A través de una serie de adquisiciones estratégicas y una creciente presión regulatoria, el círculo de aliados del presidente Donald Trump está redefiniendo el panorama informativo de Estados Unidos. Esta estrategia, que busca consolidar la influencia de la administración sobre los principales medios y plataformas digitales, abarca desde el algoritmo de TikTok y las redes sociales más usadas, hasta el contenido de canales de televisión locales y gigantes de Hollywood, como Paramount.
El acuerdo para que TikTok pase a ser propiedad mayoritaria de un consorcio estadounidense marca un hito crucial en la estrategia de la Casa Blanca. Tras meses de negociaciones con China, el gobierno anunció la transferencia del control de la red social a un grupo de inversores de EEUU. Según los términos del pacto, ByteDance, la empresa matriz china, mantendrá una participación minoritaria del 20% en la nueva entidad.
La decisión, que se presentó como una solución a las preocupaciones de seguridad nacional, transfiere el control de la red social de mayor crecimiento a un consorcio de inversores con afinidad política a la administración. Aunque los detalles del trato son escasos, se sabe que las firmas de capital de riesgo Andreessen Horowitz, Silver Lake Management y el gigante tecnológico Oracle serán parte de este consorcio, lo que consolidaría el poder de un grupo de inversores en el corazón de la industria tecnológica.
Trump también insinuó que el magnate de los medios Rupert Murdoch y su hijo Lachlan Murdoch, director de Fox News y News Corp, podrían participar en la compra de TikTok, junto con el fundador de la empresa tecnológica Michael Dell. "Creo que estarán en el grupo. Son personas realmente excelentes y son patriotas estadounidenses; aman a este país. Creo que harán un excelente trabajo”, afirmó Trump.
En un movimiento sin precedentes, Bloomberg informó que Oracle, propiedad de Larry Ellison, aliado de Donald Trump y el hombre más rico del mundo, se encargaría de supervisar el algoritmo de la aplicación, que actualmente envía contenido a 170 millones de usuarios estadounidenses. La compañía tecnológica “operará”, “monitoreará” y “reentrenará”el sistema desde cero, en asociación con el gobierno de EEUU para “garantizar que el contenido esté libre de manipulación o vigilancia indebida”.
Los Ellison toman Hollywood: un nuevo imperio mediático
En este contexto, la familia Ellison toma particular protagonismo. El control de las plataformas digitales no es la única pieza del rompecabezas: de manera paralela a la adquisición de TikTok, el círculo de aliados de Trump también está redefiniendo el panorama de medios tradicionales. Recientemente, la productora Skydance, de David Ellison, hijo de Larry, completó la adquisición del histórico grupo mediático Paramount.
Para completar esta polémica fusión y conseguir la aprobación de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), Paramount resolvió una demanda presentada por Trump por una entrevista en el programa 60 Minutes de su canal CBS, con un acuerdo por el que la cadena le pagó 16 millones de dólares. Además, luego de la fusión, se anunció la cancelación de The Late Show with Stephen Colbert, un programa de entrevistas conocido por sus críticas al presidente.
Apenas un mes después de la fusión, el Wall Street Journal y Bloomberg informaron que la familia Ellison está preparando una oferta para adquirir la totalidad de Warner Bros. Si la operación se concreta, el grupo controlaría a dos gigantes del entretenimiento: Paramount, que es dueña de canales como CBS y MTV y del servicio de streaming Paramount+, y Warner Bros., propietaria de CNN, HBO y de la famosa plataforma HBO Max.
La presión gubernamental sobre los medios tradicionales
La avanzada de la administración Trump también se manifestó a través de una creciente presión sobre los medios de comunicación tradicionales y su programación. Un ejemplo claro fue la reciente decisión de la red Nexstar, que controla una gran cantidad de canales afiliados a ABC en todo el país, de cancelar el programa de Jimmy Kimmel en sus estaciones. La medida fue tomada después de un monólogo en el que Kimmel se refería al fallecido influencer MAGA Charlie Kirk, y que los directivos de la cadena consideraron “ofensivo e insensible”.
De todas formas, se produjo en un momento en que la compañía está buscando la aprobación de la FCC para adquirir otro gran grupo de estaciones en EEUU, Tenga, en una operación por 6.200 millones de dólares. El acuerdo requiere que la Comisión flexibilice los límites gubernamentales sobre la propiedad de estaciones de radiodifusión. Así la administración consiguió una palanca regulatoria significativa para ejercer presión.
El presidente de la FCC, Brendan Carr, agradeció a Nextar “por hacer lo correcto” y advirtió: “En la FCC vamos a hacer cumplir la obligación de interés público, y si hay emisoras a las que no les gusta, pueden devolver su licencia”. Declaración que fue interpretada por muchos como una amenaza directa a la independencia periodística.
La suspensión desató una cascada de reacciones de rechazo bipartidista, que señalaron que la medida iba en contra de la libertad de expresión. Después de una semana, Disney anunció que, luego de “conversaciones profundas” con Kimmel, el programa regresaría al aire.
El control de la narrativa digital: De TikTok a X y Facebook
Estos movimientos estratégicos en Hollywood y la televisión se complementan con una influencia creciente sobre las redes sociales. El acuerdo de TikTok le otorga a la administración una posición privilegiada en la plataforma que domina la atención de los jóvenes. Esta influencia se suma a la ya existente en X (antes Twitter), que desde 2022 es propiedad de Elon Musk. La relación entre el magnate sudafricano y el presidente fue públicamente ambivalente, marcada por desacuerdos y reconciliaciones.
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Donald Trump y Elon Musk en la Oficina Oval.
AP
Incluso plataformas como Facebook e Instagram, lideradas por Mark Zuckerberg, se acomodaron al panorama político mostrando un importante acercamiento a la administración Trump. A comienzo del año, la empresa Meta anunció el fin de sus programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), y que cesaría su programa de fact-checking (verificación digital) en Estados Unidos, que funcionaba como moderador de contenido.
Así, la estrategia, que une el poder de la tecnología, las regulaciones y las finanzas, parece buscar la creación de un “mundo feliz” mediático donde la información es un producto controlado.