Jackson Hole, café caliente y sin shock en los mercados
En la última década, los rendimientos de los bonos del Tesoro a dos y diez años se movieron menos de cuatro puntos en promedio, según Bloomberg. En el caso del S&P500 hubo fluctuaciones algo más marcadas, pero nada de otro mundo: 1,3% en una y otra dirección.
Los mercados lo sabían de antemano aunque no podían dejar de albergar algún rastro de expectativa de que Jerome Powell -en vista de las circunstancias- retomara el control y usara su discurso para restaurar su credibilidad y comunicar cuál sería el eje de la nueva política.
Agosto fue un mes de total bipolaridad bursátil.
Un comienzo catastrófico en los mercados que siguió a la difusión del informe de empleo en EE.UU. y que llevó a analistas de primera línea a anticipar una intervención fuera de calendario para un recorte de emergencia de la tasa ante el temor de una recesión inminente.
Pero Jackson Hole fue inaugurado con el S&P500 en su octava suba consecutiva, su mejor racha del año, y ganancias que, desde los mínimos del mes, ya superan los u$s 3 billones en capitalización bursátil.
Con el rebote bursátil, también se fueron suavizando las expectativas de bajas de tasas. En cualquier caso, los economistas siempre fueron más moderados que los inversores del mercado.
Powell, fiel a la tradición de decir poco
Ocurrió lo que suele ocurrir. Powell fue corto. Apenas dio pistas.
Confirmó lo que el mercado ya sabía. El primer recorte será en septiembre. No hubo alusión a la magnitud del recorte ni a la cantidad prevista para el resto del año.
De todos modos, antes de su aparición, varios gobernadores de distintos Estados desfilaron ante las cámaras para dar un mensaje casi calcado: “nuestro abordaje será lento y metódico”. Que el que quiera entender, entienda.
Se confirmó también la narrativa que el mercado ya había incorporado.
La inflación -el índice de precios de los gastos de consumo personal- ya se fue normalizando (la versión subyacente avanzó en junio a 2,6% interanual).
El foco ahora está puesto en el mercado laboral. La tasa de desempleo se encuentra en 4,3%, un máximo en casi tres años.
Queremos evitar que la restauración de la estabilidad de precios provoque “los bruscos aumentos de desempleo que caracterizaron episodios desinflacionarios anteriores, cuando las expectativas de inflación estaban menos ancladas”, según Powell.
Esa declaración parece haber sido lo suficientemente fuerte para contrarrestar la falta de definiciones más concretas.
Y la campanada de largada de la baja de tasas le alcanzó al mercado. Aunque careció de grandilocuencia, es después de todo, un momento histórico.
El gráfico muestra cómo la confirmación del recorte de septiembre, aunque no fuera más que eso, bastó para que el rendimiento del bono del Tesoro a dos años, el más sensible a los movimientos de la política monetaria, cayera en forma inmediata unos 5 puntos básicos (pb.) hasta 3,92%.
Con la difusión del reporte de empleo el 2 degosto a, para tener una medida de comparación, el retorno se hundió 31 pb. a 3,84% ante la certeza de que sobrevendrían agresivos recortes por un largo período de tiempo.
Cuando Jackson Hole sacude la calma del resort
Jackson fue alguna vez escenario de anuncios monetarios que provocaron grandes movimientos bursátiles. Y también de momentos que quedaron grabados en la historia monetaria.
Incluso protagonizados por el propio Powell.
En 2022, Powell sorprendió con un discurso muy intenso al advertir a los inversores que la batalla contra la inflación que se avecinaba traería “sufrimiento” tanto a los hogares como a los negocios. Ese día el S&P500 cayó 3,4%.
Algo parecido ocurrió muchos años después cuando el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, eligió ese foro relajado y de picos nevados para lanzar una bomba monetaria: comenzaría a comprar bonos en el mercado.
Esto es, a inyectar dinero para sostener los precios y apuntalar la economía - el famoso “quantitative easing” -, una política de estímulo a la que Europa se había resistido durante mucho tiempo y a la que EE.UU. venía recurriendo hacía tiempo.
Pero la reputación de Jackson Hole se cimenta en otros episodios y no necesariamente ligados a banqueros centrales, ya que muchos disertantes son académicos.
Las conferencias de Bernanke en plena crisis, una leyenda
Es el caso de Raghuram Rajan en 2005, un profesor de la University of Chicago, entonces economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Su paper se titulaba: “Has Financial Development Made the World Riskier?” (¿El mundo se volvió más riesgoso por el desarrollo financiero?).
Allí advertía sobre la posibilidad de que los recientes acontecimientos en el mundo de las finanzas terminaran aumentado las probabilidades de un “derrumbe catastrófico”.
Criticaba la cultura de incentivos en Wall Street y la práctica de los bancos de poseer en sus balances credit default swaps (CDS). También hacía un llamado a no caer en la complacencia.
Pero sus palabras no fueron bien recibidas. El profesor asegura que la mayoría creía que Greenspan había creado una “crash-proof economy”. Hoy su conferencia es leyenda en Jackson Hole.
Lo mismo pasó con los discursos de Ben Bernanke, que no era proclive a los discursos lavados. Es que desde 2007 a 2009 sus conferencias coincidieron con momentos cruciales de la crisis y sus intervenciones se extendieron hasta el 2012.
Casi todas fueron memorables pero quizás la más famosa fue la de 2010.
Bernanke enumeraba una serie de herramientas y estrategias de estímulo monetario que la Fed todavía podía adoptar aún con las tasas casi en cero para reanimar la economía. Y mencionaba desde comprar títulos más largos en el mercado hasta aumentar la meta de inflación.
En un momento del discurso alude a la necesidad de que la política fiscal funcione en sincronía con la monetaria.
“Los banqueros centrales no podemos resolver los problemas económicos del mundo solos”. Uno imagina una ovación de pie pero no debe estar bien visto en Jackson Hole.
Y la política, por supuesto, también se coló en Jackson Hole. No en los discursos pero sí en los pasillos. En las charlas, en las cenas. Y pronto se impondrá en el debate sobre las tasas.
El día en que la vice presidenta Kamala Harris aceptó la nominación de su partido en el último día de la Convención Nacional Demócrata, el partido debe estar contento con la idea de que la Fed empiece finalmente a bajar la tasa.
Justo antes de la elección de noviembre. No es un mal timing. Una señal de que la economía estará a salvo de un aterrizaje brusco.
Aunque los ajustes monetarios actúan con un rezago de meses. Pero no es material de campaña para un votante.