Una yunta de bueyes que mantiene viva la tradición

Ya sea por costumbre o por costos, utilizar animales para la labranza es un hábito que no pierde vigencia

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09 de febrero de 2019 a las 05:02

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Como en tiempos arcaicos, el campo uruguayo aún tiene hombres que van y vienen por el surco de su chacra arando la tierra con una yunta de bueyes. 

Uno de ellos es Juan Ángel “Pato” Bragundez, un pequeño productor rural dedicado a la chacra. Tiene 59 años y hace unos 50 que trabaja con estos animales. 

Bragundez nació y se crió en Costas de Pando, en Canelones, departamento en donde vive actualmente.

El área que explota es de cinco hectáreas, de las cuales dos son de chacra. Planta boniato, cebolla, zapallo, remolacha, ajo y algún yuyo. También tiene unas vacas para la cría.

El gusto por el arado con bueyes lo heredó de su padre. Cuando era chico volvía de la escuela y amansaba los animales, tarea que realiza hasta el día de hoy.

Trabaja de esta manera, en primer lugar, porque el dinero no le alcanza para comprarse un tractor. Además, debido a los elevados costos del gasoil, le es más rentable arar con bueyes ya que tiene pocas hectáreas de campo. Pese a todo esto, reconoce que sería más fácil trabajar con un tractor porque facilita y acorta mucho los tiempos. Por ejemplo, arar las dos hectáreas con un tractor le puede llevar un día, mientras que ese trabajo, el buey, lo hace en una semana aproximadamente. 

“Me gusta trabajar con ellos, levantarme temprano y empezar a arar. Será porque uno nació con eso de arar con bueyes y ahora le tira más trabajar con animales. Es más por la tradición y por un tema de costos. Para comprar un tractor tendría que vender mis bueyes y poner plata arriba. Y a veces, lo que uno saca del campo no alcanza, da para subsistir nomás, pero no para tirar manteca al techo”, explicó. 

Silvana Fernández
Juan Ángel “Pato” Bragundez trabaja con bueyes hace unos 50 años y, pese a que entiende que un tractor facilita la tarea, no cambiaría por nada a sus animales.

Otro punto a favor de trabajar con los animales es que no tiene más gastos que la comida. Comen pasto, alfafa, ramas de boniato o chalas. Según su criador, hay que tenerlos bien “polenteados” porque son como el tractor, funciona si se le recarga combustible. Si no se los alimenta apropiadamente, los animales no van a tener fuerza.

Actualmente tiene a dos bovinos trabajando, uno de cuatro años y medio –Batalla– y el otro –aun sin nombre– de dos años y medio.

Lo nombró Batalla porque el invierno pasado, cuando jubiló a su anterior bovino, este estaba a medio amansar, pero Pato tenía que plantar la cebolla y no tenía con quién trabajar. 

“Entonces empecé a probarlo y él, al ser medio enano, no podía con el barro y se arrodillaba y cinchaba de rodillas y yo de atrás enterrado hasta las patas en el barro también. Entonces le puse Batalla, porque fue una batalla entre los dos sacar a la producción adelante. La cosecha salió impecable y hoy está dentro del galpón, esperando a que suba un poco el precio para venderla”, contó.

Bragundez junto a su cosecha de cebollas con la que Batalla se ganó su nombre

Por lo general adquiere a los bueyes de su propio rodeo. A veces los elige de terneros (por su tamaño o pelaje) y otras veces son los que quedan guachos. Los capa él mismo para hacerlos novillos y luego los entrena. Si no tiene terneros, compra uno de algún vecino de la zona.  

Los cría y entrena durante dos años y medio o tres. Cuanto más joven sea el vacuno aprende más rápido. No todo es color de rosas y reconoce que le han dado golpes y varios tirones. En este sentido, confesó que cuando se tiene un buey ya pronto es más fácil entrenar a otro más chico, porque el más grande siempre lo va a dominar.   

El buey, dependiendo del trabajo y de cómo esté cuidado, podría trabajar hasta unos 20 años. Lo principal es que tenga dientes para alimentarse bien. Cuando el animal ya no puede trabajar más, Bragundez lo vende al frigorífico porque no tiene espacio para dejarlo en la casa y además con la plata que hace con la venta de ese animal compra a su reemplazo. 

“Me gusta trabajar con ellos, levantarme temprano y empezar a arar. Será porque uno nació con eso”. 

La industria los paga al precio de buey, no de novillo. El precio no llega a los US$ 3 por kilo a la carne, el equivalente al valor de una vaca aproximadamente. 
A Batalla, si no lo retira por algo puntual que le pase, podrá tenerlo durante 12 años o más.  

Trabaja todos los días con ellos a la mañana y a la tarde. Le tiene mucha fe a la labor que realizan los animales porque que mueven más la tierra que un tractor, y aunque quizás éste haga el trabajo más profundo, los bueyes llegan a toda la superficie.

Además, la rueda del vehículo va pisando el arado, los bueyes no. Otro punto a favor de los vacunos es que cuando para de llover, los bueyes pueden entrar enseguida al terreno, pero el tractor no porque se entierra.

Confesó que plantó la cebolla –cosecha con la que Batalla se ganó su nombre– porque tenía el buey; si hubiese tenido un tractor no podía plantarla por la cantidad de barro que había.

En su zona, solamente Pato y otro vecino continúan arando de esta forma.  No cambiaría por nada a su trabajo con los bueyes. Entiende que con un tractor todo sería más fácil, pero le gusta trabajar con ellos. Mientras tenga fuerza para trabajar los va a tener. 

–¿Y cuántas yuntas han pasado a lo largo de estos 50 años?

–¡Pah! Han pasado y han pasado bueyes. Acordarme exacto no sé. Han pasado yuntas, me acuerdo de algunas, de 10 o 12… pero no más. 

Antes vendía muchos bueyes entrenados para trabajar. La gente le pedía que le preparara alguno y, según relató, hacía buena plata. Pero ahora nadie quiere o busca bueyes. 

“Los llevaban garantidos. Cobraba platales. La otra vez me quisieron comprar uno, pero no lo quise vender no porque no trabajara, sino porque lo hacía solo conmigo”, finalizó.

Conceptos claves 
El buey es el macho bovino (toro) dedicado al engorde o a tareas de tracción, especialmente agrícolas o transporte de cargas. Para que un toro se transforme en buey es necesario castrarlo. 
El arado es una herramienta utilizada en la agricultura para abrir surcos en la tierra y remover el suelo antes de sembrar. 
Yunta es una pareja de bueyes que trabajan unidos con el fin de realizar labores en el campo.
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