El retrato de Melzer estuvo en el VIC hasta el último día

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Voces y películas a diez años de la muerte de Ronald Melzer, un agitador cultural y pilar del cine nacional

Desde el Video Imagen Club, como crítico, productor o distribuidor, su figura fue clave para la generación que impulsó el renacimiento del cine uruguayo
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17 de junio de 2023 a las 05:00

A veces se da por sentado el valor que tiene que alguien te recomiende una película. A veces, en medio del maremágnum de estrellas en Letterboxd, tuits, opiniones tiradas al azar, obras maestras que se olvidan a la semana y el hype exacerbado por el plástico y el CGI, que alguien te diga con interés genuino “mirala, está buena”, y que detrás de esas palabras haya una intención real por compartir, por generar en otro esas mismas sensación en el estómago que te generó el final de, no sé, El graduado o Paris,Texas, o incluso en pos de algo que va más allá y que se emparenta más con la formación de públicos, bueno: eso tiene valor. Mucho valor. En ese sentido, quienes conocieron a Ronald “Ronny” Melzer tuvieron a una persona así. Alguien que respiraba cine y que lo compartía. Alguien que, incluso a diez años de su muerte que se cumplen el próximo 24 de junio, sigue presente en el ecosistema montevideano como un agitador cultural por excelencia, un pilar del cine local y alguien que compartía su pasión sin esperar retribuciones u homenajes. A lo sumo, pedía que devolvieras el VHS en fecha.

“Ya lo saben todos los lectores, y aun quienes no nos leen. Ya no estarán en estas páginas las notas –enjundiosas, entusiastas, informadas, peleadoras– de su principal crítico de cine. Ronald Melzer murió el lunes 24, el mismo día en que murió Gardel. Acá lo recordamos como podemos, cada uno a su manera. Sabiendo que, de ser la situación contraria, él lo hubiera hecho mejor.” Eso escribía la crítica y periodista Rosalba Oxandabarat en la despedida impresa que le hizo a su amigo y colega en las páginas de Brecha aquel viernes de 2013, y lo hacía con una cercanía arrolladora que reunía los adioses de varias generaciones que aprendieron a masticar celuloide con Melzer. Porque él, ya fuera desde ese semanario, el mostrador del Video Imagen Club (VIC) o desde su vínculo con las primeras películas del re-amanecer del cine uruguayo, fomentó eso: una prole de cineadictos que hoy son quienes, en algún punto, le dan forma a buena parte del contexto audiovisual nacional.

Melzer murió de cáncer a los 56 años, pero las poco más de cinco décadas que vivió le alcanzaron para estirar su leyenda. Creó el VIC, lo convirtió en un polo de intereses audiovisuales y lo regentó hasta que pudo; fue, se dijo, un crítico ávido y certero, un amante de la obra de John Ford, fue árbitro de fútbol, contador, productor de cine, distribuidor, se merecía un lugar donde se lo pudiera recordar físicamente y eso pasó: existe desde el año pasado la mediateca Ronald Melzer en el Castillo del Parque Rodó, un lugar de encuentro y cine, como lo fue el VIC y como lo quería él.

Gabriel Massa, su amigo y socio de larga data, actual responsable de la distribuidora Buen Cine —que Melzer fundó— y gestor de la medioteca, lo explicaba así hace algunos meses en entrevista con El Observador: “Concretar la medioteca significa un cierre. Se abre otra etapa, pero se cierra una importante, porque si no hubiera conocido a Ronny estaría haciendo otra cosa. Nos llevábamos muy bien, también nos peleábamos mucho, pero dentro de un marco de respeto y de colaboración. Era un tipo brillante y muy generoso. Tenía la capacidad de llegar al fondo de las películas con certeza, sabía cómo descubrir ciertas cosas. A veces yo trataba de no hablar de las películas con él hasta no haberlas visto, porque era muy influyente su mirada.”

Las discusiones o los rezongos amables vinculados al cine eran patrimonio de cada charla con Melzer, que como recuerda este texto publicado en Cinemateca hace algunos días, no tenía prurito en defender a sus héroes de celuloide al punto de volverse casi insoportable: “Hay otros aportes menos cuantificables pero no menos nítidos: una persistente pasión por el cine, un magisterio impartido en múltiples espacios, desde el rezongo cordial, detrás del mostrador del video club al cliente que osaba pedir un bodrio, hasta la charla que podía ser interminable sobre el cine que amaba u odiaba. Y era, por cierto, firme en sus amores y sus odios: en el primer apartado Hitchcock, Welles, John Ford, el cine latinoamericano y nacional, el documental; en el segundo, el cine británico, sobre todo esa producción de qualité que solía definir, burlonamente, como ‘de ingleses bien vestidos’; y más genéricamente lo que solía llamar, casi siempre sin equivocarse, “cazabobos” de prestigio, la clase de película fabricada para ganar festivales y no para gustarle a la gente.”

En estas fechas, los recuerdos y los homenajes a esta figura fundamental del cine local se suceden, y de hecho las líneas anteriores responden a uno de ellos: el ciclo que Cinemateca dedicó esta semana para recordarlo. Estuvo compuesto por algunas de sus películas predilectas y todavía hay algunas funciones por delante (ver abajo). Allí están Billy Wilder, Hitchcock, Truffaut, Welles, los suyos.

Pero para sumar voces que hablen de ese legado, El Observador invitó a tres personalidades vinculadas a él y al cine vernáculo —en su producción, divulgación y distribución— para que contesten sobre dos cuestiones puntuales: por qué este hombre orondo y de temperamento volátil pero afable fue tan importante para el esquema del sector, y cuáles son las películas que automáticamente vinculan a él. Porque de eso vivía, eso respiraba: películas.

Christian Font

Crítico de cine, periodista y actor

El aporte de Ronald Melzer en el surgimiento de una nueva generación de cineastas es clave y se dio desde varios frentes. Por un lado, a través de Video Imagen Club creó un punto de encuentro donde reunir a esa comunidad cinéfila que incluía a muchos cineastas en ciernes. Ahí los escuchó hablar de sus proyectos, aconsejó y apoyó incondicionalmente porque le entusiasmaba mucho la idea de un nuevo cine uruguayo que contara todo tipo de historias, sea ficción o documental. Ayudó a financiar un montón sin esperar rédito alguno más que la satisfacción de ver esos proyectos concretados. Lo hizo también a través de sus artículos en Brecha. Y les dio películas, en todo sentido. Venían desde la ECU, desde Bellas Artes, gurises que precisaban equis referencia para un corto…Ronny no dejaba que nadie se fuera sin lo que iba a buscar, desde un DVD a un consejo. Creo que no debe haber cineasta local surgido en los últimos veinte o treinta años que no deban parte de su formación al VIC. Stoll, Nieto, Facal, Abend, Veiroj, Hendler, la lista es interminable

El conocimiento de Ronny era enciclopédico y a pesar de que a veces era atropellado y medio caótico a la hora de recomendar, rara vez fallaba. Las películas con las que más lo asocio son aquellas que me recomendó enfáticamente o sobre las que nos colgábamos horas hablando. After Hours de Scorsese, My Darling Clementine (de su siempre idolatrado John Ford) y una que recuerdo especialmente. Mi abuelo, que era muy cinéfilo, estaba bastante enfermo y no quería nada ya. Igual accedió a que viéramos una película juntos. Rony me recomendó Capitanes Intrépidos de Victor Fleming con Spencer Tracy. Fue tremendo. Aún recuerdo la emoción de mi abuelo y se lo agradeceré siempre. La película es maravillosa pero no me he animado a volver a verla. Debería, en homenaje a los dos.

Pablo Stoll

Director y guionista de cine (25 watts, Whisky, Hiroshima, entre otras)

Ronny logró erigirse como una especie de faro para todos los cineastas o aspirantes a cineastas que andaban en la vuelta. Todos pasábamos por el VIC. Siendo estudiante conocí ahí a Diego Arsuaga, a Cali Ameglio, a Guille Casanova, fue como un lugar bastante central en el que siempre se estaba hablando de cine. Fue un centro neurálgico en el que todos de alguna manera u otra confluimos.

Recuerdo claramente que un día fui a pedirle una película, no me acuerdo de quién, pero una de esas que son famosas por lo malas que son. Y el me dijo “¿habiendo tantas películas buenas para ver por qué vas a ver una  mala?”. Y si bien ese día me llevé esa película mala, me llevé también una que me recomendó él. Y desde ese día llevé eso como estandarte. Por qué habiendo tantas películas buenas para ver perdemos tiempo mirando películas malas. Eso cambió mucho mi forma de ver el cine, de como pasar de consumir como un boludo, como un pendejo que se cree mil viendo películas malas para reírse, a ver películas buenas para disfrutar y aprender. Y creo que eso es una cosa que Rony llevaba, era parte de su forma de enseñarnos a todos, no solo a mí que era de los más jóvenes, sino también a los más grandes. Él además era un tipo con un sentido del humor bastante increíble. Hacía chistes malísimos, y ahora pagaría lo que no tengo por volver a escucharlos.

De las películas que recuerdo que para él eran importantes: The man who shot Liberty Valance. Brief Encounter también me la recomendó y la vi gracias a él. Y después también como algunas señales de alerta, banderas rojas en la obra de Tarkovsky, por ejemplo. Y no recuerdo si vi El apartamento porque me la recomendó Rony, pero posiblemente sí, porque él amaba a Billy Wilder y me pasó ese amor incondicional por el hombre que le gustaban los buzos de Cashmere. De él viene su seudónimo, Harry Hinkle, con el que escribía de fútbol. Era uno de los personajes de la película En bandeja de plata.

Gabriel Massa

Distribuidor, gerente de Buen Cine, exsocio del VIC

Cuando pienso en películas vinculadas a Ronny pienso más en su rol de crítico. El tipo tenía una claridad conceptual y una visión de las películas que a mí siempre me llamó mucho la atención, me sorprendió y me ayudó a aprender y a mirar películas. La primera que siempre se me ocurre es La Strada. Era una película que la veía, se emocionaba, que realmente le encantaba y Fellini para él era uno de sus grandes héroes cinematográficos. Otro, obviamente, era Orson Welles. El de El ciudadano, el de Sed del Mal, el que fuera. Él decía que nunca un personaje fue tan esperado como el suyo en la última media hora de El tercer hombre, y que ninguno llenaba la pantalla de la manera que Welles lo hacía. También recuerdo que cuando empecé a trabajar en el VIC había visto muy poco cine norteamericano clásico y lo primero que me dijo fue que viera ¡Qué verde era mi valle!, que mirara John Ford, y que ahí iba a empezar a entender un poquito más. Que mirara cine negro, a Fritz Lang, La noche del cazador. Esas son las que yo más recuerdo de haber hablado infinidad de veces con él.

Ronny era un entusiasta, un impulsador, un adelantado. Hacía quijotadas que permitían que sucedieran las cosas. El otro día hablé de que en 1995 cuando recién había empezado a trabajar con él distribuimos Viento del Uruguay, una coproducción italiana filmada en Uruguay en base a un texto de Morosoli filmada en el 89. Bueno, él en el 95 la estrenó en el Cine Libertad en un proyector digital en Betacam. El loco era un adelantado en lograr que no acceder a copias en 35 mm no limitara la posibilidad de que el cine uruguayo o filmado en Uruguay se pudiera exhibir. Y lo hizo siempre. Me acuerdo de que la primera película uruguaya que distribuimos juntos fue Crónica de un sueño de Mariana Viñoles en 2006, y también era imposible en esos momentos exhibir películas que no fueran en 35 mm, porque salía unos 40 mil dólares más o menos. O sea que se estaban haciendo películas uruguayas que no podían acceder al circuito comercial por la dificultad de exhibición. Y bueno, Crónica de un sueño la exhibimos también en proyectores que fuimos comprando para cada en las salas. Y El círculo, en 2008 pasó lo mismo en salas del Montevideo Shopping, Casa Blanca, la Sala Libertad, que abrimos nosotros para que hubiera una sala de Cine Uruguayo, y la película tuvo cerca de 15.000 espectadores. En ese sentido, como distribuidor lo veo como un tipo adelantado, con un tipo que invertía, que ponía plata, que arriesgaba y que perdía mucho con tal de que el Cine Uruguayo fuera visto y tuviera este desarrollo.

Homenajes y ciclos

Hay varios eventos desarrollándose en este momento en Montevideo que recuerdan y homenajean a la figura de Ronald Melzer. Uno de ellos es el ciclo que por estas fechas está teniendo lugar en Cinemateca y que irá hasta este lunes, con proyecciones de Piso de soltero, Whisky, Jules y Jim y Raíces en el fango.
Además, en la Mediateca que lleva su nombre en el Parque Rodó habrá actividades los sábados 24 de junio (fecha de su muerte) y primero de julio. La primera jornada será un encuentro entre amigos, críticos, directores, productores y distribuidores para charlar sobre "su impronta personal, su generosidad e inteligencia aplicada a la formación crítica de espectadores y la producción nacional". La actividad estará conducida por los críticos Alvaro Loureiro y Fernán Cisnero, el productor Fernando Epstein, el director Guillermo Casanova y el propio Massa. El sábado siguiente, por otro lado, tendrá lugar la charla "Palabras de aliento. La labor crítica de Ronald Melzer y el cine nacional", de la que participan Carmela Marrero, Mariel Balás y Mariana Amieva. Ambas actividades comienzan a las 11 de la mañana y son con entrada gratuita.

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