22 de junio 2025 - 14:03hs

El tinto de verano tiene su origen en la “Venta de Vargas", una taberna popular en la zona de El Brillante, un barrio residencial en la zona norte de Córdoba, 400 km al sur de Madrid.

Fue allí, donde a principios del siglo XX su dueño, Federico Vargas Madero, popularizó una mezcla de vino tinto y gaseosa con hielo para hacer frente a temperaturas para el olvido.

Comenzó a ser consumido especialmente entre los artistas y clientes que buscaban una bebida refrescante durante las noches sofocantes del verano andaluz.

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La Venta de Vargas era un lugar conocido por sus animados shows nocturnos y era el punto de encuentro de cantaores y guitarristas. La gente pedía “un Vargas” que era ese "tinto especial de verano" del lugar.

Su popularidad se extendió rápidamente por toda la ciudad muy pronto se convirtió en un símbolo del lugar y de la cultura cordobesa.

La bebida en cuestión gozaba de una receta simple, una mezcla de un vino tinto económico y gaseosa con un sabor alimonado, a menudo con varias piezas de hielo y rodajas de limón o naranja que se servía en vasos o copas importantes.

La magia estaba hecha. Con el tiempo, aparecieron algunas variantes en donde algunos le sumaron trozos de fruta ( durazno/melocotón) o un toque de vermut rojo.

En Córdoba, es común pedir un "Vargas" cuando se refiere a esta mezcla, aunque en el resto de España, el término "tinto de verano" es la “marca registrada” reconocida por todos.

Es notable con sólo echar una mirada a las terrazas de los bares, ver en casi todas las mesas recipientes con esa bebida ligera y fácil de beber, ideal para las altas temperaturas.

Comparte su reinado con la cerveza.

No es para menos. Su preparación es sencilla, su costo económico y además, tiene un margen de beneficio atractivo para los bares, ya que no requiere ingredientes caros ni especialistas. Todo para triunfar.

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El calimocho: un primo del tinto de verano

Es importante no olvidarnos que el tinto de verano comparte una relación cercana con otra bebida popular: el calimocho.

Aunque ambos son cócteles a base de vino tinto, el calimocho se caracteriza por la mezcla de vino y bebida cola, y su origen se sitúa en el País Vasco, en el norte de España.

Aunque la receta varía, el concepto de mezclar vino con refrescos como la gaseosa o la cola es común en ambas bebidas, y ambas se disfrutan principalmente en ambientes informales.

El calimocho y el tinto de verano tienen una historia paralela y aceptación en la cultura local.

Ambas nacen en contextos de consumo juvenil y social, pero con matices regionales y de sabor que las hacen muy distintivas en su preparación y sabor.

El lado trendy del tinto de verano

Las tendencias de consumo de bebidas alcohólicas en España apuntan como en otros rubros, hacia la sostenibilidad y el consumo responsable.

En este contexto, el tinto de verano ha comenzado a experimentar variaciones con ingredientes más naturales, como el uso de vinos ecológicos y refrescos sin azúcares añadidos.

Esto ha hecho que la bebida no solo se convierta en una opción más saludable, sino también más alineada con las prácticas sostenibles que muchos consumidores buscan hoy en día.

Su bajo contenido alcohólico, en comparación con el vino tradicional, lo convierte en una opción ideal para aquellos que buscan disfrutar de algo refrescante, sin los efectos del alcohol en alta graduación.

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Un fenómeno social

El tinto de verano se ha consolidado como la bebida por excelencia en bares y terrazas.

Un clásico para compartir con amigos, especialmente en los meses de julio y agosto. De hecho, los turistas que visitan España no se privan de zambullirse en un buen tinto de verano durante la obligada experiencia de disfrutar de las terrazas o veredas, como se las llama en el Río de la Plata.

Tampoco falta en los atardeceres junto a los chiringuitos playeros.

El ambiente relajado de esas terrazas al aire libre, acompañadas de tapas y conversaciones informales mientras vemos a la gente pasar, es el escenario perfecto para disfrutarlo.

¿Quién no ha experimentado una tarde en un bar, donde el tinto de verano fluye vaso tras vaso, mientras el sol lucha por quedarse casi hasta las 22h?

¡Siempre las fiestas!

Aunque no hay estadísticas oficiales sobre su consumo, el tinto de verano es habitual en todas las celebraciones durante el verano, como la Feria de Málaga, celebrada cada agosto.

Comparte protagonismo con bebidas más tradicionales como el rebujito, una mezcla de manzanilla o fino (vinos generosos) con refresco de limón al que a veces también se le añaden hierbas aromáticas o un toque de licor o el Cartojal, un vino dulce de uva moscatel.

Cada una tiene su público. No hay récords, ni rituales asociados, pero sí una certeza: cuando el calor aprieta, la fórmula de vino con gaseosa se vuelve aliada para resistir el día, la noche y prolongar la conversación hasta que de.

Porque, más allá de modas o mitos, el tinto de verano no busca llamar la atención. Solo quiere cumplir su misión: mitigar al sol, acompañar al hielo y participar de la charla sin pedir permiso. Y eso, en el fondo, es lo que explica su vigencia.

Allá a lo lejos, su prima hermana la sangría, lo mira con recelo. Ya nos dedicaremos a ella. Ahora son las cinco de la tarde, hay 30 grados y me espera un buen tinto de verano en el bar de Pepe.

Así que me van a disculpar, porque ¡no lo puedo hacer esperar!

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