fueron en paralelo responsables de hacer ganar a sus estudios unos cuantos millones. Dumbo es una película sólida, en la que lo estético le gana al contenido, aunque tiene momentos emotivos. El elefante está bien logrado tanto en lo visual como en su carisma, y Danny DeVito se roba cada escena en la que aparece.


No llega a los puntos altos de otras entregas de la obra del cineasta de 60 años como Ed Wood, Beetlejuice o El Gran Pez pero marca la vigencia del realizador, que ha sido prolífico y constante en su trabajo, tanto en sus proyectos más pasionales como en los que presta sus servicios a una historia ajena. 


Burton ha demostrado ser versátil aunque siempre conservando (a veces llegando a lo excesivo) sus trucos personales. Es capaz de dirigir desde una pequeña película animada cuadro por cuadro hasta confeccionar una historia de superhéroes como Batman (o la fallida Superman Lives). 


Sus grandes méritos han sido, por un lado, el de ser capaz de crear mundos que rompen los ojos. Cada una de sus películas genera una cápsula, una realidad paralela en la que lo turbio coexiste con lo tierno, en la que lo realista coincide con lo mágico. Mundos propios, con un alto nivel de imaginación unido a referencias a clásicos del pasado, de Hollywood y de afuera. 


Porque además de director Burton es escritor y dibujante, y aplica todos sus talentos artísticos a la creación de sus obras. Y por encima de todo eso, es uno de los maestros actuales de la fantasía y lo fantástico. Una rareza en el mundo estandarizado de Hollywood, que se ha ganado su espacio y sus millones a fuerza de combinar su mundo con el que existía al otro lado de Burbank. 
 

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