La actriz Hunter Schafer, quien tomó fama mundial por el papel de Jules Vaughn en la serie de HBO Euphoria, fue una de las primeras celebridades en hacer públicas las primeras consecuencias del cambio de la legislación impulsada por el nuevo gobierno de Donald Trump. Miró a la cámara y mostró su pasaporte. Una M mayúscula aparece como marca de género masculina en su documentación oficial. "Nunca dejaremos de existir. Yo nunca dejaré de ser trans. Una carta y un pasaporte no pueden cambiar eso”.
El presidente de los Estados Unidos firmó en las primeras horas de su administración una orden ejecutiva para “defender a las mujeres del extremismo de la ideología de género” y “reestablecer la verdad biológica”. Se traduce en el reconocimiento exclusivo de dos géneros asignados al momento del nacimiento según el sexo biológico de la persona.
Días después, la escritora británica J.K. Rowling, quien en los últimos años ha tenido más menciones por sus agravios hacia las mujeres trans que por haber escrito Harry Potter, celebró el fallo del Tribunal Supremo del Reino Unido que limita la definición legal de mujer al sexo biológico: prendió un puro, se sirvió un trago y subió una foto a sus redes sociales con la frase “me encanta cuando un plan sale bien”, en un guiño a la Brigada A y las causas justas.
En una entrevista con The New York Times el diseñador explicó que la camiseta surgió de una manera reactiva. “Sabía que quería decir algo, dado lo que hemos observado en los últimos meses con el gobierno de EE. UU. y el régimen político actual. Había una duda, porque no creo que me encante el concepto de la política como moda y la moda como política. Puedo ver cómo pueden entrelazarse, pero cualquier ejemplo que se me ocurriera siempre me parecía muy egoísta”.
“Estamos viviendo tiempos muy difíciles ahora mismo, el mundo está cambiando ante nuestros propios ojos, y eso venía acompañado de una sensación de impotencia. Las chicas que caminan en mi desfile son trans, y tengo muchas amigas que son mujeres trans en Estados Unidos. Llegó un punto en el que ya no podía mantenerme al margen”, agregó.
Ives tomó una remera blanca y transfirió la frase sobre la tela en menos de cinco minutos. La respuesta fue abrumadora. Al día siguiente decidió ponerla a la venta en su sitio web por £75.00 y donar las ganancias a la organización Trans Lifeline, una línea telefónica para evitar el suicidio en la comunidad trans de los Estados Unidos.
Una vez en línea la camiseta blanca se convirtió en un objeto de deseo impulsado por el respaldo de celebridades y figuras públicas, que hasta la semana pasada había logrado recaudar más de 250 mil dólares con más de mil pedidos al día.
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El chileno Pedro Pascal –protagonista de la serie The Last of Us, uno de los Cuatro Fantásticos en su próxima película, un general romano en la secuela de Gladiador y un referente por los derechos de la comunidad LGBT+– apareció usando la remera en su cumpleaños de 50 y posteriormente en una alfombra roja en Londres. La influencer Addison Rae la llevó ante sus 88 millones de seguidores en TikTok, el diseñador Haider Ackermann posó con ella junto a Tilda Swinton (quien también tiene una) y Troye Sivan la eligió para su participación en Coachella junto a Charli XCX.
El diseñador deslizó una pregunta: "En la actualidad, ¿qué hay más omnipresente que la camiseta gráfica?”
Un “tablón de anuncios”
Marzo de 1984. Katharine Hamnett llegó esa noche a la recepción en el número 10 de Downing Street con poco entusiasmo, pero decidida a aprovechar su oportunidad. Margaret Thatcher recibía a un grupo de artistas en una gala benéfica y había sido invitada como una de las jóvenes referentes de la moda británica.
Entró tapada con una campera blanca que se negó a dejar en la entrada y se puso en fila para saludar a la primera ministra. En el momento en que apretó la mano de Thatcher abrió su campera para que los fotógrafos pudieran ver la camiseta blanca con una frase inequívoca: 58% Don't Want Pershing(El 58% está en contra de los misiles nucleares Pershing). Los flashes de los fotógrafos inmortalizaron el momento en el que la Dama de Hierro recibe el mensaje.
“Ella miró hacia abajo y dijo: ‘Parece que llevas un mensaje bastante contundente en tu camiseta’”, recordó años después en una columna de opinión de The Guardian. El eslogan antimisiles de Hamnett se convirtió en un momento que pasó a la historia y desde entonces se ha vestido con causas ambientalistas, derechos reproductivos, guerras y la protesta contra el Brexit.
“Las camisetas no cambian el mundo si no están seguidas de un activismo real”, dijo en una entrevista en 2019 publicada en El Confidencial. Y agregó: “Las manifestaciones tampoco cambian nada si no hay verdadera movilización política”.
Con el tiempo la remera de algodón se fue instalando como la cartelera ideal para cualquier mensaje. The T-Shirt Has Become the Medium for a Message, decía un titular del New York Times en 1973: “La remera se ha convertido en el medio para un mensaje”. El informe, escrito por la periodista Angela Taylor, hacía un racconto de las camisetas gráficas de moda, desde las que tenían inscripciones de bandas de rock hasta los coleccionables con imágenes infantiles o los que recibían desde algún viaje al exterior.
“Las camisetas más nuevas, por supuesto, están inspiradas en el caso Watergate. La camiseta de Sam the Man con la imagen del senador Sam Ervin Jr. es uno de los artículos más populares, junto con otros que llevan eslóganes como Soy demócrata, no me espíes”, escribió entonces la cronista. “Un joven que caminaba por Times Square resolvió el problema de las rivalidades de manera ingeniosa: la suya simplemente decía Camiseta”.
En ese auge de la remera gráfica y política, en 1974 el boxeador argentino Oscar “Ringo” Bonavena usaba una remera que decía:The Malvinas are Argentina’s. El deportista, que competía a nivel internacional, llevó a México un reclamo por la soberanía de las islas que llevaría a la guerra casi 10 años después.
“Si usted cree saber todo acerca del sida, pruebe salir con esta remera”. El flyer que acompañaba la camiseta con la inscripción Yo tengo sida era parte de la campaña de Fabulous Nobodies, un estudio de diseño creado por Roberto Jacoby y Mariana “Kiwi” Sainz en Buenos Aires, contra la desinformación y la estigmatización en plena epidemia de VIH.
“Con una remera colorida ¡a lo Benetton! buscábamos corrernos de la cristalización del sentido rojo y-o negro como colores de advertencia, de peligro, que eran los que predominaban en la mayoría de las campañas sobre la prevención del sida. Queríamos que la remera fuera linda, que dieran ganas de usarla”, dijo Sáez 30 años después a página 12.
Si todos la usaran, nadie quedaría por fuera. Nadie podría señalar al otro. Sin embargo, no tuvo tantos adeptos entre referentes argentinos que la usaran públicamente. Uno de los más notorios fue Andrés Calamaro, por aquellos días vocalista de Los Rodríguez, en un show en La Plata frente a 120 mil personas.
Embed - Los Rodríguez - No se puede vivir del amor (La Plata, Argentina / 19 de noviembre de 1994)
La icónica diseñadora Vivienne Westwood –una de las referentes de la moda de protesta desde su estética punk– se convirtió en una dedicada activista contra el cambio climático. Comunicar las consecuencias de la industria sobre el planeta se convirtió en una prioridad. En 2012 lanzó Climate Revolution y utilizó el textil para llevar un mensaje en más de una ocasión.
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Lleva a una pregunta fundamental: ¿cómo se confeccionan estas remeras que serán vallas publicitarias? ¿Acaso terminarán en una pila de ropa gigante como deshecho del fast fashion?
“En mi opinión, es peor que alguien salga de una tienda con un montón de camisetas nuevas hechas en un taller de explotación laboral, que una señora rica compre un solo vestido hermoso”, dijo en una entrevista con The Guardian hace una década.
Ahora, ante eslóganes como Make America Great Again y su inconfundible gorra roja, personalidades del arte y la moda parecen responder con una clásica remera blanca. "Las camisetas políticas son un comienzo. La tragedia es que hoy son incluso más relevantes que cuando empecé a hacerlas, hace 39 años.”, dijo Hamnett en una entrevista en 2018.
Ahora ya van 46 años.
¿Todos deberíamos ser feministas?
Las protestas de este siglo (y el pasado) se pueden contar en eslóganes. La remera pone sobre el cuerpo un manifiesto político. La última ola del feminismo encontró en la prenda sin género un aliado, tanto como un símbolo de identidad como una proclama sobre el futuro.
En 2017 el Museo de Arte Moderno (MoMa) de Nueva York inauguró la exposición Items: Is Fashion Modern?, un decálogo de piezas que contaba una historia textil. El ítem #044 era, justamente, la remera gráfica. Y exhibía la camiseta de Labyris Books, la primer librería para mujeres en Nueva York fundada por Jane Lurie y Marizel Rios fotografiada por Liza Cowan, quien en 1975 le sacó una foto a su novia de ese entonces, Alix Dobkin, con ella. La inscripción: The future is female.
“Había estado observando cómo se vestían las mujeres en la comunidad lesbiana –como la llamábamos en ese entonces", recordó la fotógrafa en una entrevista para la exposición. Inspirada en un artículo de 1972 comenzó a hacerse preguntas sobre la ropa y los significados de la moda en la comunidad queer.
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"Yo acababa de salir del clóset el año anterior, a los 21 años, y había comenzado a vestirme como mis compañeras lesbianas. Quería saber por qué nos vestíamos como lo hacíamos, y cuáles eran las implicaciones sociales y políticas. Cabe destacar que esto fue décadas antes de que la moda, o incluso la teoría cultural, fuera considerada digna de estudio como una disciplina académica. En aquellos días se consideraba algo trivial, y a menudo me ridiculizaban por interesarme por la moda. Sabía que no era trivial, y sabía que la ropa llevaba un mensaje. Quería descifrarlo".
La fotógrafa creó una serie de siete partes en las que intentaba descifrar las consecuencias políticas y sociales y los significados de las elecciones de ropa desde una mirada histórica. "Queríamos honrar nuestra historia y llevar ropa que señalara nuestra identidad a otras lesbianas”, recordó entonces.
Pero quizás el mayor movimiento lo hizo una de las casas de moda más grandes del mundo. La diseñadora Maria Grazia Chiuri se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo de directora creativa de Dior en 2016 y no perdió la oportunidad de hacer una declaración de principios. En su primer desfile, sacó a la pasarela una remera blanca.
We should all be feminists (Todos deberíamos ser feministas), una referencia al ensayo de la escritora Chimamanda Ngozi Adichie y su famosa charla TED de 2013, escrita en letras negras sobre tela blanca redefinía el ideal de mujer que la casa de moda francesa había mantenido durante décadas, desde la mirada masculina de sus directores anteriores. Un movimiento radical en su contexto, que unía la feminidad con el feminismo.
Al igual que en el caso de Protect the dolls, la viralización fue inmediata. Artistas como Natalie Portman, Jessica Chastain, Rihanna o Jennifer Lawrence vistieron la remera. Pero no estuvo ausente de polémicas. ¿Se trataba de una modificación real o de la capitalización del movimiento de las mujeres en las calles?
“El feminismo sigue siendo muy discutido y muy controversial– dijo Achichie en un video para la marca– y todavía está muy cargado de estereotipos negativos. Una camiseta no va a cambiar el mundo, ¿verdad? Pero creo que el cambio ocurre cuando difundimos ideas.”
Años después, el estreno de Madres Paralelas volvió la conversación a la camiseta de Dior. La actriz Penélope Cruz, quien interpreta a la fotógrafa Janis Martínez Moreno en la película de Pedro Almodóvar, usaba la camiseta feminista en una escena doméstica. Se reconvirtió, además, en una prenda icónica en el mundo del cine.
Quien no se sorprendió fue Hamnette, quien se refirió a remeras como esta como intentos “diluidos” de activismo en moda. Las originales, explicó, fueron diseñadas para “armar al cuerpo humano como una cartelera de anuncios”.
Pero la remera como medio para un mensaje existe, principalmente, fuera de las casas de moda. Emprendimientos pequeños y tiendas especializadas han desarrollado sus propias versiones.
En Uruguay, por ejemplo, miles de mujeres salen a las calles cada 8M a marchar por los derechos del colectivo. Remeras como la de Feminismo o Muerte de Romina Díaz Cibils que reinterpreta la bandera de los Treinta y Tres Orientales, o Harta, la del colectivo Encuentro de Feministas Diversas bastado en La Mujer Rota de Simone de Beauvoir suelen repetirse en los encuentros.
Pero quizás la remera gráfica más impactante de Uruguay no sea blanca, sino negra. La organización de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos lanzó en 2011 una camiseta con la inscripción Todos somos familiares, una frase que busca mantener en el recordatorio de los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura cívico-militar.
La camiseta, en la que se estampa también el símbolo de la margarita creado por Silvia Scarlato, se convirtió con los años en un ícono social y político de la búsqueda de la verdad en la sociedad uruguaya. Usada por jugadores de fútbol, artistas y hasta cantantes internacionales como Patti Smith, la prenda logró contener un mensaje de memoria nacional.
“¿Puede una remera empezar una revolución? ¿O me estoy yendo de mambo?”, se pregunta Lucía Levy en el primer episodio de Modapedia. “Me encantan las remeras gráficas pero la que más me definiría sería una en blanco, porque me parece que todo está por escribirse y lo que me pongo me gusta que me defina”, dice Natalia Oreiro en el podcast de la directora de La Curva de la Moda.
La remera es, finalmente, un lienzo en blanco.