Aunque el documento, firmado a mediados de agosto, marca un punto de inflexión, lo hace con múltiples condiciones, compromisos asimétricos y cláusulas abiertas que reflejan una relación basada más en la necesidad que en la confianza.
El acuerdo pone blanco sobre negro lo pactado a nivel político en un club de golf en Escocia a finales de julio entre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el mandatario estadounidense, Donald Trump, y evita por ahora una escalada arancelaria, además de proteger sectores estratégicos y reforzar la cooperación energética, digital y militar.
Sin embargo, deja muchos frentes abiertos y depende de un cumplimiento legislativo por parte de Bruselas que aún debe materializarse, por lo que no se trata de una alianza sólida, sino un pacto funcional entre socios que exige cautela.
Estas son las claves para entender qué hay realmente detrás de este pacto:
Automóviles y componentes: el epicentro de la tensión
El sector automotriz europeo, crucial para países como Alemania o España, no queda automáticamente cubierto por el nuevo arancel del 15%.
Estados Unidos mantiene el actual arancel del 27,5% a los vehículos europeos, y solo aplicará la rebaja si la UE cumple dos condiciones: iniciar formalmente el proceso legislativo para eliminar aranceles a productos industriales estadounidenses, incluidos los vehículos; y conceder acceso preferente a bienes agrícolas como cerdo, bisonte, mariscos, lácteos, frutos secos y aceite de soja.
Si Bruselas cumple, la rebaja se aplicará con efecto retroactivo desde el 1 de agosto, según prometió Washington.
Reducción arancelaria del 15%: semiconductores, fármacos y madera
EEUU aplicará un tope arancelario del 15% a productos europeos clave, como semiconductores, productos farmacéuticos y los derivados de la madera.
El Ejecutivo europeo destacó la importancia de haber incluido específicamente al sector farmacéutico en vista del esperado anuncio estadounidense de fuertes aumentos de aranceles en ese segmento de forma inminente.
Otros productos quedarán casi exentos (arancel NMF), como corcho, aeronave y piezas, medicamentos genéricos e ingredientes.
Sin embargo, vino, licores y bebidas espirituosas quedaron fuera del acuerdo, pese a la presión de países como Francia, Italia o España. Se abre la puerta a una futura inclusión, pero sin compromisos firmes.
Agricultura: concesiones europeas a cambio de tregua
La UE acepta abrir su mercado a productos agrícolas de EEUU con acceso preferencial, lo que generó críticas internas por el posible impacto en productores locales.
Esa decisión forma parte de un intercambio directo para que Washington rebaje sus aranceles al automóvil y otros sectores industriales europeos.
Acero y aluminio: la gran asignatura pendiente
Las exportaciones de acero y aluminio europeos seguirán sometidas a aranceles del 50%. El acuerdo solo contempla el compromiso de explorar medidas conjuntas para combatir la sobrecapacidad global y proteger cadenas de suministro, sin soluciones concretas aún.
Energía y tecnología: compras millonarias y dependencia estratégica
La Unión Europea se compromete a comprar a Estados Unidos gas natural licuado, petróleo y energía nuclear por 750.000 millones de dólares hasta 2028; chips de inteligencia artificial por al menos 40.000 millones de dólares.
A cambio, EEUU facilitará exportaciones una vez que se alineen los requisitos de seguridad tecnológica.
Bruselas también dejó su intención de ampliar sustancialmente la adquisición de equipos militares estadounidenses, reforzando su alineamiento estratégico con Washington y la OTAN.
Defensa e inversión: integración militar e incertidumbre empresarial
La UE reconoce que sus Estados miembros deberán aumentar la inversión privada en sectores estratégicos estadounidenses hasta los 600.000 millones de dólares.
Este compromiso generó inquietud entre algunos socios europeos, ya que depende de la voluntad de empresas privadas y no está directamente bajo control político.
La cooperación en defensa incluye una mayor interoperabilidad en la OTAN, inversión en tecnologías militares de EEUU y prioridad compartida en defensa industrial transatlántica.
Normas digitales: la UE blinda su autonomía regulatoria
Bruselas destacó que logró evitar que Washington introdujera en el acuerdo condiciones que implicaran tocar sus pioneras normas para la moderación en las plataformas digitales, especialmente el reglamento de servicios digitales DSA y el de mercados digitales (DMA), que el Gobierno de Trump venía criticando reiteradamente.
Este punto fue una línea roja estratégica para Europa, dada la oposición previa de la administración Trump a estos marcos regulatorios.
Otras áreas clave del acuerdo
En lo que respecta a la cooperación técnica y comercial, se pactó una reducción de barreras no arancelarias, el reconocimiento mutuo de evaluaciones de conformidad y la mejora de certificados sanitarios y fitosanitarios (MSF)
Sobre comercio electrónico, se contempla el mantenimiento de la moratoria sobre aranceles digitales; y en el área de seguridad económica y exportaciones sensibles, se incluye la coordinación en inversiones, control de exportaciones y minerales críticos, además de una alerta por la fuga de tecnología a países de riesgo.
Aunque fue presentado como una victoria diplomática por ambas partes, el acuerdo es en realidad una tregua frágil y condicional, especialmente por la cláusula del automóvil, que exige cumplimiento europeo previo, la exclusión de sectores sensibles como el vino o el acero, y la ambigüedad en plazos y mecanismos de aplicación.
“Esto no es el final, solo el comienzo”, dijo el comisario europeo Maros Sefcovic, pero en Bruselas subsisten temores de que sea más bien un respiro temporal ante un posible regreso de tensiones, especialmente en un contexto electoral en Estados Unidos.