La Global Sumud Flotilla, integrada por más de 50 barcos y delegaciones de 44 países, partió a fines de agosto desde Barcelona con el objetivo de romper el bloqueo israelí y entregar ayuda humanitaria a la Franja de Gaza. Entre los tripulantes se encontraban figuras mediáticas como la activista sueca Greta Thunberg y la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, lo que dio a la expedición un perfil internacional inmediato.
El ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben Gvir, advirtió que los activistas serían tratados como “terroristas” en caso de interceptación. En paralelo, el canciller español José Manuel Albares garantizó “protección diplomática y consular” a los ciudadanos españoles, recalcando que no se permitirá “nada que viole la legalidad internacional”.
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Contratiempos técnicos y logísticos
Las tormentas en el Mediterráneo obligaron a varias embarcaciones a regresar a puerto. Algunas sufrieron entradas de agua, fallos eléctricos y averías mecánicas. La flota tuvo que reagruparse en Menorca y dividirse entre los barcos que reanudaron la ruta hacia Túnez y los que permanecieron en puerto para reparaciones.
La portavoz italiana, Maria Elena Delia, explicó que las salidas desde Sicilia se coordinarán “en conjunto con el resto de la flotilla”, sin precisar fecha: “Debemos entender que el alcance de nuestra misión es global, no nacional. Las salidas desde Sicilia se realizarán en conjunto con el resto de la flotilla”.
Colau, Thunberg y el foco mediático
La presencia de Colau y Thunberg colocó a la flotilla en el centro del debate internacional, aunque también generó críticas. En redes sociales, la activista sueca fue acusada de contradicciones, mientras que la exalcaldesa fue cuestionada por la aparente comodidad de su travesía en contraste con el mensaje de sacrificio y resistencia.
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Escándalos a bordo: del baile a las acusaciones
La trabajadora social granadina Ana Alcalde, madre de seis hijos y muy activa en TikTok e Instagram, fue objeto de polémica tras publicar un video bailando en la cubierta de una embarcación. Las críticas derivaron en otro video suyo, en el que denunciaba la falta de espacio para dormir y cocinar: “Algunos tenemos que dormir en el suelo. Apenas podemos cocinar por las condiciones del barco”.
Las tensiones crecieron cuando medios españoles difundieron testimonios que vinculaban al yate insignia, en el que viajaban Colau y Thunberg, con fiestas privadas e incluso actividades ilícitas tras su paso por Túnez.
Los portavoces de la expedición calificaron estas acusaciones como una “campaña de difamación”, pero la negativa a aclarar el destino del yate alimentó las sospechas.
Entre la causa y el descrédito
La Global Sumud Flotilla nació con la intención de visibilizar la crisis humanitaria en Gaza, donde la guerra ha dejado más de 63.000 muertos y medio millón de personas en riesgo de hambruna. Sin embargo, las fallas logísticas, el endurecimiento de Israel y la exposición mediática de sus protagonistas transformaron la travesía en un relato polarizado.
Mientras los organizadores insisten en el carácter humanitario de la misión, el debate público oscila entre quienes ven en la flotilla un gesto solidario y quienes la consideran un ejemplo de “postureo progre” y espectáculo mediático.