26 de agosto 2025 - 9:31hs

En España sobra sol. Y este verano fue abrumadoramente caliente. Pero con una temporada cada vez más larga y más intensa, las plantas solares están perdiendo inversores y repensando el negocio.

La apuesta colosal del Gobierno, que triplicó la capacidad instalada en los últimos cinco años, hoy sirve de poco. La infraestructura atrasada de la red eléctrica no puede aprovecharla.

Y el consumidor paga cada vez más caro en una España sembrada de paneles solares que termina recurriendo al gas -y otras fuentes de generación fósil- para evitar otro colapso que deje a todos a oscuras.

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Las plantas solares ya dejan de producir ante los precios negativos

En España hay 33 GW instalados. Es el segundo país europeo con mayor capacidad solar después de Alemania.

Pero las plantas solares están en problemas. Por empezar, la demanda no llega ni a 15 GW, un enorme desfasaje con el poder de generación. El resultado: la energía se pierde.

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Incluso, muchas plantas dejan de producir porque cada vez son más las horas con precios de la electricidad negativos -por la inundación de la oferta-, lo que está erosionando la rentabilidad de las empresas y ahuyentando a inversores.

Aún no están los datos de este agosto tórrido pero ya en julio se contabilizaron 30 horas con precio cero o negativos, lo que representa ya el 12,52% de todas las horas del año 2025. Además, se acumularon 131 horas con precios muy bajos, entre 0 y 30 €/MWh.

España "tira" energía solar porque la red no puede administrarla

Al mismo tiempo, cada vez hay más recortes de producción por parte del operador oficial, un fenómeno conocido como “curtailment”.

La red eléctrica no está en condiciones de gestionar la cantidad de energía limpia que se genera. No puede inyectarla, transportarla ni distribuirla.

Y cuando se satura o sobrecarga, se da esta interrupción forzada -que también se conoce como vertidos- para mantener la estabilidad de la red al costo de desperdiciar energía solar.

Después del apagón de abril, nadie quiere correr riesgos.

En julio se quebró un récord en ese sentido: el 11% de la electricidad renovable generada no pudo ser integrada en el sistema por restricciones técnicas. Un año atrás sólo se descartaba un 0,8%.

La infraestructura quedó obsoleta. La red no es capaz de almacenar parte de esa energía para volcarla cuando se dispara la demanda.

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Los picos de generación se producen al mediodía mientras que el consumo se concentra a partir del anochecer, con el uso del aire acondicionado.

En promedio, los países de la Unión Europea destinan 70 centavos a sus redes por cada dólar que invierten en renovables, mientras que España desembolsa sólo 30 centavos, el país que menos presupuesto asigna a actualizar su red.

Las plantas solares, por su parte, también pueden atacar este problema del exceso de oferta concentrada en horas de poca demanda incorporando baterías de almacenamiento.

Algunos nuevos emprendimientos ya las están sumando pero es necesaria una nueva ola de inversión para hacerlo posible.

El trauma del apagón lo terminaron pagando los consumidores

La factura de luz ya llegó con un aumento de 14% en julio respecto de un año atrás (determinante para que la inflación escalara a 2,7% interanual) y una suba de 2,3% contra junio.

La razón: un mayor peso del gas en el mix energético como respaldo.

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La energía solar -que presenta fuerte fluctuaciones- encabeza todavía la generación de electricidad con una participación del 25%. Pero la producción de energía a través de los ciclos combinados aumentó 32% en julio.

El gas concentró el 15% de la generación el mes pasado. Pero la energía nuclear fue la segunda responsable de la electricidad con más del 21%. Julio fue un mes más benigno sin temperaturas tan extremas.

Pero en junio, que fue el más rabiosamente caliente en la historia de España, el gas representó más del 18% del mix como segunda fuente de generación después de la energía solar.

El problema para los consumidores es que el gas natural se encareció mucho en los mercados internacionales y eso se traslada a la factura.

Se suma que desde enero ya no se aplica el IVA reducido a la factura de la electricidad sino el máximo del 21%.

Y como ocurrió en toda Europa, con la ola de calor, aumentó el uso del aire acondicionado, si bien sigue siendo bajo. El incrementó rondó el 15% pero distintas encuestas revelan que está lejos de tener una penetración masiva. De hecho, menos de la mitad de los españoles tiene aire.

Además, siete de cada diez españoles aseguran que evita encenderlo por miedo al gasto que implica aunque reconoce que no sabe cuánto consume realmente.

Otro factor determinante fue el aumento de los llamados “servicios de ajuste” después del “Gran apagón” de abril. Engloban a todas las herramientas para mantener la estabilidad del sistema eléctrico en situaciones críticas como olas de calor o fallas en la generación.

Las interrupciones forzadas de la generación de energía solar son parte de este menú de estrategias, que tiene como pilar la puesta en marcha de ciclos combinados.

Con datos a julio, las centrales de gas hoy cobran casi 78% más que hace un año por estar disponibles para estas situaciones de emergencia. Es un costo que se reparte entre los consumidores.

Como dicen en la industria, “tiramos energía limpia y seguimos pagando gas caro”.

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