La última semana de la gestión de Javier Milei fue una montaña rusa emocional y financiera que llevó al Gobierno del nerviosismo total del domingo hasta cerrarla con alivio el viernes. Es que la crisis en los mercados había llegado a un punto donde si no había cambios el interrogante ya no era cómo le iba a ir a La Libertad Avanza en las elecciones legislativas, sino cómo llegaba.
El domingo 21 fue un día de pura tensión en la administración libertaria. A pesar de los esfuerzos y las señales de Luis "Toto" Caputo de que los dólares disponibles eran suficientes para frenar la corrida cambiaria, las dudas reinaban respecto a cuánto más podían soportar las arcas del Banco Central la presión de un mercado que parecía no encontrar techo. En tres días había tenido que vender más de U$S 1.200 millones para defender el techo de la banda de flotación.
Aunque lo nieguen públicamente, la verdad es que en el búnker del Gobierno se evaluaban al menos tres escenarios posibles, todos ellos dramáticos para la continuidad del programa económico: liberar las bandas y dejar flotar al dólar (con el consecuente salto inflacionario), volver a establecer un cepo cambiario (un golpe mortal a la promesa de libertad), o la opción preferida, conseguir ayuda de emergencia de los Estados Unidos.
Por esta razón, en un trabajo mancomunado, las diferentes áreas del Gobierno –la Cancillería de Gerardo Werthein, el Palacio de Hacienda de "Toto" Caputo y el sector de comunicación estratégica de Santiago Caputo– quemaron los teléfonos. "El domingo estaban enloquecidos", describe una fuente al tanto de las conversaciones de ese fin de semana. El objetivo era uno solo: conseguir una soga que impidiera que la cuerda se rompiera.
Fugaces retenciones cero para calmar el dólar
En medio de esa frenética búsqueda de apoyo internacional, la decisión de eliminar las retenciones al campo en realidad se entiende como un manotazo de ahogado. Era una medida desesperada para inyectar algo de dólares frescos y así contener la subida del billete verde y cuidar unas reservas que se seguían drenando. Estaba claro que, por sí sola, esa medida no sería suficiente para calmar la marea, sino apenas un parche.
La decisión le terminó generando una nueva crisis de confianza con el sector agropecuario, ya que terminó durando apenas tres días en los que los beneficiados fueron los grandes grupos exportadores de cereales. En la crisis, lo único que importaba era calmar el dólar. Ya vendrá el tiempo de recomponer y de cumplir con la promesa de baja definitiva de las retenciones, piensan en el oficialismo.
Finalmente, los planetas se alinearon. El viernes, Estados Unidos, a través del secretario del Tesoro, Scott Bessent, dio sobradas muestras de su disposición a colaborar y a asistir financieramente al gobierno de Javier Milei. La señal, contundente y pública, fue suficiente. Bastó ese respaldo político y económico de peso pesado para lograr que los mercados terminaran la semana en paz, logrando el objetivo de frenar la espiral de pánico.
Tanto en el Gobierno como en la Citi más de uno cerró la semana con la misma frase: "Una semana menos". Y es que en el rally hasta las elecciones de medio término del próximo 26 de octubre ahora se cuentan cuatro semanas. Con un feriado de por medio, el desafío es que los 19 días hábiles que quedan transcurran con la mayor calma posible. La paz conseguida es frágil, pero en la actual Argentina, cualquier tregua es un triunfo.