A eso se refiere cuando dice que el mundo entero los está viendo. A ellos, los puertorriqueños que celebran su legado cultural. Y a él: el hombre de 31 años que se ha convertido en un hito para la cultura caribeña, el que recientemente obtuvo 12 nominaciones al Grammy Latino y es uno de los cantantes más importantes del momento. El anfitrión de la cultura boricua.
El concierto No me quiero ir de aquí: Una Más, el nombre de la transmisión en directo del concierto, rompió un récord como la actuación más vista de un solo artista en la historia de Amazon Music. Y, si bien no Amazon no divulgó las cifras oficiales, superó el récord que hasta entonces marcaba Kendrick Lamar.
La Good Bunny Foundation y la empresa tecnológica llegaron a una alianza para impulsar programas vinculados a la educación, la agricultura, los recursos tecnológicos y la asistencia ante desastres climáticos en Puerto Rico.
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Ocho años antes, en esa misma fecha, Puerto Rico también tenía los ojos del mundo encima. El huracán María devastó la isla, dejando un cálculo de 2.975 muertes a su paso y un síntoma crónico: apagones y fallas del suministro eléctrico que el músico denunció en la canción predecesora de su último álbum, Apagón.
Esa noche, la última, fue exclusiva para residentes de Puerto Rico y se convirtió en un recordatorio de la resiliencia de los puertorriqueños.
Un amuleto para la economía
Según una antigua tradición, la pata de un conejo es considerada un amuleto protector y de buena suerte. En este caso, el paso del conejo malo por Puerto Rico se convirtió en un amuleto para la economía boricua, que vio cómo creció el turismo y la ocupación en una temporada que año a año es la más baja del ciclo turístico, cuando es temporada de huracanes.
Según un análisis de Moody’s Analytics citado por Bloomberg, Puerto Rico está desafiando la desaceleración turística que atraviesan muchos mercados en Estados Unidos. Mientras el Consejo Mundial de Viajes y Turismo proyecta una pérdida de 12.500 millones de dólares en gasto turístico internacional este año en EEUU, Puerto Rico avanza en dirección contraria.
Según un estudio de la empresa Gaither International, citado por Telemundo Puerto Rico, la residencia tuvo un impacto económico estimado en 713 millones de dólares. Una cifra que supera con creces las proyecciones estimadas por la agencia gubernamental Discover Puerto Rico, de 200 millones de dólares, 31 noches atrás.
Cada noche el concierto recibió a unos 15.000 asistentes, lo que llevó la venta de entradas a superar los 400.000 boletos que marcaron un récord en la historia del Coliseo José Miguel Agrelot.
De acuerdo a los datos de la consultora, 55% del público fue local, mientras que el 36% llegó desde Estados Unidos y el 6% de otros países.
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La residencia de Bad Bunny batió récords de venta de entradas en el Coliseo de Puerto Rico
EFE / Thais Llorca
Después de los primeros nueve shows, que fueron reservados exclusivamente para puertorriqueños que vivieran en la isla, llegaron alrededor de 600.000 visitantes extranjeros. Y los asistentes al show de Bad Bunny reservaron 37.000 noches de hotel en San Juan.
El mismo informe calcula que se crearon más de 3.600 puestos de trabajo, entre contratos temporales y permanentes, vinculados a producción, logística, transporte, turismo, gastronomía y hotelería.
Incluso la firma Moody’s Analytics modificó su evaluación para la economía de la isla y aumentó la proyección de 0,3% a 0,4%, en gran medida debido a la residencia.
Pero el crecimiento tiene, al mismo tiempo, un mensaje de precaución a futuro.
Un informe de Naciones Unidas citado por The Atlantic señala que sólo alrededor del 20% del gasto turístico en el Caribe realmente permanece en la región. Mediante un proceso conocido como “fuga turística”, el dinero de los turistas terminan beneficiando más a empresas extranjeras que a emprendedores locales. Las aerolíneas, los propietarios de casas de alquiler por aplicaciones como AirBnb o grandes cadenas hoteleras.
“Tendremos un dolor de cabeza para este mismo trimestre el año que viene, buscando cómo igualar o sostener este impulso”, dijo el vicepresidente de asuntos industriales de Discover Puerto Rico, Ricardo Cortés, en diálogo con El País de Madrid. “El destino ha florecido porque hemos dejado de proyectarnos como un destino similar a otros competidores y hemos apostado a quiénes somos. No hay otro destino que te pueda ofrecer una experiencia puertorriqueña auténtica”, apuntó.
De todas formas, en la misma nota, Davelyn Tardí, gerente de Comunicaciones de Discover Puerto Rico, expresó que la residencia de Bad Bunny tendrá repercusiones en el turismo de la isla en adelante. “Una vez inicia octubre comienza nuestra temporada alta y ya estamos viendo que el ritmo de reservas hasta finales de este año es positivo en comparación con el año pasado”, sostuvo.
"Aún estoy aquí"
“Los voy a extrañar mucho. Voy a extrañar esa energía”, le dijo Bad Bunny a la multitud que lo miraba en la residencia. Y es que el próximo 11 de noviembre iniciará en Santo Domingo, República Dominicana, una gira internacional con la que se espera que lleve el espíritu de Puerto Rico a América Latina, Europa y Asia. Un show completamente diferente, según había adelantado el propio artista en entrevistas previas al inicio del show en Puerto Rico.
Estados Unidos será la gran ausencia de su tour mundial. En una entrevista reciente con la revista I-D se refirió a algunas de las "muchas razones" por las que evitó hacer una parada allí para presentar Debí tirar más fotos –un disco atravesado por una crítica a la injerencia norteamericana en la isla–, entre ellas las políticas antiinmigrantes del gobierno de Donald Trump.
“He disfrutado conectar con los latinos que han estado viviendo en Estados Unidos. Pero específicamente, para una residencia aquí en Puerto Rico, cuando somos un territorio no incorporado de EEUU.… La gente de Estados Unidos podía venir aquí a ver el show. Los latinos y puertorriqueños de Estados Unidos también podían viajar acá, o a cualquier parte del mundo. Pero estaba el tema de que la maldita ICE podía estar afuera (de mi concierto). Y era algo de lo que hablábamos y que nos preocupaba mucho”, dijo Benito.
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Bad Bunny en la residencia No me quiero ir de aquí en Puerto Rico
EFE / Thais Llorca
Durante 31 noches, la residencia de Bad Bunny se convirtió en uno de esos lugares en los que “hay que estar”. El principal motor del FOMO internacional. Y el lugar donde se certificaba el estatus de figuras del arte y el deporte que pasaron por la famosa “casita”. Desde LeBron James o Kylian Mbappé hasta Penélope Cruz, Javier Bardem y Austin Butler o los músicos Mau y Ricky Montaner, Belinda, Ricky Martin, Becky G o Jorge Drexler.
Durante la residencia, Bad Bunny se encargó de pasarle el micrófono a diferentes artistas boricuas. Desde los que forman parte de Debí Tirar Más Fotos como Los Pleneros de la Cresta, Chuwi, Rai Nao, Dei V y Los Sobrinos, hasta íconos del reguetón como Ivy Queen, Wisin, Yandel, Residente, Tito El Bambino o Young Miko. Incluso participaron artistas internacionales como Gilberto Santarosa, J Balvin o ILe Cabra que hicieron versiones de algunos temas del disco.
Durante la última noche cantaron en el show Jowell & Randy y Ñengo Flow, Arcángel y De La Ghetto. Pero la sorpresa de la noche fue una versión de Preciosa –la canción compuesta por Rafael Hernández Marín en 1937 que se convirtió en un himno para los puertorriqueños– con la colaboración de Marc Anthony y cerró con dos de las canciones más potentes de DtMF y LA MuDANZA.
Desde un álbum dedicado a Puerto Rico hasta una residencia sin precedentes en la isla, Bad Bunny recibió al mundo en su casa y deja un mensaje que repitió en su último concierto: “No hay orgullo más grande que decir que yo soy de P fucking R”.