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Un desafío inédito

La crisis del coronavirus es peor que la de la aftosa, pero será más corta
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14 de marzo de 2020 a las 05:03

Finalmente el virus ha llegado. Como pasó con la aftosa en el 2000/2001, llega un virus y lo cambia todo. Si está en los países vecinos, si aumenta exponencialmente en Europa, la movilidad y concentración de población urbana hace inevitable que llegue.

La pandemia oficialmente declarada es un hecho tan diferente a todo lo anterior que se haya visto que obliga a pensar en cuáles son las certezas que pueden tenerse en un momento en el que todo es incertidumbre. Mientras escribo se está por anunciar lo que tarde o temprano iba a suceder. El corona está aquí. Ahora viene la disrupción.

La  economía tendrá un cimbronazo, la vida cotidiana cambiará radicalmente. En la era de la aislación, ¿quién viajará hacinado en el transporte capitalino? Es altamente probable que haya que suspender las clases, el fútbol, el cine, el teatro. ¿Quién irá a pasear a un shopping?

A diferencia de la aftosa, un problema regional de salud de vacunos, el actual problema es global y de salud en humanos. La crisis en el corto plazo será mayor, alterará la vida de todos. Pero la solución llegará más rápido. La tecnología es mayor, la urgencia por resolverlo mucho más tremenda. Ahora la batalla será por evitar las muertes, contener los contagios. “Cambio de fase” dirán los epidemiólogos.

El viernes 13 quedará para la historia. Vendrán desafíos económicos. Las presiones alcistas sobre el dólar continuarán, la inflación subirá, la gente irá a comprar al supermercado porque ante lo imprevisto, abastecerse, habrá remarcaciones y falta de stock. Lo que ya se ha visto en Europa.

Con una regularidad llamativa, cada 20 años la economía tiene un sacudón que incluye depreciación de la moneda: 1982, 2002 y en este caso no fue en 2022 sino dos años antes. Una situación anormal en la salud humana global lleva a una corrección importante en las variables económicas, en particular en el tipo de cambio. El dólar sube, perjudica a los asalariados, jubilados y pensionistas que cobran en pesos. Pero tampoco tiene sentido dilapidar las reservas del Banco Central para frenar un huracán externo que solo hay que esperar que pase.

A diferencia de las dos devaluaciones anteriormente citadas, en esta no hay una desconfianza bancaria, ni colas de gente temerosa de que sus ahorros sean confiscados.

A diferencia de las dos devaluaciones anteriormente citadas, en esta no hay una desconfianza bancaria, ni colas de gente temerosa de que sus ahorros sean confiscados. Esta no es una crisis financiera, pero sí tiene en común con las anteriores una situación prolongada de atraso cambiario y un déficit fiscal importante pero que amenaza al grado inversor, no necesariamente a la estabilidad de todo el sistema.

Es momento de mantener la calma lo más que sea posible. Consumir cítricos, mantenerse tranquilo en los hogares. Como ha escrito una viróloga española, Margarita de Val, del centro de biología molecular Severo Ochoa en una carta que fue publicada en Infobae, “tenemos que pasar la oleada de la epidemia, tenemos que ganar tiempo”.

La gente común tiene que tratar de evitar la tentación de reenviar audios apócrifos catastrofistas, rumores y versiones. Es momento de valorar más que nunca a la ciencia, que solo ella tendrá la llave que nos libere de esta trama que parece de ciencia ficción.

El sistema político debe hacer ya una tregua, que si el déficit fiscal heredado, que si la suba de impuestos del nuevo gobierno, se trata de ser todos austeros y poner todos un poco de lo que podamos para que un problema sanitario no nos descarrile la vida económica y social del país.

La producción uruguaya de alimentos será un bastión para que todo siga funcionando.  Como en el período de 2003 en adelante la gran herramienta del país para sortear momentos difíciles. Para la población general este será un año muy difícil. El poder adquisitivo caerá, el empleo se verá resentido. ¿Quién se animará a contratar cuando Europa está paralizada y EEUU está paralizándose? Pensemos en el turismo ¿quién se animará a contratar si no puede saber nada del futuro? La enseñanza se verá alterada.  Los niños y jóvenes deberán asumir la responsabilidad de estudiar y formarse dentro del aula o en su hogar.

Es peor que la aftosa, pero será más corto. Hay que cambiar muchas costumbres, pausar el beso y el apretón de manos, dejar de compartir el mate, lavarse las manos con jabón a la mayor frecuencia posible, evitar aglomeraciones. Quién sabe cómo podrá funcionar el Parlamento con una ley de urgente consideración si algún parlamentario se diagnostica con el virus. Todo es excepcional. Pero pasajero.

Uruguay salió de la aftosa y la crisis de 2002 con trazabilidad y sin default, fortalecido como país. Por supuesto con un montón de sufrimientos personales que son prácticamente inevitables aunque deban ser minimizados. Responsabilidad y tranquilidad, esperar por la ciencia, frenar todo lo posible para que no se generalice. Cerrar las fronteras y los vuelos internacionales si es necesario, pero sin apelar a la tan habitual manija. Como sociedad salimos de la aftosa fortalecidos, también saldremos de ésta.

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