La tecnología blockchain llegó para quedarse. Y así lo confirma el último informe de Global Crypto Adoption Index 2025 de Chainalysis, que arrojó interesantes resultados con respecto al uso de las criptomonedas no solo en la Argentina, sino también en Latinoamérica.
Los datos muestran un mapa desigual, donde la región se consolida como motor del crecimiento global, pero con motivaciones muy distintas a las de los mercados más desarrollados.
Un mapa global en movimiento
El informe de Chainalysis muestra un escenario cambiante: India, Estados Unidos y Pakistán encabezan el ranking mundial de uso de criptoactivos. Asia-Pacífico se consolidó como el epicentro de la industria, con un crecimiento del 69 % interanual en valor recibido, potenciado por marcos regulatorios más claros, inversión institucional y productos financieros como los ETFs de bitcoin.
En paralelo, América Latina se posicionó como la segunda región con mayor crecimiento global, con un alza del 63 % en 2025, que se suma al 53 % registrado en 2024. Este avance la consolida como un polo dinámico dentro del ecosistema cripto, aunque con características muy distintas a las asiáticas.
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Asia regula, América Latina improvisa
La comparación entre regiones es clara. El informe establece que, en Asia-Pacífico, el boom está alimentado por la integración del sistema financiero tradicional con los activos digitales: exchanges regulados, fondos institucionales y bancos que ofrecen productos vinculados a criptomonedas.
En América Latina, en cambio, el crecimiento tiene un perfil de supervivencia: remesas más baratas, refugio frente a la inflación, acceso a dólares vía stablecoins y, en muchos casos, ausencia de regulaciones claras. La región aparece como un laboratorio donde la adopción crece rápido, pero apoyada más en la urgencia de los ciudadanos y la realidad socioeconómica latinoamericana que en la solidez de su infraestructura financiera.
El caso argentino: récord en adopción
Dentro de la región, Argentina se ubica en el puesto 20 del ranking mundial y encabeza la adopción en Sudamérica, por delante de Chile y Brasil. Casi un 20 % de los argentinos utiliza criptomonedas, lo que convierte al país en líder regional en proporción de usuarios.
El motivo central está en la economía local: inflación crónica, devaluación constante del peso y, hasta hace poco tiempo, cepo cambiario. Esto llevó a que millones de argentinos usen stablecoins como Tether (USDT) o USD Coin (USDC) no como inversión especulativa, sino como una forma cotidiana de resguardar sus ahorros o acceder a dólares sin restricciones.
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En paralelo, bajo la gestión de Javier Milei se avanzó en la creación del Registro de Proveedores de Servicios de Activos Virtuales (PSAV), administrado por la Comisión Nacional de Valores (CNV). Allí deben inscribirse exchanges, brokers y empresas que operan con criptomonedas, con el objetivo de formalizar el sector, aumentar la transparencia y alinear al país con las recomendaciones internacionales del GAFI. Se trata del primer paso concreto hacia una regulación integral del ecosistema cripto en Argentina. Hasta el día de la fecha, hay 158 personas jurídicas y humanas registradas.
Cripto y geopolítica: una tecnología que nadie quiere perder
Los datos de Chainalysis confirman lo que dijimos al principio: la tecnología blockchain llegó para quedarse, y América Latina avanza como un motor de adopción global, aunque impulsada más por la necesidad que por la innovación. En países como Argentina, el uso cotidiano de criptomonedas refleja desequilibrios estructurales más que sofisticación financiera, pero al mismo tiempo muestra cómo esta herramienta se convirtió en parte del día a día de millones.
Las grandes potencias ya juegan otra partida. Estados Unidos apuesta por consolidar un marco regulatorio claro y la institucionalización de productos como los ETFs; China impulsa su propia moneda digital estatal para mantener control político y financiero; y la Unión Europea avanza con MiCA, su ambicioso reglamento cripto, para ordenar el mercado bajo criterios comunes. Mientras tanto, Latinoamérica aporta un matiz único: la blockchain como refugio frente a la inestabilidad, una cara distinta de una tecnología que, sin dudas, ya no tiene marcha atrás.