En un acontecimiento sin precedentes desde que Javier Milei asumió la presidencia de Argentina, nació el séptimo hijo varón del país, Noah Portillo, quien será el próximo ahijado presidencial conforme a la tradición y la normativa vigente.
Noah llegó al mundo el pasado 10 de septiembre en el Hospital Regional de Río Gallegos. Su madre, Mirta Portillo, originaria de Misiones, se mudó hace aproximadamente dos décadas a la capital de Santa Cruz. Este cambio fue motivado por el clima seco, que ayudó a aliviar los problemas respiratorios de su primogénito, Adam, quien actualmente tiene 18 años.
Adam nació en Misiones, mientras que sus hermanos menores, Iván (16), Tiago (12), Aarón (10), Ezel (8) y David (2), vieron la luz en la región patagónica. Mirta comentó que, según la Ley de Padrinazgo Presidencial, tiene el derecho de solicitar a Javier Milei como padrino para su hijo. Ya empezaron los trámites correspondientes para formalizar esta solicitud.
En una conversación con FM Santa María de las Misiones, Mirta, de 41 años, comentó: “Me dijeron que están haciendo contacto con el Presidente, así que podría ser el ahijado”. Añadió, entre risas: “No esperábamos que fuera a tener todos varones. Podría decir que llegamos a siete niños buscando una hermanita para ellos. Pero ya está, ya me di cuenta que no estoy para la nena”.
Uno de los aspectos más peculiares es que si Milei acepta ser el padrino, debería viajar a Río Gallegos para asistir al bautismo. Desde 1983, los padrinos-presidente en general no asistieron a los bautismos, aunque suelen enviar obsequios o representantes en nombre del presidente. Sin embargo, hay excepciones notables. Un ejemplo es el bautismo de Mateo Cagliari el 26 de octubre de 1996 en la quinta presidencial de Olivos, donde el entonces presidente Carlos Menem se ofreció como padrino antes de que Mateo naciera, como informó La Nación.
Aunque los padrinos-presidentes suelen estar ausentes, tuvieron breves pero significativas interacciones con sus ahijados cuando las circunstancias lo permitieron. Además del honor simbólico del padrinazgo presidencial, la Ley otorga una beca que cubre los estudios del ahijado hasta el final del período universitario.
De qué se trata esta tradición de origen ruso
En la Argentina, existe esta tradición única que data de principios del siglo XX y está ligada a una creencia popular de origen ruso: el padrinazgo presidencial del séptimo hijo varón o la séptima hija mujer. Según esta leyenda, los séptimos hijos nacidos en secuencia podrían convertirse en lobizones o brujas, y la protección presidencial se consideraba esencial para evitar estos destinos. Esta práctica, que no tiene paralelo en Rusia, fue adoptada completamente en Argentina y llevó a que hasta la fecha 11.381 personas recibieran este padrinazgo presidencial.
La historia de esta tradición comienza en octubre de 1907, cuando los inmigrantes rusos Enrique Brost y Apolonia Holmann, residentes en Coronel Pringles, solicitaron al entonces presidente José Figueroa Alcorta protección para su séptimo hijo varón, José. Esta solicitud, basada en una antigua costumbre de la Rusia zarista, llevó a que se estableciera una ley en 1974 que formalizó y extendió el padrinazgo presidencial. A partir de ese momento, los séptimos hijos varones y las séptimas hijas mujeres recibirían una medalla, un diploma, el envío de una comitiva presidencial para el bautismo y una beca estatal destinada a cubrir sus estudios.
La ley que reglamenta este padrinazgo se instauró durante la última presidencia de Juan Domingo Perón mediante un decreto presidencial y fue ratificada como ley en 1974. A lo largo de los años, los presidentes argentinos acumularon un significativo número de ahijados. Perón lidera la lista con 1.628 ahijados, seguido por Carlos Menem con 1.166 y Cristina Fernández de Kirchner con 1.152. El último en la lista es Eduardo Duhalde, con un solo ahijado. Néstor Kirchner, quien fue presidente antes de Cristina Fernández, tuvo 328 ahijados, siendo el primero Néstor Carlos Santibañez, bautizado solo cuatro días después de que asumiera el mandato.
Natalia Aprile, Directora General de Programas de Gobierno de la Secretaría General de la Presidencia, explica que esta tradición surgió como una costumbre de la Rusia zarista que apadrinaba al séptimo hijo varón debido al mito del lobizón. Según Aprile, “debían acreditar buena conducta, buen concepto moral” para ser considerados aptos para el padrinazgo.
Durante su mandato, la ex presidenta María Estela Martínez de Perón amplió el padrinazgo a los séptimos hijos varones consecutivos y se convirtió en madrina de 473 de ellos. La ley, promulgada en 1974, estableció que los ahijados tendrían derecho a una beca que cubre sus estudios en niveles primario, secundario y superior en instituciones educativas oficiales. En la actualidad, los montos de la beca actualizados para 2023 son de $40.000 anuales para nivel inicial y primario, $51.000 para nivel secundario y $76.400 para el nivel superior.
Hasta la pandemia, una comitiva presidencial encabezada por el edecán o la edecana asistía a los bautismos. Sin embargo, tras el covid, las ceremonias se simplificaron y la medalla se envía por Correo Argentino junto con un certificado. A pesar de los cambios, algunas familias siguen preocupadas por el valor de la medalla y el reconocimiento presidencial. En 2010, por ejemplo, Gastón Castillo solicitó la renuncia a su padrinazgo presidencial debido a que su padrino había sido el dictador Jorge Rafael Videla.
Cristina Kirchner realizó modificaciones en 2009, eliminando la obligatoriedad de que el séptimo hijo varón o la séptima hija mujer deban ser consecutivos para recibir el beneficio. Además, durante sus dos mandatos presidenciales, tuvo dos casos destacados: Iair Tawil, el primer ahijado presidencial judío, y un doble madrinazgo en Río Hondo, Santiago del Estero, donde apadrinó tanto a un séptimo hijo varón como a una séptima hija mujer de la misma familia.
En cuanto a la distribución provincial de ahijados, Buenos Aires encabeza la lista con 2.530, seguido de Tucumán con 1.223 y Córdoba con 1.068. De los 11.381 ahijados registrados hasta la fecha, 10.015 son varones y 1.366 son mujeres.
La tradición del padrinazgo presidencial fue objeto de interés y curiosidad a lo largo de los años, con historias diversas como la de Eduardo Grillo, quien, a pesar de no ser el séptimo hijo varón, fue ahijado de Evita y Perón gracias a los contactos políticos de su padre. Aunque Grillo vendió la medalla para cubrir una hipoteca, conserva con cariño recuerdos de aquella ceremonia.