Recién tenemos, gracias a la imágenes satelitales de la Unión Europea (programa Copernicus), el dato preciso y actualizado de la tierra devastada por las llamas.
Fueron 382.607 hectáreas este año, el incendio más fulminante desde 2006.
Pero la Comisión Europea realizó un estudio para ahondar en los costos de estos eventos que ganan en frecuencia e intensidad.
Los llamó “stress test del cambio climático” porque evalúan el shock fiscal (gasto público) en distintos escenarios de creciente calentamiento global.
Stress test del cambio climático: España carga el mayor costo
En el caso específico de España, con un incremento de la temperatura global a largo plazo de 1,5°C, el costo de un evento ligado al cambio climático es de 4,5% del PBI para el Gobierno y ya trepa a 5,3% del PBI si el calentamiento es de 2°C.
En relación a los demás países, es la carga más pesada de todas.
En el primer supuesto, el costo fiscal pasa a ser del 2,1% para Portugal, 1,7% para Italia y del 1,2% para Francia.
Esto se debe a que la investigación toma en cuenta que España encabeza las pérdidas no aseguradas en el período 1980-2020, con un costo acumulado del 7,5% del PBI.
En contraposición a estas proyecciones, España no viene reforzando ni los medios para combatir incendios cada vez más extremos ni mucho menos para prevenirlos.
Según Eurostat, España destina un presupuesto del 0,4% del gasto público total y esa relación está además estancada desde hace años.
Se encuentra un poco por debajo de la media de la UE (0,5%) y es bastante inferior a la de países con una exposición similar a estos eventos como Grecia (0,7%).
Europa es el continente que se recalienta a mayor velocidad
Por otro lado, el escenario más benigno del estudio toma el objetivo que se propuso el “Acuerdo de París” en 2015.
Se acordó un incremento de la temperatura no mayor a 2°C y de ser posible de 1,5° C respecto de los niveles pre-industriales (1850-1900).
Hay que aclarar que ya estamos ahí. En 2024 el calentamiento global superó ese umbral.
Pero la meta trazada en el pacto tiene un horizonte mucho más largo (fin del siglo), con lo cual sería en principio reversible. Y el estudio presupone que el aumento de la temperatura se mantiene en el tiempo.
Europa es, además, el continente que se “calienta” a mayor velocidad.
Según Copernicus, en los últimos 30 años desde mediados de 1990, la temperatura aumentó 0,53°C por década. Sólo la supera el Ártico, con un ritmo de 0,69°C por década.
Las pérdidas se multiplican por 10 en España si el calor sube 3°C
El ritmo al que escalan las pérdidas a medida que se agrava el cambio climático es inquietante. La progresión habla de eventos cada vez más salvajes.
Para los países mediterráneos como España, afectados por calor extremo y sequías, las pérdidas se multiplican por 3,2 en un hipotético escenario de calentamiento de 1,5°C a largo plazo, por 6,6 en uno de 2°C y por 10,8 en uno de 3°C.
Como se puede observar en el cuadro, para el bloque europeo, en el escenario más desfavorable, las pérdidas se multiplican alarmantemente por 15.
Se ve influido por el shock fiscal al que se verán sometidos los países atlánticos, los más arrasados debido a la elevación del nivel del mar y las consecuentes inundaciones.
España, por su parte, juega en desventaja por su extensa superficie forestal, que no hace más que elevar las probabilidades de incendios.
Según datos de Eurostat, sólo Suecia posee una superficie forestal mayor en la UE. Y España ocupa además la cuarta posición en territorio de bosque, esto es dedicada a la obtención de madera.
Con un 75% de riesgo de desertificación, el impacto económico sería un dominó imparable: pérdida de tierras cultivables, menor producción, más inflación.
Ahora por supuesto, lo urgente. Apagar las llamas. Los gastos de extinción van desde los 5.000 euros por hectárea hasta casi los 20.000 dependiendo del uso de helicópteros o hidroaviones.
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Francia envía aviones para apoyar a España en la lucha contra los incendios forestales
España ya recurrió al Mecanismo de Protección Civil de la UE, que a su vez movilizó recursos de siete países para asistir en la emergencia.
En un paper en que evalúa la eficiencia del programa la Comisión Europea habla de “fire-fighting trap”, algo que con cierta licencia podríamos traducir como la trampa del bombero.
Los países se confían en la red de la UE para socorrerlos ante un desastre natural y dejan de invertir los recursos suficientes en prevención e incluso los medios técnicos para responder al evento.
Cuando se venza a las llamas vendrá, entonces sí, la evaluación de los daños materiales a la propiedad y a las infraestructuras, la presentación de reclamos de los asegurados, las tareas de limpieza y reforestación, la lenta recuperación del suelo degradado.
Para evocar un gran libro de relatos de terror de una escritora argentina, será la hora de ver "las cosas que perdimos en el fuego".