El Gobierno encara la elección en Buenos Aires bajo un clima de tensión, con Javier Milei sin confirmar su presencia en el búnker de La Libertad Avanza (LLA). En reserva, admiten que sólo irá si hay un buen resultado. El cierre quedó atravesado por ANDis y los audios de Karina Milei, además del cruce Parisini–Francos por un tuit.
En la Casa Rosada nadie pronuncia la palabra derrota, pero todos actúan como si la posibilidad existiera. La logística del domingo se diseñó en modo contingencia, con planes A, B y C para la foto de la noche, con el presidente en primer plano o con una conducción colegiada desde el escenario, según dónde quede la aguja. La orden, repetida, es evitar improvisaciones, sostener un discurso compacto, no regalar un titular que se vuelva en contra.
Javier Milei irá al búnker de La Libertad Avanza si hay un buen resultado
La incógnita sobre Milei condensa la tensión de fondo. “El Presidente tiene que estar cuando conviene y desaparecer cuando conviene”, define un funcionario que pide hablar en estricto off, consciente de lo que se juega en Buenos Aires. La Plata, más que un búnker, es la escenografía de un resultado que puede proyectarse al resto del mapa, por eso nadie mueve un músculo hasta ver la primera foto de las mesas testigo.
El tramo final de la campaña quedó dominado por el caso ANDis. La presunta trama de coimas y la salida de Diego Spagnuolo corrieron el eje durante días, forzaron defensas públicas, apuraron reuniones reservadas y tensaron un oficialismo que venía de semanas ásperas. La lectura en el Gobierno es que el tema caló en la conversación, que activó sospechas viejas sobre el funcionamiento estatal, y que la mejor respuesta fue mostrarse ejecutivos, echar al funcionario involucrado, prometer auditorías, prometer sanciones.
Javier Milei Karina Milei
Javier Milei encara la elección en Buenos Aires con varias internas abiertas en el Gobierno.
El Gobierno inmerso en múltiples internas que impactan en La Libertad Avanza
A la par, la cautelar que prohibió difundir los audios de la secretaria general, Karina Milei, metió a la hermana del presidente en el epicentro del ring. La jugada apuntó a congelar la escena, pero reabrió la discusión política sobre los límites de la privacidad, sobre el uso de filtraciones como arma, sobre el costo de blindar a la figura más influyente del dispositivo libertario. “Nos tiran con todo, cuidamos lo que hay que cuidar”, responden en Nación, sin más matices.
El tablero sumó otra chispa cuando Daniel “Gordo Dan” Parisini cruzó al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, a partir de un tuit sobre el senador Luis Juez. Fue un choque breve, público, suficiente para exhibir que el oficialismo compite en dos canchas al mismo tiempo, la electoral y la de la identidad, con liderazgos que marcan estilo y con sensibilidades que no siempre encajan. Hubo llamado a desescalar, hubo bajada de tono, pero el episodio dejó su marca en la semana más sensible.
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Javier Milei encara la elección en Buenos Aires con varias internas abiertas en el Gobierno.
En ese contexto, la campaña bonaerense se movió a paso corto, con énfasis en la fiscalización y en la milla final de la persuasión. Puerta a puerta, microsegmentación, mensajes con foco en seguridad y en costos de vida, menos actos masivos, más conversación dirigida. Cerca de Milei insisten en que el 2023 enseñó que la calle vale, pero que el algoritmo decide, y que la foto que importa es la de la planilla de fiscales, prolija, robusta, con firma y sin tachones.
Los cálculos que hacen en el Gobierno en Buenos Aires
La expectativa sobre el domingo es binaria, victoria que consolida o tropiezo que obliga a recalibrar. La conducción busca administrar esa ansiedad con manual de crisis, portavoces únicos, monitoreo de rumores, desmentidas rápidas, silencio cuando conviene. Los aliados, atentos, preguntan por la escena de la noche, por la presencia presidencial, por la nota que bajará la espuma o hará sonar el bombo, según donde caiga la moneda.
Milei, mientras tanto, capitaliza la ambigüedad. La no confirmación opera como presión sobre la tropa, como mensaje a los suyos y a los ajenos, como herramienta para moldear expectativas. Si hay foto ganadora, él será la tapa, si el resultado es ajustado, habrá un texto más institucional, con la promesa de corregir lo que haga falta y de redoblar la apuesta donde se haya hecho pie.
La provincia de Buenos Aires es siempre más que una elección, es un clima. Esta vez, el clima es electricidad estática, silencio de pasillos, teléfonos que vibran sin parar. Entre ANDis, la cautelar por los audios, los chispazos internos y una economía que todavía muerde, el oficialismo llega con los dientes apretados y la convicción de que la noche del domingo puede darle aire o sumarlo a la lista de problemas. El resultado dirá si el búnker se celebra o se explica.