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La familia que se formó alrededor de la frutilla

En torno a la frutilla se forjó una familia que va a contramano: apostando a la eficiencia superan los escollos y se quedan en el campo
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18 de noviembre de 2018 a las 05:03

Por Juan Samuelle, enviado a San José

No hace mucho sorprendió el elevado precio del morrón, que llegó a casi $ 400 por kilo. Por el contrario, en las últimas semanas la sorpresa la generó el bajo precio de la frutilla, que se podía conseguir por poco más de $ 50 el kilo.

Todo se explica por el nivel de la oferta y la demanda en el mercado local, en rubros básicamente de abasto interno y en una plaza de porte limitado. Eso admitió Cristian Bauza, productor de frutilla del paraje Buschental de San José, quien reflexionó que “el precio bajo le sirve a la gente, pero no le sirve al productor”, porque lo habitual es que cuando eso sucede no se logre ni siquiera cubrir los costos productivos.

Cristian tiene 42 años y está casado con Mariela Natalia Lemos. Tienen dos hijos, Alan de 11 años y Manuel de nueve, quienes concurren a una escuela de la vecina ciudad de Libertad. La casa familiar y las áreas cultivadas están al costado de un camino vecinal, a tres kilómetros del km 46,8 de la ruta 1. Es una zona donde varios vecinos debieron dejar de producir, porque tienen una edad avanzada y nadie de sus herederos siguió sus pasos, o porque les fue mal.

En ese marco, Cristian sigue porque le gusta lo que hace. “Tengo hijos chicos y es lo que sé hacer”, reconoció.

La empresa familiar no tiene nombre. En los cajones donde se despachan las frutillas hacia el mercado aparece el apellido Bauzá. Hay cientos en el galpón donde se acondiciona la fruta, en el garaje y en el patio, muy cerca de donde este productor en sus ratos libres se entretiene con una de sus tres pasiones: cultivar tunas en pequeñas macetas. Las otras son su familia y la frutilla.

Cristian heredó sus conocimientos en el rubro de sus padres, Heber y Olga, quienes siguen cultivando en su quinta, lindera a la de Cristian, ahora en un rubro no tan tradicional, las aromáticas.
Damián, hermano de Cristian, también trabajó con la frutilla, pero dejó y ahora atiende un puesto de frutas y hortalizas en Libertad y además cría caballos.

Cristian siguió con la frutilla y para eso fue clave el respaldo de Mariela. Y pese a que nunca sobra nada, mal no le fue: con el paso de los años ha ido construyendo la imagen de ser uno de los principales abastecedores de este fruto al mercado.

“Nos conocimos muy jóvenes. Yo estaba vinculado a la granja, pero ella no. Había terminado el profesorado de inglés y el de piano, pero por suerte eligió la frutilla”, explicó, refiriéndose a su esposa.

En el trayecto desde la casa hacia uno de los cuadros plantados este año, con sus hijos a un lado y con dos cimarrones al otro (Timbó y Barula), señaló que trabaja con su señora y seis colaboradores. El predio en el que produce tiene 15 hectáreas, todas arrendadas. Con base en un esquema de rotación para ir dándole descanso al suelo, mantiene siempre dos hectáreas en producción.

Este año “la cosecha viene espectacular, arrancó muy bien, como nunca”, comentó. Comenzó en octubre y se extenderá hasta junio. Se está recogiendo de las plantas frutillas de muy buena calidad, tamaño óptimo y gran cantidad. La calidad y el tamaño es positivo, no obstante el elevado volumen impacta en forma adversa, el mercado está muy abastecido y el precio que recibe el productor no es el anhelado, es más, “estamos empatando, apenas cubrimos los costos”, dijo.

La buena noticia es que tras la visita de El Observador a la quinta de Cristian los precios han comenzado a mejorar (ver más adelante).

Cristian produce el 100% a cielo abierto, lo cual establece convivir con la incertidumbre de eventuales daños por adversidades climáticas. Tiene la capacidad de regar en toda la superficie, disponiendo pues de una tecnología indispensable para ser eficiente.

Cada planta le rinde de un kilo a 1,5 kilos por zafra, cuando hace algunos lustros apenas se lograban 200 gramos. Eso sucedía a fines del siglo pasado, cuando se utilizaban plantas nacionales que producían en un lapso mucho menor, unos dos meses. Además era frutilla de menor tamaño. Se mejoró gracias a la genética. Igual hay que vivir pendiente del estado del tiempo, que el año pasado fue malo para varios rubros frutícolas (y en esa zona de San José hubo alguna granizada muy dañina) y no se llegó a un kilo por planta.

Para acceder a la genética líder que hoy se utiliza, en su momento se conformó una cooperativa para importar (ver el apunte), primero desde Chile y ahora desde Texas, Estados Unidos, de la variedad San Andrea.
“Elegimos ese origen porque todas las plantas madre surgen de California”, dijo el productor en tanto mostraba al periodista las últimas plantas adquiridas. Otros importan desde Chile o España. “La San Andrea es muy buena, pero ya estamos buscando otra variedad, siempre aparecen mejores y no te podes dar el lujo de quedar atrasado”, comentó.

“Este año todo viene muy bien, desde que arrancamos la plantación en marzo y ahora con la cosecha, se empezó bien y vamos mejor”, comentó sobre cómo evoluciona la zafra frutillera. Este año no hubo pérdida de plantas, “casi nada” dijo. Lo malo, como se dijo, es el precio, que al menos por el momento no conforma.

Cristian vende en el Mercado Modelo, donde tiene su puesto como empresario mayorista. También coloca en forma directa en los supermercados Disco, Gèant y Devoto. En el Mercado Modelo hace un par de semanas obtenía en promedio $ 30 a $ 40 por kilo. “Con eso empatamos”, lamentó. Lo bueno es que los 500 kilos que lleva cada día al mercado en estos días lo coloca todo. Le sacan las frutillas de las manos.

Si el precio no mejora lo suficiente, admitió, “vamos a tener problemas para importar plantas, eso lo tenemos que hacer en diciembre y hay que pagar para cerrar la importación”, explicó. La solución, mencionó, “está en pilotear otros pagos, diferir lo que hay que invertir en insumos, en fertilizantes o en nylon, por ejemplo”. Porque lo primero es asegurar la llegada de plantas nuevas.

Sobre el tema costos, dijo que para el uso que se le da “el de la energía eléctrica es razonable, acá se paga $ 20 mil de luz pero ese es un gasto que se justifica. Lo que sí está muy caro es el combustible, eso sí precisamos que mejore, es un disparate”. Otros costos, como los tributos y la mano de obra, “se pagan bien, no veo problema en eso, es lo que corresponde”.

Sí notó un cambio en estos últimos años: “hoy es mucho más fácil encontrar mano de obra, antes era más complicado”.

Y también mencionó, a propósito de la genética cada vez más eficiente a la que se accede, “que ahora necesitamos menos mano de obra para cosechar la misma superficie, por la característica de producción de las plantas, que dan frutos de mayor tamaño, ahora cosechamos cada dos días y antes había que estar todos los días sacando la frutilla”.

Al final de la charla, en ese momento al frente de su casa y con otros dos perros a sus pies (los labradores Serena y Marco), Cristian admitió que hay cosas que podrían estar mejor, pero lejos de quejarse reflexionó: “la familia está bien, los hijos creciendo sanos, tengo la casa y trabajo en lo que me gusta, soy productor”.

La escuela de Tropa Vieja que hizo foco en el oro rojo

La frutilla en varias zonas del sur y del litoral norte del país es un rubro de alto valor para cada comunidad. Un ejemplo guarda relación con la escuela pública rural N° 35, de Tropa Vieja, distante 6 kms de Libertad.
Sonia González Ernst, maestra de 5° y 6° año de primaria –en una escuela multigrado–, educa a 19 niños. Este año, tras una sugerencia de la directora Daniela Belloni Castro, estimuló a sus alumnos a investigar sobre las producciones de la zona. En ese marco, se supo que 11 de los 36 productores vecinos tenían como rubro clave en su actividad a la frutilla, un fruto presente también en el invernáculo que posee la escuela.

Así comenzó la investigación sobre ese rubro, planteando inquietudes a productores, agrónomos, importadores y otros actores de la cadena, sobre cuestiones diversas, como la procedencia de las plantas de un fruto de alto valor nutricional y conformado en un 90% por agua. El entusiasmo creció y se llegó a asistir a la Feria de Ciencias, donde con buen suceso se presentaron los logros de las investigaciones.

Se avanzó, pero queda mucho por saber y la avidez de los niños es estimulante. Ahora, en una nueva etapa, se pondrá el foco en aspectos legales relacionados con la manipulación genética en la frutilla.

Cuando la unión hace la fuerza

La Cooperativa Agraria Puntas del Sarandí está integrada por 10 productores, no solo de frutilla. Entre ellos está Cristian Bauza. Esa cooperativa nació hace seis años y es la sucesión de un grupo de granjeros que se integró hace unos 20 años prácticamente con esa misma decena de productores. Haber constituido el grupo primero y la cooperativa luego les permitió, por ejemplo, acceder a asesoramiento agronómico y ser más eficientes en la compra de insumos. En la cooperativa no solo se produce frutilla. Hay otros rubros, como papa, zapallo, morrón, cebolla y boniato. Se producen en un predio de 16 hectáreas del Instituto Nacional de Colonización que maneja la cooperativa y se venden al Estado, por ejemplo a la Fuerza Aérea.

Quinta en el ranking del Mercado Modelo

El ingreso de frutilla al Mercado Modelo creció 43% en octubre de 2018 en relación a lo sucedido en el mismo mes de 2017. Pasó de 695.556 kilos a 994.706 kilos. Según datos del área de Información, Desarrollo y Promoción del Mercado Modelo aportados a El Observador, en ambos casos la frutilla se ubicó en el quinto puesto del ranking de ingreso de frutas, por debajo de banana, naranja, manzana y mandarina. En el último ejercicio completo, el de 2017, la frutilla concretó un ingreso de 3.291.867 kilos, lo que significó el 1% considerando el volumen de todos los rubros. En relación a la participación en el monto bruto comercializado, alcanzó los US$ 8.596.202, equivalentes al 3% de lo generado por la totalidad de los rubros.

Leve mejora del precio
El lunes pasado la frutilla fue uno de los tres rubros cuyo precio a nivel mayorista –en el Mercado Modelo– se movió al alza (los otros fueron la manzana roja y el zapallito), aunque el ajuste fue leve.
Luego, el jueves y con base en el calibre y la calidad, los valores que difundió el Observatorio Granjero oscilaron de $ 44 a $ 80 por kilo.

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