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Un gallo para Esculapio, la ficción argentina del momento

Con Peter Lanzani y Luis Brandoni, la serie es un retrato crudo del bajo mundo criminal en la periferia de Buenos Aires
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14 de mayo de 2018 a las 05:00

Sócrates, el viejo, el griego, se está muriendo. Es el año 399 a. C. y el viejo filósofo está peleando las últimas horas de vida. A su lado está Critón, uno de sus discípulos más tardíos. Sócrates se acerca a Critón y le habla. "Critón, debemos un gallo a Esculapio, no te olvides de pagar esta deuda". Y se muere.

Dos mil años después, Nelson llega de Misiones a Buenos Aires con Van Dam abajo del brazo. Van Dam es un gallo, pero a diferencia del ave de Sócrates, Van Dam es un gallo de riña. En la capital argentina, Nelson tiene la misión de encontrar a Roque, su hermano, a quien no ve hace años. En medio de la búsqueda, el hombre quedará envuelto en un mundo desconocido y peligroso, y será allí donde su historia encontrará similitudes y oposiciones con los últimos minutos de vida de Sócrates. Porque ambos, al final, terminan cayendo en las redes de un Esculapio: Sócrates en las del dios griego de la medicina –para él la muerte era el último remedio–; Nelson en las del dios argentino de los piratas del asfalto.

El encuentro entre Nelson y su Esculapio es el leitmotiv de Un gallo para Esculapio, serie producida por Underground –los mismos de El marginal– que se ha convertido en uno de los últimos grandes éxitos de la ficción argentina.

Aunque es una producción popular desde su estreno a mediados de 2017, cobró todavía más notoriedad en los últimos días, cuando se dieron a conocer las nominaciones a los premios Martin Fierro. Allí, Un gallo para Esculapio encabeza la lista con 11 candidaturas, entre ellas la de producción integral y mejor serie y/o unitario.

Periféricos

Un gallo para Esculapio es una creación del productor y guionista Sebastián Ortega y Bruno Stagnaro, un hombre que conoce muy bien y que ya ha retratado con acierto las periferias sociales argentinas que tanto incomodan a la ficción del otro lado del río. En 1998, por ejemplo, dirigió junto al uruguayo Adrián Caetano la película Pizza, Birra, Faso, la historia de un grupo de adolescentes marginales de Buenos Aires que viven todos juntos en una misma casa y que subsisten gracias a pequeños robos y atracos.

Dos años después de este debut, Stagnaro volvió a los marginados de la sociedad en Okupas, una miniserie estrenada en el 2000 que detalló con crudeza la vida de

las personas alojadas de manera clandestina en viviendas tomadas a la fuerza. Con esta realización, Stagnaro conoció de primera mano el oro del Martin Fierro, ya que en la ceremonia del 2001 Okupas ganó tres estatuillas.

Un gallo para Esculapio encabeza la lista de nominaciones en los Martín Fierro con 11 candidaturas, entre ellas la de producción integral y mejor serie y/o unitario.

En Un gallo para Esculapio, el realizador vuelve a situar la historia en uno de los contextos más complicados del conurbano bonaerense y muestra sin pudor los crímenes y dramas de los "piratas del asfalto", asaltantes que recorren las autopistas del país. En su serie, Stagnaro enfrenta a Nelson con el Chelo Esculapio, un mafioso pesado que se dedica a este tipo de robos y que lo arrastrará a un submundo plagado de delincuencia, baja moral, sangre y mugre.


La serie se estrenó oficialmente el 15 de agosto en TNT, y al día siguiente por Telefé. La primera temporada–ya está confirmada una segunda– tiene nueve capítulos y un elenco de renombre. El protagonista es Peter Lanzani, que alejado de sus papeles de galán y con un acento autóctono de la provincia de Misiones se pone en la piel de Nelson; junto a él están Luis Brandoni como Chelo Esculapio, Luis Luque, Julieta Ortega, Eleonora Wexler y Andrea Rincón.

En su primera entrega, Un gallo para Esculapio tuvo críticas muy positivas, que resaltaron la crudeza con la que Stagnaro retrató ese "otro" Buenos Aires.

Martín Fernández Cruz, periodista de La Nación, escribió por ejemplo que la serie demuestra "que directores como Stagnaro son imprescindibles en la pantalla" y que "a fuerza de picotazos, Un gallo para Esculapio prueba que la tele argentina, cuando quiere, puede ser más grande que cualquier pantalla de multicine".

Por su parte, Emanuel Respighi de Página 12 escribió que Un gallo para Esculapio logra "correrse de la escenografía palermitana y de los problemas burgueses de la porteña clase media psicoanalizada para potenciar una trama que abandona la comodidad del diván para mostrar la espesura de la esquina", y aseguró que la producción "pone en pantalla la sociedad que la ficción argentina prefiere ocultar".

En su primera entrega, Un gallo para Esculapio tuvo críticas muy positivas, que resaltaron la crudeza con la que Stagnaro retrató ese "otro" Buenos Aires.

Para el uruguayo que quiera ver esta serie, el destino es el streaming. La producción se puede encontrar en plataformas que tengan contenidos de TNT, como TCC Vivo, NS Now y Cablevisión Flow.

El próximo 3 de junio, Un gallo para Esculapio puede reafirmar en los Martín Fierro que la victoria de El marginal el año pasado no fue casualidad, y que hoy la ficción argentina de calidad está mirando hacia periferias que antes pasaban desapercibidas. Si gana, al final, la televisión de la vecina orilla estará saldando una deuda pendiente con su propia identidad. Como aquella que Sócrates quiso saldar con Esculapio antes de morir.

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