10 de septiembre 2025 - 20:08hs

Barricadas, gases lacrimógenos y sirenas fueron el telón de fondo de una jornada marcada en lo político por la asunción del nuevo primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, un aliado del presidente Emmanuel Macron.

El exministro de Defensa prometió “rupturas en el fondo” para sacar a Francia del abismo político y social, mientras en las calles retumbaban los pasos de decenas de miles de manifestantes que atendieron el llamado del movimiento Bloquons tout (“Bloqueemos todo”).

La dimisión de François Bayrou, quien abandonó el cargo tras perder un voto de confianza en la Asamblea Nacional, encendió la chispa final.

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Rápido de reflejos, Macron designó a Lecornu, un rostro discreto pero leal, y evitó el camino de una elección legislativa anticipada que le reclamó la ultraderechista Marine Le Pen.

Lecornu aterriza en Matignon con el país fracturado en todos los frentes: político, económico y social.

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Una jornada de furia: 300 detenidos, 150 carreteras bloqueadas y 80 mil policías

A pocas horas de la toma de posesión, las cifras revelan la magnitud del descontento: casi 300 detenidos en todo el país, de los cuales 199 en París; seis menores figuran entre los arrestados. Se reportan más de 150 bloqueos en carreteras, centros educativos y estaciones de transporte, en una jornada marcada por enfrentamientos, sabotajes e interrupciones parciales del transporte.

“Francia no puede permitir que la violencia distorsione el derecho legítimo a manifestarse”, dijo el ministro del Interior, Bruno Retailleau, al calificar de “extremistas” a muchos de los participantes.

La policía desplegó un dispositivo sin precedentes: 80.000 agentes en todo el país, 6.000 solo en París con órdenes de no permitir bloqueos, ni sabotajes, ni ataques a infraestructuras esenciales.

Desde la estación de Saint-Charles en Marsella —donde los manifestantes fueron repelidos con granadas lacrimógenas— hasta el viaducto de Calix en Caen —donde se incendiaron objetos para cortar el tráfico—, el país se transformó en un tablero de barricadas improvisadas, cortes de vías y enfrentamientos puntuales.

En París, jóvenes activistas autónomos bloquearon estaciones de autobuses y accedieron a la circunvalación desde Porte de Clignancourt. En Burdeos, encapuchados cortaron el paso del tranvía con palés y cubos de basura. En Rennes y Nantes, barricadas y rotondas interrumpidas marcaron el ritmo de una jornada que muchos ya comparan con los días más intensos del movimiento de los Chalecos Amarillos en 2018.

La SNCF (Ferrocarriles Franceses) y Aeropuertos de París activaron planes de contingencia ante posibles bloqueos más agresivos, aunque el transporte público funcionaba casi con normalidad durante las primeras horas del día.

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Un primer ministro entre escombros políticos y la amenaza de la deuda

En este contexto, Lecornu asumió el poder entre promesas de cambio. Aseguró que buscará “reducir la brecha entre la política y la vida cotidiana de los ciudadanos”.

“No hay camino imposible”, dijo ante la prensa. “Tendremos que hacer cambios, no solo en la forma y en el método. Cambios también en el fondo”, añadió.

No es un encargo menor. Francia es hoy uno de los países más endeudados de la eurozona, con un déficit público proyectado del 5,4 % del PIB en 2025.

El rechazo al proyecto de Presupuestos para 2026, que implicaba recortes por 44.000 millones de euros en sanidad, congelamiento de pensiones y supresión de festivos, fue el detonante de la actual crisis y la caída del gobierno de Bayrou.

La oposición no ha dado tregua. La izquierda promete mociones de censura, mientras que la extrema derecha amenaza con lo mismo si Lecornu no rompe con las políticas anteriores.

La tarea inmediata es conseguir que el nuevo Ejecutivo supere al menos una votación presupuestaria para poder gobernar hasta las elecciones de 2027.

Mientras tanto, los agricultores observan con atención la publicación pendiente del Programa Energético Plurianual (PPE) y la evolución del acuerdo con Mercosur. El campo, que ya protagonizó movilizaciones en meses anteriores, podría sumarse con fuerza a las próximas protestas.

Por si fuera poco, el viernes la agencia Fitch revisará la calificación de la deuda soberana francesa. En marzo la mantuvo en AA- con perspectiva negativa, pero advirtió que la degradaría si no se aplicaba un “plan creíble” de reducción del déficit. Actualmente, la deuda pública de Francia asciende al 114% del PIB, una de las más altas de la Unión Europea.

A pesar del simbolismo de este miércoles —el primer día de Lecornu en el poder y una jornada de bloqueos anunciada—, las calles no fueron completamente tomadas, pero dejaron un mensaje claro: el margen de maniobra del nuevo primer ministro será estrecho.

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Francia Sebastien Lecornu protestas Bloqueos recortes de beneficios presupuestos

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