23 de junio 2025 - 9:54hs

Nicolás, un argentino de 38 años, pasó 82 días detenido en Estados Unidos luego de ser arrestado por conducir sin licencia. Durante su tiempo detenido, fue trasladado por cuatro centros de detención para inmigrantes, donde durmió en el piso, pasó días esposado y compartió celda con más de cien personas. El 12 de junio fue deportado, luego de atravesar un extenso proceso migratorio marcado por la incertidumbre. En diálogo con El Observador USA, reconstruyó los meses que vivió bajo custodia y relató en primera persona su experiencia con el sistema de deportaciones masivas en el marco del plan impulsado por el gobierno de Donald Trump.

“El sistema no distingue entre un trabajador sin papeles y un delincuente", afirma.

Nicolás ya había visitado Estados Unidos en varias ocasiones como turista. "Yo viajaba desde 2016, siempre de vacaciones. En 2022 estuve tres meses, me gustó, y en noviembre de 2023 decidí volver, esta vez para quedarme", contó al medio. Entró con visa de turista y, cómo muchos migrantes latinos sin papeles, consiguió trabajos informales en jardinería, construcción y reparando equipos de piscinas. "No es que uno quiera vivir ilegal, es que conseguir un estatus legal es muy difícil y lleva mucho tiempo", explicó.

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El comienzo de la pesadilla

Todo comenzó el 22 de marzo, en Orlando. Un oficial vio a Nicolás salir de un supermercado, esperó a que se subiera al auto y, apenas arrancó, encendió las sirenas del patrullero para detenerlo. “Ya me habían multado dos semanas antes por manejar sin licencia. No tenía la estadounidense porque no la podía sacar sin papeles; solo contaba con la de Argentina. En esa ocasión pagué 150 dólares y eso fue todo”, relató. Pero esta vez fue diferente. “El oficial me dijo: ‘Ahora las cosas son distintas, tengo que llevarte conmigo a la comisaría’”, recordó.

“No me asusté porque a un amigo le había pasado lo mismo y salió al otro día. Pensé que iba a pagar la fianza y listo”, dijo. Pero su caso tomó otro rumbo.

Esa noche lo trasladaron a una cárcel común en Orlando. “La primera noche la pasé en una especie de pecera, con 60 camas y un solo teléfono público. En mis 38 años de vida, nunca había pisado una comisaría, ni para pedir la hora”, sostuvo. Al día siguiente compareció ante un juez que le fijó una fianza de 500 dólares. Cuando su novia fue a pagarla, se encontró con una traba inesperada: le informaron que Nicolás tenía un ‘hold migratorio’, es decir, que ICE (el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) había solicitado a la policía local que lo retengan por 48 horas. “Ahí empezó mi pesadilla con Migraciones”, dijo.

Immigration and Customs Enforcement ICE - AFP.jpg

Tres meses de encierro

Lo que vino después fueron casi tres meses de traslados, encierros y condiciones extremas. A las 24 horas llegaron los agentes de ICE y Nicolás quedó bajo custodia federal. Lo trasladaron al centro de detención de máxima seguridad Krome, en Miami, con grilletes en los tobillos, una cadena en la cintura y las muñecas atadas.

Allí pasó siete días sin poder bañarse, encerrado con otras 40 personas en una celda de ocho por tres metros, según cuenta. Nicolás relató que dormían en el piso, sin frazadas ni sábanas, y bajo un aire acondicionado encendido al máximo. “Lo llamaban la hielera, porque a la noche ponían el aire al máximo y no nos daban abrigo. Muchos teníamos que dormir sentados porque no entrábamos en la celda, y solo había dos inodoros que estaban dentro del mismo cuarto. Las condiciones eran realmente invivibles”, detalló.

En el medio, pasaban los guardias y pegaban en la pared fotos con las caras de personas, y, "si eras vos, te sacaban y te llevaban sin que supieras dónde".

Vista aérea del centro de detención Krome, en Miami. AP.webp
Vista aérea del centro de detención Krome, en Miami.

Vista aérea del centro de detención Krome, en Miami.

A los detenidos se les asignaba un color según la gravedad de su delito. Nicolás recibió una pulsera azul, que correspondía a delitos menores, como manejar sin licencia. "El naranja era para drogas o manejar borracho. El rojo, para violencia doméstica. Yo estaba en azul, como la mayoría. Conocí más de 5.000 personas en 80 días y te puedo decir que la mayoría no tenían antecedentes y estaban detenidas solo por no tener licencia", detalló.

Una vez procesado, le asignaron una habitación que compartió con otras cien personas. "Había argentinos, brasileros, gente del Congo, chinos, cubanos. Pasábamos 23 horas encerrados y una hora en el patio", contó el argentino del lugar en el que estuvo detenido hasta el 12 de abril.

Después de Krome, lo trasladaron al Broward Transitional Center (BTC), en Pompano, Florida, donde permaneció cuatro días. “Era un lugar más limpio, las habitaciones tenían camas, baño privado, duchas con cortina y televisión. Después de lo anterior, parecía un hotel de lujo”, dijo. Pero esa estadía fue breve. ICE lo envió a Karnes County, en Texas, un centro de máxima seguridad, donde pasó 55 días, del 18 de abril al 10 de junio.

Oficial de ICE. AP.webp

El proceso judicial

Nicolás recién pudo comparecer ante la jueza el 29 de mayo, más de dos meses después de su detención. Durante la audiencia, la magistrada le ofreció más tiempo para conseguir un abogado, pero él decidió avanzar solo. "Hice todo el proceso sin abogado porque no tenía cómo pagarlo. Las fianzas para salir estaban entre 20.000 y 25.000 dólares, y los abogados cobraban entre cinco mil y ocho mil. Era un dinero que no tenía. Además, si perdías el caso, te devolvían al centro de detención", explicó.

Al haber llegado recientemente al país y no contar con hijos ni un trabajo registrado, el argentino entendió que la única alternativa viable era aceptar la deportación. “Me pareció la única opción. Pero nunca se me ocurrió que me tendrían tantos días detenido como si fuera un criminal”, lamentó.

Durante la audiencia, solicitó una "salida voluntaria", una figura que le habría permitido regresar a la Argentina sin que quedara registrada una deportación formal. Sin embargo, la jueza rechazó el pedido. La fiscal del Estado lo acusó de ser un “peligro para la sociedad” por haber conducido sin licencia, y el tribunal determinó su expulsión del país.

ICE detiene a trabajadores en Luisiana. AP.webp
ICE detiene a trabajadores en Luisiana.

ICE detiene a trabajadores en Luisiana.

El regreso

El regreso de Nicolás a Argentina también estuvo marcado por la incertidumbre y la falta de información. “Me enteré de que volvía por mi papá. El 5 de junio lo llamé porque era su cumpleaños y, en medio de la conversación, me dijo que el juez le había avisado que en una semana me iba a tener que ir a buscar al aeropuerto. Yo no entendía nada”, recordó.

El 10 de junio, guardias del centro de detención en Karnes County lo despertaron de madrugada y lo trasladaron al aeropuerto. “Me pusieron las esposas de nuevo: en los tobillos, en la cintura y en las muñecas”, relató. Nicolás asegura que cada traslado implicaba pasar horas en esa condición. “Conté unas 60 horas en total. Esposado no te podés mover, ni siquiera podés tomar agua”.

Migrantes - centro de detención de ICE - AP.jpg

Durante el vuelo fue el único detenido a bordo. “Todo el avión era para mí, solo viajaban la tripulación y los agentes de ICE. Era tan surrealista que recién ahí le pregunté a la azafata adónde me llevaban. Me dijo: ‘A Luisiana’”, contó. Como ocurrió durante todo el proceso, se enteró de su destino recién una vez en camino.

En Luisiana permaneció dos días más, encerrado en una celda de dos por dos junto a otros migrantes. Finalmente, el 12 de junio salió el vuelo que lo llevaría de regreso a Argentina. El avión hizo escalas para dejar a otros deportados en Costa Rica y Perú. A Nicolás le quitaron las esposas recién al aterrizar en Ezeiza, luego de más de 24 horas de viaje.

“Yo no estoy en contra de las deportaciones"

Donald Trump - AP.jpg

Ya de regreso en Buenos Aires, Nicolás volvió a vivir con sus padres. “Tenía un trabajo estatal acá, lo dejé todo para irme. Aposté por un futuro mejor. Volví sin nada. Me cuesta salir a la calle, no tengo ganas de ver a nadie”, confesó. "Igual agradezco tener acá gente que me banca, sino la vuelta hubiera sido muy distinta", aclaró.

Lo que vivió durante su detención lo marcó profundamente. “Fue inhumano. Yo nunca había pisado una comisaría en Argentina. De repente me vi esposado como un criminal, sin poder bañarme, sin saber dónde estaba ni adónde me llevaban. Y eso le pasa a miles de personas todos los días”, aseguró. “El sistema no distingue entre un trabajador sin papeles y un delincuente. Yo no cometí un delito grave, pero me trataron como si hubiese matado a alguien. Ni siquiera los criminales se merecen ese trato", sostuvo.

Durante los más de ochenta días que estuvo encerrado, conoció decenas de historias similares. “Gente que vivió años en Estados Unidos, con hijos nacidos allá, sin antecedentes, y termina detenida igual. Un amigo argentino estuvo 23 años en el país, tenía dos hijos estadounidenses y una empresa propia. Fue a hacer el trámite de la green card y lo detuvieron delante de su hija”, relató.

Consultado sobre su visión del gobierno actual de Estados Unidos, Nicolás sostuvo: “Yo no estoy en contra de las deportaciones. Pero creo que deberían hacerse como las hacía Obama, que fue el presidente que más personas deportó en la historia de Estados Unidos. Él vació las cárceles, agarró a todos los criminales y los mandó a su país. Lo que no me gusta de Trump es que va por el laburante, y que el proceso termina siendo larguísimo”.

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