La vicepresidente Victoria Villarruel se mantuvo al margen de la campaña en Buenos Aires de La Libertad Avanza (LLA) tras romperse sus puentes con el Javier Milei. La titular del Senado ya no se considera parte del dispositivo libertario y evitó confrontar con Axel Kicillof. Prefirió moverse por provincias y hay versiones de encuentros con Mauricio Macri, negados por ambos.
En la vicepresidencia describen la distancia como “funcional y política”. Funcional porque el vínculo operativo con la Casa Rosada quedó reducido a lo imprescindible; política porque Villarruel no comparte el rumbo del armado bonaerense ni la disciplina vertical que el Presidente exige a su tropa. El resultado: la vice optó por no mezclar su agenda institucional con la campaña en el distrito más grande del país.
Victoria Villarruel mantiene un bajo perfil en términos electorales
La decisión tuvo efectos inmediatos. En el sprint final hacia las urnas, LLA careció de una figura nacional de respaldo con legitimidad propia para recorrer el conurbano y disputar conversación con el gobernador. En público, nadie lo admite. En privado, dirigentes libertarios señalan que la ausencia de Villarruel restó “densidad” en segmentos donde Milei no llega o directamente genera rechazo. La campaña siguió, pero con menos aire.
En ese vacío, Villarruel eligió moverse por fuera. Chubut fue una postal buscada: una foto con Ignacio Torres, gobernador joven, opositor a Milei en varios frentes y con proyección propia. El gesto no fue inocente. Apuntó a mostrar autonomía, calibrar afinidades y, de paso, dejar una señal en el tablero patagónico donde el oficialismo nacional no siempre logra construir socios estables. “Ella hace política”, repiten en su entorno.
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Victoria Villarruel no hizo campaña en Buenos Aires y repetiría su perfil bajo en las nacionales de octubre.
Victoria Villarruel, enfrentada con Javier Milei desde el Senado hacia las provincias
La otra hebra que alimentó rumores fue la versión de encuentros con Mauricio Macri. En el Senado aseguran que hubo al menos tres reuniones discretas; desde ambos lados lo niegan con énfasis. El dato, verificado o no, alcanzó para encender especulaciones sobre puentes con el PRO y eventuales coordenadas para el “día después”. En el oficialismo, esa posibilidad se lee como una herejía; en la oposición, como una jugada de anticipación.
La ruptura con Milei se explica por capas. Hay una personal, la confianza dañada, la interlocución vedada, y otra estratégica, más profunda: la vice no comulga con ciertos métodos del “dispositivo” que manda en Balcarce 50. Tampoco comparte el uso intensivo de la tensión como herramienta permanente. “La sociedad empieza a pedir soluciones y previsibilidad”, dicen cerca suyo, en estricto off. Es un reproche suave, pero claro.
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Victoria Villarruel no hizo campaña en Buenos Aires y repetiría su perfil bajo en las nacionales de octubre.
La vicepresidente no hará campaña en octubre para La Libertad Avanza
En paralelo, dos episodios empujaron el distanciamiento: el escándalo por el presunto esquema de coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad que terminó con la salida de Diego Spagnuolo, y la cautelar que prohibió difundir los audios de Karina Milei. Para Villarruel, ambos capítulos exhibieron fragilidades del núcleo de poder libertario y dejaron al Gobierno a la defensiva durante días claves. En la Rosada contestan que era “blindaje necesario” frente a operaciones.
El dato bonaerense es central. Villarruel decidió no hacer campaña contra Kicillof. No es simpatía: es cálculo. Evitar la confrontación directa con el gobernador la ubica por fuera de la lógica amigo–enemigo que empuja el oficialismo nacional y le permite sostener un perfil institucional. También preserva capital propio en un territorio donde LLA carece de estructura robusta y la pelea es desigual. Menos exposición, menos costo.
¿Qué viene? Dependerá del resultado electoral y del clima posterior. Si al gobierno le va bien, la Casa Rosada intentará clausurar internas y volver a ordenar. Si el golpe es seco, crecerán las tentaciones centrífugas. Villarruel ya está parada en la vereda de la autonomía, con vínculos abiertos y agenda parlamentaria. Podría convertirse en un polo de reconfiguración opositora dentro del sistema, o en una voz solitaria con micrófono.
Por ahora, su silencio bonaerense habló más que cualquier discurso. La vice eligió no ser parte de la foto en un momento en que las fotos se cotizan alto. Mandó un mensaje hacia adentro (no todo vale) y otro hacia afuera (hay otra manera de hacer política). Queda por ver si ese camino la fortalece o la deja a medio puente. Buenos Aires, mientras tanto, tomó nota. Y en la noche de los resultados, también contará.