28 de septiembre 2025 - 10:16hs

Como lo ha hecho en varias de sus novelas, Demasiado lejos, la más reciente obra de Eduardo Sacheri, da voz a diferentes personajes generalmente invisibilizados o silenciados en los grandes hechos históricos de una sociedad, en este caso, la argentina durante la Guerra de Malvinas (2 de abril - 14 de junio de 1982).

Los principales personajes de Sacheri en esta ocasión no son ni los miembros de la junta militar ni los soldados encargados de ejecutar la ocupación inicial de las Malvinas en la Operación Rosario y de defender por unas semanas al archipiélago malvinense de la ofensiva británica para recuperarlas.

En Demasiado lejos, la guerra es vista y sentida en Buenos Aires a una distancia de poco más de 1.900 kilómetros desde la perspectiva de los familiares de conscriptos movilizados del Servicio Militar Obligatorio, un ujier y un cocinero de la Casa Rosada, un ambicioso capitán de navío, cuatro oficinistas que se reúnen diariamente en un café bonaerense a comentar apasionadamente desde distintas posturas el desarrollo del conflicto y por último, dos miembros del servicio exterior argentino.

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Demasiado Lejos - Sacheri

Por sesgo profesional, centraré este comentario en el abordaje de Sacheri de los dos “bichos raros” entrenados “en la danza de la diplomacia, en la lectura de informes aburridos, en el control de expresiones faciales y en el sesudo análisis de las inflexiones del lenguaje” y que pertenecen a una “rara cofradía” cuya función es “asesorar a las máximas autoridades y ejecutar las acciones diplomáticas” que les ordenan. Por un lado, Alcira, joven funcionaria de carrera con rango de tercera secretaria, y por otro, Juan Ignacio, colega primer secretario que a la vez es su superior jerárquico y su amante.

La diplomacia al servicio de la ocupación militar de las Malvinas

La guerra de las Malvinas, que afectó la vida cotidiana de toda la sociedad argentina, no sólo se libró en el frente de las armas, sino también en el de la diplomacia. Por la cercanía de la junta militar con el gobierno de Ronald Reagan, un elemento central del cálculo inicial al ocupar las islas en posesión del Reino Unido desde 1833 era cuando menos la neutralidad estadounidense.

Sin embargo, la junta recibió un primer balde de agua fría cuando Estados Unidos apoyó a mediados de abril una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía de forma abrumadora por 10 votos a favor, 4 abstenciones y 1 en contra el retiro de las tropas argentinas de las Malvinas, denominadas por los británicos como Falklands.

Después del intento de Alexander Haig, secretario de Estado de Reagan, de mediar en el conflicto, la postura de Estados Unidos claramente se inclinó a favor del Reino Unido mediante respaldo material, logístico y de inteligencia.

Ante este panorama, la junta militar, con serios problemas de imagen y de distanciamiento del grupo de países en desarrollo, buscó apoyos de otras naciones y en otros foros multilaterales como la OEA y el Movimiento de los No Alineados. A través de los ojos de Alcira, Sacheri presenta la actividad de la diplomacia argentina para acompañar a los desesperados esfuerzos de la junta a fin de conseguir nuevos respaldos internacionales o para asesorar a los militares en sus negociaciones con Haig y en la ONU.

Alexander Haig
El secretario de Estado Alexander Haig intentó mediar en el conflicto

El secretario de Estado Alexander Haig intentó mediar en el conflicto

Por tener uno de los rangos más bajos del escalafón diplomático, Alcira asiste a numerosas reuniones con altos funcionarios de la Cancillería y de la junta militar argentina sin participar activamente. También forma parte de una delegación oficial que sigue en la ciudad de Nueva York el debate en el Consejo de Seguridad de la ONU y otra que intenta obtener sin éxito apoyos en España e Italia.

Como se espera de diplomáticos que inician su carrera, anota todo y le corresponde elaborar minutas y reportes de los encuentros en los que participa sin hablar, a menos de que sea invitada a expresar su opinión; un factor que contribuye a su reconocida habilidad narrativa es su “estupenda” taquigrafía y su “excelsa” dactilografía. Ello no impide que observe en silencio los errores de cálculo y las crecientes señales del aislamiento internacional de la junta militar.

Si bien ella y Juan Ignacio reciben y conocen los reportes oficiales, en ocasiones maquillados, de la evolución del conflicto militar, por la naturaleza de su trabajo, intercambian información con diplomáticos de otros países que tienen sus propias fuentes para tener una perspectiva mucho más equilibrada de la situación y eventualmente, de la inevitabilidad de la derrota argentina. Con destreza, ambos utilizan el lenguaje diplomático para transmitir, cuando es necesario, la inviabilidad de las iniciativas de los militares para romper con el aislamiento internacional argentino o para ganar tiempo en las negociaciones.

Unidad en la causa: diplomacia e interés nacional

Como todas las personas educadas en instituciones argentinas por décadas, Alcira y Juan Ignacio comparten un elemento identitario y tienen un compromiso pleno con la recuperación de las islas Malvinas. Como miembros del servicio exterior de Argentina, “los instruyeron en el deber del reclamo, en la abrumadora superioridad de los derechos argentinos y en la importancia estratégica de recuperar el archipiélago.”

Alcira y Juan Ignacio saben que la derrota malvinera en el campo militar y la cancelación inmediata a cualquier solución negociada con Londres les cierra la oportunidad de contribuir con oficio diplomático a materializar el anhelo nacional por otra vía. A la vez que comparten la frustración y malestar colectivo por la debacle militar que lleva eventualmente a la caída de la junta, les corresponde también imaginar el futuro de las Malvinas, porque en palabras de Sacheri, su trabajo es ese: “Pensar. Preparar. Anticiparse. Organizar el futuro.”

Buena lección de las tareas profesionales de la diplomacia que trasciende en tiempo y lugar la trama de Demasiado lejos y el reclamo argentino por las Malvinas, sobre todo en un momento en el cual en otras latitudes de América Latina la lealtad del servicio exterior al Estado que trasciende posturas partidistas es injustamente cuestionada por una supuesta falta de “preparación, visión crítica y compromiso social” al identificarlo con un “viejo régimen.”

*Dedicado a mis colegas del Servicio Exterior Mexicano

Temas:

Guerra de Malvinas diplomáticos Argentina

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