Estilo de vida > Blog Delicatessen

Tapeo pirata

De Morondanga es un barco pirata que invita a vivir la fabulosa aventura del explorador gastronómico
Tiempo de lectura: -'
04 de junio de 2019 a las 05:04

Por Alva Sueiras*

Fue instantáneo. Solo hizo falta asomar el hocico por la puerta del bar para recuperar esa sensación indefinida y familiar, por largo tiempo aletargada en algún pliegue del pasado. Todo resulta cercano: el ambiente relajado, la medida informalidad, y esa chica acodada en la barra que se da vuelta y habla con una pareja de recién llegados. No se conocen, pero entablan una amena conversación que se prolonga hasta que abandonan el local.

Somos seis en torno a una angosta barra tras la cual los cocineros hacen malabarismos para preparar al momento las comandas que el encargado canta, mientras se toma con parsimonia una copa de vino. No llega a los treinta. Las tapas del local se anuncian en un pizarrón. Afuera llueve a mares. Pedimos Amable, el tannat de Gaetano Cretenze, un wine maker de antepasados griegos y corazón de viña. Atemperado el ánimo, es hora de aprontar el paladar para la degustación de tapas. 

Tenemos tan cerca la cocina que es más fácil guiarse por la pinta de los platos que por los titulares del pizarrón. El festín empieza con la Bruschetta en pan de masa madre con humus, tomates asados, rabanito, puerro frito, teriyaki y aceite verde. Al acertado «abrebocas» le siguen el Curry de cordero y peras asadas, los Champiñones rellenos con cebolla, ajo caramelizado, cubitos de hongo, perejil y sweet chile, y la deliciosa Quijada en salsa con puré de zanahorias casero. Haciendo caso omiso a los signos de advertencia de un estómago satisfecho, sucumbimos curiosos ante un Ojo de Bife a punto de dioses y unos Camarones al Ajillo en su cáscara, que invitan a chuparse los dedos embadurnados en ajo y aceite, sin ningún tipo de pudor. 

Con el estómago lleno y el corazón contento, se intensifica esa sensación de familiaridad. Miro a mi alrededor y de pronto lo entiendo. Aquel minúsculo rincón en ochava atesorando una esquina de Montevideo pasaría por aborigen en la sevillana Alameda de Hércules, en el madrileño barrio de La Latina o en el Carrer Major des Born, en la menorquina Ciudadela. Por una noche y de alguna manera, vuelvo a casa.

De Morondanga es un bar de tapeo deliciosamente irreverente. Las tapas, con sello propio, son auténticas y deliciosas -palabra de española-. Lo aledaño es más parecido a un club de amigos que encuentran en el comensal un potencial aliado, ávido de compartir y socializar. No espere filigranas, chaquetillas impolutas o servicio protocolar. De Morondanga es un barco pirata que invita a vivir la fabulosa aventura del explorador gastronómico, sin riesgo a naufragar. 

De Morondanga
Cassinoni 1200 (esquina Charrúa)
Montevideo
De martes a sábados de 19:30 a 24:00 horas
Tapas de $ 120 a $ 320
Se recomienda ir temprano, el local es pequeño y no admite reservas

*Esta nota fue originalmente publicada en Blog Delicatessen

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...