17 de mayo 2025 - 6:00hs

Frank Mora combinó abordaje teórico y praxis concreta en puestos de relevancia. Pasó varias veces de la academia al gobierno en su interés por América Latina. Experto en la relación muchas veces problemática entre EEUU y la región, escribió numerosos artículos y cinco libros al respecto, incluido el que resume el vínculo con el título Adversarios amistosos.

Es profesor de Política y Relaciones Internacionales en la Universidad Internacional de Florida (FIU). Entre 2009 y 2013, fue subsecretario de Defensa para Asuntos del Hemisferio Occidental durante la administración de Barack Obama. Ahí supervisó los vínculos de defensa y política con los países de América Latina y el Caribe.

En 2022, fue confirmado por el Senado de EEUU como embajador ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), cargo que ocupó hasta enero de 2025. Mora fue uno de los panelistas de la 10ª Conferencia de Seguridad Hemisférica, realizada en la FIU de Miami. En el agreste campus de la universidad, este experimentado analista charló en exclusiva con El Observador USA.

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Mora en la FIU junto a dos ex asesores presidenciales en Seguridad Nacional: Juan Cruz, en la primera administración de Trump; y Dan Restrepo, consejero de Barack Obama.

Mora en la FIU junto a dos ex asesores presidenciales en Seguridad Nacional: Juan Cruz, en la primera administración de Trump; y Dan Restrepo, consejero de Barack Obama.

Frank Mora opinó sobre la guerra comercial de Donald Trump y la tensión de EEUU con China, el aparente interés de la Casa Blanca por la región, la política de presión sobre Venezuela y lo que el presidente argentino Javier Milei representa para la administración MAGA.

La mirada de Trump hacia América Latina

¿Es cierto que con Trump la Casa Blanca está mirando hacia América Latina por primera vez en décadas?

Yo creo que la manera de medir el interés o la atención no es solo por la cantidad de visitas que haga el secretario de Estado Marco Rubio, sino por la calidad y el propósito de esa atención. Y por si hay un espíritu real de colaborar y buscar caminos en común para enfrentar desafíos. Eso mide el verdadero compromiso.

¿Y Trump no tiene ese verdadero compromiso?

El presidente Trump tiene una orientación clara: ve a la región principalmente como una fuente de amenazas y peligros, no como un campo de oportunidades. Al inicio de su administración, cuando le preguntaron en la Oficina Oval sobre América Latina, él respondió: “nosotros no necesitamos América Latina”. Eso ya da una idea: lo único que le interesa es qué puede sacar de la región, y los demás tienen que adaptarse a esa realidad. Esa atención es limitada y no es la que uno esperaría, especialmente porque los problemas y oportunidades son transnacionales y requieren colaboración, algo que todavía no hemos logrado con este gobierno.

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¿Hay diferentes líneas internas en el gobierno de Trump sobre el enfoque hacia América Latina?

No, hay una sola línea muy clara. El sistema hoy está paralizado porque la gente tiene miedo de salir del molde y proponer algo que el presidente Trump pueda rechazar. Eso congela a las personas que prefieren esperar a que la Casa Blanca diga algo para reaccionar. No hay un proceso interno para asesorar al presidente con información para que él tome decisiones. Es al revés: el presidente decide y todos los demás deben seguir su línea. Eso es coherente con la concentración del poder en su figura, pero no es útil para la administración, porque el presidente no parece bien informado o no quiere estarlo. Es muy diferente a administraciones anteriores, republicanas o demócratas.

Respecto a la guerra de aranceles, países aliados de EEUU como Argentina, Israel o Japón recibieron el mismo porcentaje de aranceles o más aún que otros con poca afinidad, como Colombia o Brasil. ¿Cómo se explica?

El enfoque del presidente estuvo en países con déficits comerciales sustantivos, como Vietnam y China. Creo que el secretario de Estado, Marco Rubio, pudo haber influido para que países con relaciones positivas reciban aranceles más bajos. Por ejemplo, 10% sigue siendo importante, pero es mucho menos que en otros países. No tengo información concreta, pero es posible que Rubio haya pedido moderación.

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Inversiones en América Latina y rivalidad entre EEUU y China

América Latina es un tablero de la rivalidad entre EEUU y China. ¿Cuál es la percepción en Washington sobre la amenaza china en la región en lo militar, financiero o político?

La percepción en Washington es que Estados Unidos fue por mucho tiempo el poder hegemónico en América Latina, “the only game in town”. Pero eso ha cambiado, hay otros actores, incluido China, que están invirtiendo y ganando influencia. Esto genera preocupación porque se siente que disminuye la influencia estadounidense. América Latina ahora tiene más autonomía y opciones, lo que tensiona a Washington, que ve a China como un rival geopolítico expandiendo su influencia. La postura oficial es que hay que tratar a China más como competidor que como amenaza directa, aunque si China amplía su presencia militar, eso podría cambiar y convertirse en una amenaza real, algo que preocupa especialmente al Congreso estadounidense.

¿La base científica que China tiene en la provincia de Neuquén, en Argentina, genera preocupación?

Sí, es un tema y con esta administración de Trump se habla bastante al respecto. Cuál es el verdadero propósito de esa estación en Neuquén.

¿Estados Unidos debería tener una agenda de inversiones más proactiva para competir con China en América Latina, más allá de solo apelar a la afinidad cultural?

Definitivamente. Por eso hablo de competir, porque pensar en amenaza lleva a usar otras herramientas de poder más agresivas. Tenemos que desplegar y facilitar al sector privado estadounidense y las agencias de inversión, como el DFC y el Banco Interamericano, para aumentar nuestra presencia. Eso es lo que América Latina necesita.

¿Pero cómo el gobierno de EEUU puede fomentar esa cuando los privados hacen un cálculo de conveniencia de mercado?

El Estado tiene que facilitar el camino y ese proceso. El sector privado no siempre quiere invertir, y no funciona como en China, donde el Estado y el Partido Comunista tienen una relación directa. Pero en EEUU no hemos hecho lo suficiente, ni republicanos ni demócratas, para convencer al sector privado de invertir en infraestructura crítica como puertos o tecnología. Eso hace que perdamos terreno frente a China, que ofrece tecnología barata y financiación rápida. Debemos insistir para no perder más influencia.

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EEUU, ¿ganador o perdedor del orden de postguerra?

En perspectiva histórica, ¿qué impacto piensa que tendrá la guerra comercial de Trump?

Tendrá un impacto significativo, aunque ahora haya una tregua de 90 días con reducción de aranceles. La incertidumbre genera ansiedad y paraliza el clima de inversiones. Los países necesitan un ambiente estable, con reglas claras y previsibles para invertir o comerciar. La improvisación y las políticas caprichosas generan desconfianza. Está pasando con Panamá, por ejemplo. Por eso, algunos recomiendan mantener un perfil bajo ante esta situación, porque no se sabe qué viene y si siquiera el propio gobierno sabe qué quiere reemplazar del sistema internacional actual.

¿Estados Unidos se benefició con la arquitectura global de postguerra o es el perdedor, como asegura Trump?

Esa visión es errónea. Es empíricamente incorrecto. No fue perfecto, pero decir que somos perdedores es falso. Podemos hacer más en la relación con xChina. Pero nuestra economía es la más dinámica del mundo, estamos creciendo incluso cuando otras economías están estancadas, incluyendo China. Tenemos tecnología avanzada, bajo desempleo, y no somos los perdedores.

Trump dice que el déficit comercial creció y que la manufactura perdió empleos...

Eso es cierto en parte, pero no creo que la idea sea producir camisas o zapatillas aquí. No lo vamos a hacer. Trump tampoco lo va a hacer. Queremos competir en tecnología avanzada. Sí, China roba tecnología y hay que contrarrestarlo, pero arrojar una granada para destruir el sistema sin un plan es contraproducente.

Richard Grenell con Nicolas Maduro - AP.webp

Apoyo de Trump a Milei y la política hacia Venezuela

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, prometió una línea de crédito de respaldo a la Argentina en caso de shock externo. ¿Por qué le importa tanto la suerte de Javier Milei a Trump?

No creo que le importe tanto, pero sí hay una afinidad política e ideológica con Milei, que Trump valora. Y Milei lo reconoce. Pero hay límites. Mi opinión personal es que no veo que realmente vaya a aprobarse ese apoyo financiero, sobre todo luego del préstamo del Fondo Monetario Internacional.

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El FSE (Fondo de Estabilización Cambiaria) además requeriría el voto del Congreso...

Yo no lo veo. Trump difícilmente dará dinero a otro país, incluso a uno amigo. Ese no es Donald Trump.

¿Trump y Marco Rubio están haciendo una política de máxima presión sobre Nicolás Maduro en Venezuela?

Parece, pero no es tan así. Hay confusión e incertidumbre. La licencia para Chevron se ha extendido varias veces y dentro de la administración de Trump hay tensiones: un grupo liderado por Rick Grenell y Laura Loomer busca negociar, mientras que otro, con Marco Rubio, prefiere endurecer la presión. Hoy parece ganar la facción de Rubio, pero mañana puede cambiar porque son temas de petróleo y negocios. Trump tiene preferencia por saturar el mercado de petróleo para mantener los precios bajos. A veces Trump toma decisiones impulsado por quién le habla último.

¿Percibe diferencias entre la primera presidencia de Trump y esta?

En contra de lo que fue su primer gobierno, esta vez él está realmente tomando decisiones. Trump insiste. Y sus asesores no cuestionan mucho ni cumplen un papel de consejeros, simplemente son gente que le dicen que sí.

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