Leonardo Carreño

Verde que te quiero verde en tiempos de crisis

Las emergencias del cambio climático prometen consecuencias catastróficas

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16 de abril de 2022 a las 05:04

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Los precios suben, la inflación acumula porcentajes en todo el mundo y se escapa de los rangos deseados, de todos lados aparecen propuestas para aminorar el impacto de esas subas y ya se habla de nuevos acuerdos salariales adaptados a una situación más compleja de lo que permitía adivinar la salida de la pandemia. Todo lo anterior constituye otra gran emergencia, a esta altura una forma de vida a la que se ha acostumbrado América Latina, una “costumbre” que hace muy difícil, para la mayoría de las familias pero también para los que construyen las política públicas, mirar más allá de lo que hay que solucionar ya ya ya. Tiene sentido: hay que comer todos los días, hay que proveer de salud, hay que lograr que cada vez más niños ingresen y cada vez más jóvenes egresen del sistema educativo. 

La lista de tareas urgentes parece interminable. Entre ellas casi nunca están las estrategias verdes, por englobarlas con una denominación, que ayudarían a los países de la región no solo a autosustentarse mejor en términos de energía sino también a convertir este rubro en otro motor expansivo de la economía, que serviría para llenar los agujeros que el resto de las emergencias siempre están cavando. 

El último informe del Banco Mundial “Consolidar la recuperación: aprovechando las oportunidades del crecimiento verde”, se centra en buena parte en este objetivo, al tiempo que reafirma que si bien las economías de América Latina y el Caribe (ALC) van camino a una recuperación luego de la crisis del covid, “las secuelas de la pandemia persisten y la necesidad de un crecimiento dinámico, inclusivo y sostenible es cada vez más urgente”.

El PBI de la región tuvo un crecimiento importante en 2021 (6,9%), pero para 2022 se espera que no supere 2,3% y para 2023, 2,2%. Se lograrán revertir las pérdidas enormes que sufrieron los países durante la pandemia, pero estas proyecciones pintan un panorama lento y pobre, que ubican el crecimiento de la región “entre los más bajos del mundo”, señala el informe del Banco Mundial. 

“Nos encontramos en un entorno mundial de gran incertidumbre, que podría impactar en la recuperación pospandemia. No obstante, a largo plazo los desafíos del cambio climático serán aún más apremiantes, lo que nos obliga a avanzar de forma urgente hacia una agenda de crecimiento más verde, más inclusiva y que eleve la productividad”, dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.

Lo anterior es real y lo han dicho expertos, jerarcas y políticos de todo el planeta. Pero LAS emergencias suelen parecer más reales que estas otras emergencia derivadas del cambio climático cuyos efectos, sin embargo, ya son y serán aún más catastróficos que la inflación derivada de la inestabilidad mundial y una guerra en medio de Europa. 

En una semana signada en Uruguay por las discusiones en torno a los precios, vimos propuestas de todo tipo y color para mitigar la suba de precios, provenientes de casi todas las filas políticas, y así debe ser. No vemos, sin embargo, el mismo interés político y ni siquiera la misma conciencia ciudadana, cuando se tratan temas “verdes” que seguramente ya están definiendo nuestro presente y futuro.

Hace menos de un mes, el Ministerio de Industria y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación lanzaron la primera convocatoria internacional para el desarrollo de proyectos piloto de hidrógeno verde en el país. No recuerdo que haya sido el tema de la semana.

El hidrógeno verde se produce por electrólisis del agua a partir de electricidad proveniente de fuentes renovables. Se lo define como un vector energético y no como una fuente, porque luego se puede transformar en varias formas de energía, como electricidad, gas sintético o calor, con aplicaciones para la industria y el transporte. 

El proceso de producción de este componente no produce emisiones de CO2, es decir, no contribuye al calentamiento global que está cambiando el clima con consecuencias en algunos casos catastróficas, y en todos los casos con efectos sobre la agricultura y todas las formas de producción.

¿Por qué mientras que los precios suben y los salarios retroceden deberíamos interesarnos por algo aparentemente tan intangible como el hidrógeno verde o las energías renovables? Porque los necesitamos para la urgencia y también para un futuro que ojalá no tenga tantas emergencias. 

Porque Uruguay ha construido un camino firme que hace que su matriz energética provenga en un 97% de fuentes renovables, con potencial de aumentar la capacidad instalada tanto de parques eólicos en tierra como en mar, al igual que de la granjas fotovoltaicas, como dijo el ministro de Industria, Omar Paganini, el año pasado en un evento en el que se analizó el futuro del hidrógeno verde junto a Chile, otro de los países latinoamericanos que avanzan en este sentido.

Uruguay avanzó a paso firme y seguro en la reconversión de su matriz energética, en lo que ahora parece una política de Estado que supera a un gobierno y a un color político. En un país en que todo parece ser gracias a o por culpa de un partido o gobierno, deberíamos enfocarnos un poco más en el potencial de avanzar hacia el verde que te quiero verde como fuente de desarrollo y mejor vida para los uruguayos.

Aún queda mucho por hacer. Aunque la matriz energética viene bien en su transformación, un 37% del consumo todavía proviene de fuentes fósiles, una cifra que no se ha logrado bajar en los últimos años. Sobre todo el transporte y ciertos sectores de la industria, explicó Paganini, siguen dependiendo de combustibles fósiles que son –en gran parte– los que han colaborado al calentamiento global. 

El gobierno uruguayo pretende contrarrestar las emisiones del 4% de la flota de vehículos del país con la producción de 150 mil toneladas de hidrógeno verde. 

Apunta además a responder a una potencial demanda de 100 mil toneladas para usarlo como fertilizante natural para agricultura. En épocas de fertilizantes químicos y de dependencias severas como las que en estos meses han quedado explícitas derivadas de la guerra en Ucrania (Rusia en uno de los principales exportadores de fertilizantes), el del hidrógeno verde parece un plan fundamental.

En el futuro Uruguay podría exportar este producto y sus derivados. Paganini ha dicho que esta movida sería uno de los ejes de la “segunda transición energética” en Uruguay. 
“América Latina y el Caribe disfruta de tremendas ventajas comparativas verdes, que le brindan la oportunidad de generar nuevas industrias y exportaciones. Tiene un enorme potencial en energías renovables, grandes reservas de litio y cobre –utilizados en tecnologías verdes– y un gran capital natural, todo ello cada vez más valorado en un mundo donde el calentamiento global y la seguridad energética pasan al centro de la escena. No obstante, adaptarse al cambio climático y aprovechar estas oportunidades para crecer de forma diversificada y sostenible requerirá de mejoras en la capacidad regional de identificar, adaptar e implementar las nuevas tecnologías”, dijo William Maloney, Economista en jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.

Si entre las emergencias innegables que enfrenta Uruguay encontramos la claridad para invertir capital político en movidas relacionados a energías renovables, estaremos cimentando un futuro que –al menos– nos encontrará más fuertes a la hora de enfrentar las crisis. 

El informe plantea una combinación de políticas que puede ayudar a aprovechar las oportunidades que brinda el crecimiento verde. Éstas incluyen: políticas para la fijación de precios que promuevan la adopción de las actuales tecnologías bajas en carbono, por ejemplo mediante reformas en los subsidios a los combustibles fósiles y el establecimiento de impuestos sobre el carbono y esquemas de comercialización de emisiones.

Mecanismos creíbles de verificación que posibiliten las primas de precio verdes. Esto permitirá la exportación de créditos/compensaciones de carbono y sacar provecho de los mercados de financiamiento verde.

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