Leonardo Carreño

Un mes de gobierno: una sensibilidad social inesperada y la deuda de la relación con la oposición

Tiempo de lectura: -'

31 de marzo de 2020 a las 14:30

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

El gobierno cumplió un mes. Se terminó el primero, apenas, de los sesenta que durará el mandato del presidente Luis Lacalle Pou. En términos matemáticos, obviamente, es muy poco. En términos políticos, sin embargo, el que se acaba de terminar está llamado a ser uno de los más importantes del período. Fueron 31 días tremendos, en los que el nuevo gobierno ha tenido que modificar bruscamente una hoja de ruta largamente pensada para encarar las consecuencias sanitarias, sociales y económicas de un shock externo adverso de inusual gravedad. Aunque ha sido sometido, de golpe, a una prueba exigente, desde mi punto de vista, logró salir airoso. Paso a detallar cómo hice las cuentas de este primer balance que arroja saldo a favor.

Lo primero que hay que decir es que el gobierno se destaca por su seriedad y por el compromiso con su tarea. Todos trabajan mucho, con muchas ganas, en muchos temas a la vez. Desde el primer día quedó claro que todo el equipo está dispuesto a dedicar muchas horas a la gestión. La imagen de Jorge Larrañaga instalándose en el Ministerio del Interior en la noche del domingo 1° de marzo es una de las más demostrativas de esta actitud. El viraje en materia de seguridad acaparó la atención de la ciudadanía desde los primeros días generando grandes expectativas pero también algunos temores. De todos modos, la emergencia en seguridad pasó muy pronto a segundo plano.

Leonardo Carreño

Cuando todo parecía indicar que la agenda estaría dominada, al menos durante marzo, abril y mayo, por la política de seguridad y la discusión parlamentaria de la Ley de Urgente Consideración, el escenario cambió completamente. El gobierno mostró, a partir de ese momento, capacidad de adaptación a los cambios del entorno. Lo que más llama la atención es cómo ha logrado desplazar a un segundo lugar en la lista de sus propias prioridades la vocación por el control del déficit fiscal. En verdad, el gobierno exhibe una sensibilidad social que ni siquiera sus propios votantes podían imaginar. Lo que viene quedando claro es que estamos frente a un elenco que está dispuesto a equilibrar responsabilidad macroeconómica y sensibilidad social. Esta tensión, desde luego, atravesará toda la gestión.

Leonardo Carreño

Una vez que se instaló la emergencia sanitaria el equipo gobernante acumuló un mérito adicional. Logró poner en marcha una política de comunicación potente y exitosa. Desde que la pandemia covid-19 desembarcó en Uruguay la opinión pública sigue con mucha atención las conferencias de prensa en Presidencia. El gobierno ha tenido voceros destacados. Creo que existe cierto consenso en que hay varios puntos altos, empezando por el propio Lacalle Pou. Pero no puedo dejar de mencionar el excelente papel que viene desempeñando en este sentido Álvaro Delgado, desde la Secretaría de la Presidencia. Los datos de opinión pública generados por Factum confirman que la comunicación de las decisiones adoptadas, en particular de las relacionadas con la crisis sanitaria, funciona bien: casi dos de cada tres uruguayos considera que el gobierno de Luis Lacalle Pou realiza una "buena" o "muy buena" gestión frente a la crisis desatada por la propagación mundial del nuevo coronavirus.

El único rubro en el que el gobierno quedó en deuda durante su primer mes de actuación es en el vínculo con la oposición. Durante la campaña electoral Lacalle Pou insistió en que no quería “cambiar una mitad por la otra”. Reiteró este concepto el 1° de marzo, en su discurso de asunción ante la Asamblea General. Y agregó: “La unión es lo que nos piden los uruguayos”. Sin embargo, a lo largo de estos primeros días de gestión ha habido poca comunicación con el Frente Amplio. Desde luego, el Frente Amplio no ayudó mucho. Es evidente que todavía le cuesta asumir la derrota y tramitar el duelo correspondiente. Pero la responsabilidad principal por la calidad del funcionamiento del sistema democrático siempre, en todos los casos, es del gobierno.

@AlvaroDelgadoUy

En cualquier caso, al menos hasta el momento en que me siento a terminar de escribir estos renglones (martes 31 de marzo, de mañana), el contacto entre gobierno y oposición ha sido muy escaso y demasiado tenso. Admito que aguardo con mucha expectativa el resultado de la reunión que, hoy mismo por la tarde, mantendrán el presidente Lacalle Pou y una delegación del FA encabezada por Javier Miranda. Desde luego, nunca será sencillo el diálogo entre los dos bloques. Hay toda una historia de enfrentamientos, desencuentros y agravios. Pero los líderes políticos tienen una responsabilidad muy especial. La sociedad civil viene dando algunos ejemplos de cooperación extraordinarios. Los dirigentes políticos no pueden ser menos. Los partidos deben ser capaces de cooperar en tiempos normales. Con mucha más razón deben poder sobreponerse a fastidios y recelos en tiempos como estos, de crisis excepcionales.

En suma. El nuevo gobierno ha tenido un comienzo muy auspicioso. Trabaja. Aprieta los dientes. Cambia. Muestra sensibilidad a las demandas sin ser irresponsable ni deslizarse a la demagogia. Comunica muy bien. Pero tiene por delante otros 59 meses que no serán nada sencillos. Cuando pase la emergencia será la hora de encarar, con más restricciones de las imaginadas, las reformas comprometidas durante la campaña.

Adolfo Garcé es doctor en Ciencia Política, Docente e Investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, UdelaR

adolfogarce@gmail.com

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.